Desde su óptica no es el
crimen organizado el mayor peligro para ambos países divididos por la línea
fronteriza, sino la dependencia de ingresos económicos que éste ha generado con
una gran diversidad de negocios.
El narcotráfico ha minado las instituciones
en Tamaulipas. O así lo sostiene Celerino Castillo, un ex agente de la
Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas inglés), quien ha
visto cómo los capos del país vecino han acrecentado su influencia en la
frontera.
“Por ejemplo, hay un residencial entre Mission y McAllen
[ciudades de Texas], que se llama Cimarron Country Club, donde habían puros
gringos y ahora los cárteles compraron todas las casas. Los que estaban antes
se están saliendo, porque ya llegó la violencia a Estados Unidos”, explicó el
agente.
De acuerdo con una solicitud de información vía transparencia a la Procuraduría
General de la República (PGR), en Tamaulipas operan ocho células del
narcotráfico.
Para el Cártel del Golfo trabajan los Metros en Reynosa, los
Rojos en Matamoros, el Grupo Dragones en Tampico, los Fresitas y los Ciclones;
mientras que para Los Zetas, operan otras tres células: el Grupo Operativo Los
Zetas, Grupo Operativo Zetas y las Fuerzas Especiales Zetas.
Castillo afirmó que una amplia serie de negocios se han
desarrollado en la frontera, desde ventas de armas hasta bancos.
“El problema que tienen los Estados Unidos no es tanto el
tráfico de drogas, sino su adicción al dinero del tráfico”, dijo.
Del
2010 al 2012 ingresaron al país por la frontera norte 253 mil armas que se
utilizaron para el mercado ilícito.
Un monto que se tradujo en ganancias de 127 millones de dólares
(unos 2 mil 400 millones de pesos) para la industria estadounidense de las
armas, de acuerdo con un estudio de la Universidad de San Diego.
Sin embargo, muchas de estas armas que llegan de Estados Unidos
al Ejército mexicano terminan en manos del crimen organizado, alertó Castillo.
“El
Ejército está trabajando con los narcos desde hace tiempo. Conozco mucha gente
del otro lado metidos en el tráfico, y se la pasan comprando ‘juguetes’ a los
generales. Es muy simple. Cuando hay detenciones en ocasiones [se encuentran]
granadas [calibre] 40 mm, que sirven para lanzadores de granadas. Esas nomás el
Ejército las tiene, tú no puedes ir a una tienda a comprar eso”, detalló.
Sin el visto bueno de las autoridades, estos negocios no podrían ser posibles, coinciden especialistas.
fuente.-
En REYNOSA,MILITARES PROTEGIAN al C.D.G.,le VENDIAN ARMAS y DROGAS...
En la ciudad de Reynosa en la frontera de
Tamaulipas,una situación semejante se vivió en 2013 que puso al descubierto una
"red de militares" que brindaban protección a miembros del Crimen
Organizado ,estos fueron detenidos entonces por el mismo personal
castrense adscrito a la Policia Militar en la 8a Zona y bajo total hermetismo
fueron presuntamente trasladados a la ciudad de mexico.
La detención de 32 militares entre ellos
mandos,ocasiono una protesta en
el exterior de la Zona Militar en Reynosa ,los familiares del
personal retenido solicitaban información sobre los motivos y reclamaban el
maltrato de que habían sido objeto.
Una de las manifestantes,entonces
identificada como Alejandra Cuevas reclamaba que su esposo Jose Ulises Gonzalez
Madera había sido "obligado" a firmar documentos con el "rostro
cubierto",situación semejante en el caso del Cabo Angel Lopez que decía
vía su esposa "Juana Vargas" que había sido golpeado.
En igualdad de circunstancias estaban
entonces el Sargento Milton Rene Gonzalez Lopez y el Teniente de Caballeria
Cesar Flores Guzman,de cuyos casos no volvió a saberse mas,salvo un "trascendido" entre los
mismos familiares que ventilaba habían sido acusados de "proteger" al
Narco CDG en Reynosa "venderles" armas y drogas que
previamente les decomisaban...sin embargo un REPORTAJE de los hechos
publicado por ZETA TIJUANA....
bajo el titulo "MILITARES ENCUBRIAN al NARCO" da
detalles al respecto.
...." Después de una encarnizada
guerra con Los Zetas y ser desplazados de la región que conforman los estados
de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, los miembros del Cártel del Golfo han
recuperado espacios y territorios, contando para ello con la complicidad de algunos
mandos policiales y hasta militares.
Así queda de manifiesto después de la
detención de un grupo de soldados que conformaban una de las llamadas Base de
Operación Mixta (BOM) en Reynosa, coordinando acciones con otras corporaciones.
A pesar de ello, brindaban protección a narcotraficantes.
El 19 de marzo de 2013, un comunicado de la
BOM informó a la sociedad de la detención de siete presuntos delincuentes, el
aseguramiento de ocho kilos de marihuana, una granada de humo, tres vehículos
-entre éstos una Jeep Cherokee blanca-, armas de fuego y municiones de
diferentes calibres, así como equipo táctico.
En la acción, registrada dos días antes de
la fecha señalada, participaron las fuerzas de Seguridad Pública Estatal,
Policía Federal, SEDENA, SEMAR, así como agentes del Ministerio Público del
Fuero Común y Federal.
Lo que nunca expresó el boletín es que
minutos antes de esa detención, ocurrida a las 14:10 horas en la calle Celeste
382, de la colonia Arco Iris, el Teniente de Caballería César Guzmán Flores,
quien iba al mando del personal del 10/o. Regimiento de Caballería Motorizado
de Reynosa, dejó escapar a una octava persona, al parecer líder de la célula
delictiva capturada.
Este hecho trascendió hasta que habitantes
de la ciudad fronteriza enviaron una carta anónima a la SEDENA, denunciando
reuniones entre presuntos miembros del Cártel del Golfo y militares (algunos
identificados por nombres o apodos) para traficar con armas y drogas.
“Esperamos que investiguen a estos soldados que con sus actos desprestigian a
los que sí protegen a la ciudadanía de la delincuencia organizada”, señalaba el
mensaje.
El mismo 19 de marzo del año pasado se
conoció de una “buena acción” por parte de los soldados del BOM, “Tango G”,
liderados por el Teniente de Caballería César Guzmán Flores. En una zona
despoblada localizaron dentro de una fosa 145 paquetes rectangulares que en su
interior contenían 146 kilogramos de cocaína, mismos que fueron puestos a
disposición del Ministerio Público Federal en Reynosa. No hubo detenidos.
El hecho no trascendió mediáticamente, como
tampoco se conoció de la sustracción de paquetes de droga que habrían realizado
los militares antes de hacer la entrega a las autoridades competentes. Fue
hasta que los mandos de la Octava Zona Militar investigaron el reparto de
dinero que Guzmán Flores hizo entre la tropa a cambio de guardar
silencio.
En los dormitorios del regimiento se
aseguraron mil 325 dólares americanos y 32 mil 500 pesos. Aproximadamente 28
elementos castrenses que participaban en acciones de seguridad bajo el mando de
César Guzmán fueron investigados. La gravedad del caso los hizo confesar que la
noche del 18 de marzo, para amanecer el 19, salieron de patrullaje a bordo de
tres camionetas Chevrolet Cheyenne y un vehículo Sand Cat.
El Teniente de Caballería ordenó al
personal dirigirse por una brecha hasta una finca abandonada. En el sitio, el
mando militar integró equipos para que realizaran un reconocimiento de los
terrenos donde supuestamente se había reportado la presencia de personas
sospechosas.
Luego de varias horas de búsqueda, uno de
los equipos de soldados encontró una fosa donde había ocho maletas de color
negro que contenían paquetes con polvo blanco.
Algunos de los indiciados aseguraron
que el Teniente Guzmán, en contubernio con un capitán segundo de Caballería,
separaron dos de las maletas con droga para llevarlas hasta una de las unidades
militares. Después sus jefes hicieron algunas llamadas telefónicas y, tras otro
lapso de tiempo, en el lugar aparecieron dos taxis, entregándole su superior
una maleta a cada uno de los conductores.
Diversos soldados coincidieron en sus
declaraciones al señalar que Guzmán Flores les comentó que la delincuencia
organizada le había prometido una recompensa sí encontraban una droga que
tenían extraviada. “Hay algo de feria para mandar a cambiar, para alivianarlos
y darles un enganche”, les dijo el Teniente de Caballería en alusión a una
cantidad de dólares que le habían entregado los taxistas. Los
declarantes, ahora procesados en la causa penal 57/2013 del Juzgado Primero
Militar de la Primera Región Militar, recibieron 5 mil pesos cada uno.
A otro le entregaron 15 mil pesos. Con
relación a los hechos del 17 de marzo, los soldados que formaban parte del
operativo en el que se detuvo a siete presuntos delincuentes, confesaron que
ese día formaban parte del convoy de coordinación policial, pero que se
salieron de la ruta para perseguir al ocupante de una camioneta Jeep Cherokee
blanca, la cual interceptaron más adelante para realizarle una revisión de
rutina a su conductor.
Los militares se dedicaron a dar cobertura
de seguridad en la zona, mientras el Teniente de Caballería César Guzmán Flores
dirigía la revisión al sujeto, al cual le aseguraron un arma de fuego cromada
en cuyas cachas tenía las leyendas “Cártel del Golfo” y “Flaco”. De repente,
coinciden, escucharon que su jefe gritaba “vete a la verga” y vieron que el
sospechoso se echó a correr, sin que Guzmán hiciera nada, ni les ordenara
detenerlo.
Enseguida se realizó la acción de captura
de los presuntos narcotraficantes que estaban en una casa cerca de la zona, y
al operativo se incorporó el resto de las corporaciones que conformaban la base
de operaciones móvil “Tango Urbano G”. Los mandos castrenses determinaron enjuiciar
a los militares implicados en la fuga de un presunto miembro del Cártel del
Golfo, en el robo y tráfico de droga, por lo que fueron consignados por los
delitos de traición a la patria y contra la salud en la modalidad de
colaboración de cualquier manera para posibilitar el tráfico de
narcóticos.
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