El control del gobierno municipal de Iguala, por parte de la izquierda desde 1993, tuvo su pico de corrupción durante la administración de José Luis Abarca, por cuya orden sus policías y narcos pagados por él asesinaron e incineraron a 43 estudiantes normalistas el 26 de septiembre pasado.
Abarca, preso actualmente como autor intelectual del crimen (junto con su esposa, María de los Ángeles Pineda, líder del cártel Guerreros Unidos), convirtió a Iguala en el mayor procesador de amapola de Guerrero, que produce 90 por ciento de esa flor, que acaba siendo goma de opio y heroína.
“Iguala es el escurridero donde se concentra la producción de la goma de opio de los municipios de Teloloapan, Arcelia, Totolapan, Coyuca de Catalán, Pungarabato y Cuetzala, entre otras regiones”, indica un estudio del Instituto Belisario Domínguez, del Senado de la República.
El nombre de Abarca es inseparable de su protector: el senador Lázaro Mazón, designado por dedazo por AMLO como primer candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero para las elecciones del primer domingo de junio próximo.
Tras el crimen de los 43, AMLO quitó la candidatura a Mazón para “no vulnerar al partido”, porque su relación con Abarca “afectó de alguna manera”, de acuerdo con su explicación, aunque antes había llamado a Mazón “hombre sensible que está del lado de los pobres y persona honesta”.
Pero el daño de Mazón ya estaba hecho: siendo alcalde de Iguala (1996-99 y 2002-05) tuvo como jefe de la policía a Felipe Flores, quien puso a la Policía Municipal a las órdenes del cártel Guerreros Unidos. Flores también fue jefe policiaco de Abarca.
Durante el segundo mandato de Mazón, Iguala alcanzó la cifra más alta de inseguridad, con incrementos de 7.61 y hasta 156.8 por ciento, de acuerdo con el Inegi. En 2004 los homicidios, lesiones, robo, fraude, despojo, allanamiento, daños a la propiedad y violación se elevaron 23.46 por ciento.
Y prosperó como “centro estratégico de la producción y trasiego de heroína en el país, además de ser uno de los principales productores de amapola”, según el estudio publicado en el número 66 de Mirada Legislativa.
A partir de ahí, hasta alcanzar la cúspide con Abarca, cuatro cárteles y otros subgrupos criminales afincaron su presencia en Guerrero, con su epicentro en Iguala: los Beltrán Leyva, el Cártel de Sinaloa, Los Caballeros Templarios, el Cártel Jalisco Nueva Generación...
Tales niveles de corrupción pusieron el terreno para que a Abarca se le hiciera fácil mandar a matar y quemar a 43 jóvenes enviados a sabotear el acto en el que su esposa se destaparía para sucederlo en la alcaldía.
Y creó la mayor crisis de derechos humanos en la historia reciente del país.
Fuente.- La Razon/ @ruben_cortes
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