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jueves, 17 de abril de 2025

EL “QUE NADA DEBE,NO DEBE de TEMER ?”: A “SANDRA ANAHI la MATO BALA TRAIDORA de AK-47 o AR-15 por la ESPALDA cuando IBA CAMINANDO en un PUEBLO del VIEJO OESTE LLAMADO CULIACAN”…y el “Sheriff” sigue metiendo las patas.


La frase del que “nada debe,nada teme”, claramente no aplica en Sinaloa,menos en Culiacan,donde al igual que en Guanajuato y todo el pais, la vida no vale nada y muy gracias a la incapacidad del gobierno,policias y militares, pues aunque nos dicen que estan haciendo un esfuerzo, no estan haciendo lo necesario,el resultado es el que cuenta, y de buenas intenciones esta empedrado el camino al infierno.

En Culiacán, esta frase ha perdido todo sentido. Durante años, fue un mantra de tranquilidad para quienes creían que la violencia era un asunto exclusivo de quienes estaban involucrados en actividades ilícitas. Sin embargo, la realidad ha demostrado que, en un territorio donde el poder de los cárteles rebasa al Estado y la violencia se ha normalizado, incluso quienes llevan una vida honesta y alejada del crimen tienen motivos para temer.

La muerte de Sandra Anahí, joven mujer de 34 años,alcanzada ayer por una bala perdida mientras simplemente caminaba por su ciudad, es la prueba más dolorosa de que la violencia no distingue entre culpables e inocentes y dejo ver ademas el poco respeto de la autoridad, pues un sujeto con arma al cinto, que se presume policia,posa unas de sus “patas’ junto al cadaver de la femina de manera irrespetuosa.

Hoy, en Culiacán, el que “nada debe” sí debe temer. Debe temer a la impunidad, a la ineficacia de las autoridades y a la capacidad de los grupos criminales para imponer su ley sobre la vida cotidiana. Debe temer a estar en el lugar y momento equivocados, a la arbitrariedad de una bala perdida, a la posibilidad de convertirse en una estadística más.

En este contexto, la vieja frase se convierte en una cruel ironía. Porque en una ciudad sitiada por la violencia, la honestidad ya no es escudo. La seguridad no depende de la inocencia, sino del azar y de la voluntad de quienes detentan el verdadero poder: los grupos armados. Por eso, hoy en Culiacán, el que nada debe, también debe temer.

La muerte de Sandra Anahí 

Sandra Anahi perdió la vida la tarde de ayer miércoles tras ser alcanzada por una bala perdida durante un enfrentamiento entre presuntos hombres armados, registrado en las inmediaciones del fraccionamiento Villa Bonita, al sur de Culiacán.

El hecho ocurrió alrededor de las 17:50 horas sobre la avenida Álvaro Obregón casi al llegar a La Costerita, donde se reportó al 911 una persecución entre civiles armados que viajaban en dos vehículos en la que hubo detonaciones de armas de fuego.

De acuerdo con los primeros reportes, Sandra Anahí recibió un impacto de bala en la espalda baja, presuntamente disparado con un arma larga tipo AK-47 o R-15.

El proyectil la alcanzó entre las calles Tasmania y el Libramiento Benito Juárez, también conocido como La Costerita.

Muy pendejas en manos de peligrosos

Las balas disparadas por rifles de asalto como el AR-15 y el AK-47 representan un peligro extremo en entornos urbanos debido a su alta velocidad, gran alcance y devastador poder de daño. 

Estas armas, diseñadas para uso militar, se vuelven especialmente letales cuando se emplean en zonas densamente pobladas, ya que una sola bala puede atravesar paredes, vehículos y recorrer largas distancias, poniendo en riesgo a personas que ni siquiera están en la línea de fuego directa.

Velocidad y alcance

  • El AR-15 dispara proyectiles calibre 5.56×45 mm a velocidades que pueden superar los 900 metros por segundo. Su alcance efectivo varía entre 400 y 600 metros, lo que significa que una bala puede recorrer varias cuadras en una ciudad antes de perder letalidad.
  • El AK-47, con munición 7.62×39 mm, tiene una velocidad de salida de aproximadamente 715 metros por segundo y un alcance efectivo de 300 a 400 metros, aunque puede causar daño grave incluso a distancias mayores debido a la energía residual de la bala.

Poder de daño

  • El impacto de una bala de AR-15 puede demoler órganos internos y huesos, generando una destrucción masiva de tejidos. Los cirujanos comparan el daño en órganos como el hígado con dejar caer una sandía sobre concreto: la energía transferida desgarra y pulveriza los tejidos, reduciendo drásticamente las posibilidades de supervivencia.
  • El AK-47, además de su potencia de fuego automático (hasta 600 disparos por minuto), produce heridas de gran gravedad, con capacidad de atravesar cuerpos, estructuras ligeras y continuar su trayectoria, multiplicando el riesgo para terceros.

Letalidad en zonas urbanas

  • En áreas urbanas, la capacidad de penetración de estos proyectiles y su alcance hacen que cualquier persona, aunque no esté involucrada en el conflicto, pueda ser alcanzada por una bala perdida.
  • Los chalecos antibalas convencionales no siempre protegen contra los proyectiles de rifles de asalto, lo que agrava la vulnerabilidad de civiles y fuerzas de seguridad.

En resumen, la presencia de rifles de asalto como el AR-15 y el AK-47 en manos de civiles o grupos criminales en zonas urbanas transforma cualquier enfrentamiento en un evento de altísimo riesgo para la población, donde la potencia, el alcance y la capacidad de penetración de sus balas pueden convertir a cualquier transeúnte en víctima mortal, incluso a cientos de metros del lugar del tiroteo.

Ineficiencia e incapacidad de las autoridades

  • Las fuerzas de seguridad, pese a operativos de alto perfil y el despliegue de miles de efectivos, han sido incapaces de contener la violencia entre facciones del Cártel de Sinaloa, que se disputa el control territorial de la ciudad y la región.
  • La respuesta estatal ha sido, en el mejor de los casos, reactiva y, en el peor, minimizadora: las autoridades han insistido en que la violencia está “focalizada” y que la situación está bajo control, cuando en realidad la población vive bajo un “toque de queda” informal y en constante psicosis colectiva.
  • El propio comandante militar local admitió que la seguridad de la población depende de la voluntad de los grupos criminales de cesar las hostilidades, no de la capacidad del Estado para imponer el orden.

Poder territorial del cártel y normalización de la violencia

  • Los cárteles, especialmente “Los Chapitos”, han establecido un control territorial real en colonias populares y fraccionamientos periféricos, aprovechando vacíos de autoridad y exclusión social para consolidar su dominio.
  • La violencia donde no esta segura la policia se ha normalizado al punto de alterar rutinas cotidianas: padres y maestros revisan redes sociales para decidir si es seguro salir, los niños temen a los balazos y a las camionetas blancas del narco, y la población se autoimpone restricciones de movimiento.
  • La muerte de civiles inocentes, como Sandra Anahí, se percibe como un “daño colateral” más en una guerra urbana donde el narco puede “hacer cuanto se le antoje” ante la ausencia de un Estado eficaz y la resignación social.

Infausto de la muerte y el riesgo para la población

  • El fallecimiento de Sandra Anahí es particularmente infausto porque ilustra la vulnerabilidad extrema de cualquier ciudadano en Culiacán: basta estar en el lugar y momento equivocados para perder la vida por una bala perdida.
  • El riesgo de que cualquier habitante padezca lo mismo es alto y creciente. En los últimos meses, la ciudad ha registrado cientos de homicidios, decenas de desaparecidos y una economía semiparalizada por el miedo y la violencia.
  • La posibilidad de ser víctima de la violencia al azar —como quedar en medio de un tiroteo entre bandas rivales— es una constante, y la percepción de inseguridad es generalizada y justificada por los hechos: en 40 días recientes, se han registrado cerca de 200 homicidios en la región.

Tabla: Factores que agravan la situación en Culiacán

FactorEvidencia/Consecuencia
Ineficiencia de autoridadesOperativos insuficientes, minimización del problema, control territorial en manos del narco
Normalización de la violenciaRutinas alteradas, psicosis colectiva, resignación social
Poder territorial del cártelControl de colonias, imposición de reglas, dominio sobre la vida cotidiana
Riesgo para población civilMuertes de inocentes, balaceras frecuentes, posibilidad real de ser víctima al azar
Impacto económico y socialEscuelas y negocios cerrados, pérdidas millonarias, pérdida de empleos y actividades paralizadas

Conclusión

La muerte de Sandra Anahí es la expresión más cruda de un ciclo de violencia donde la vida de cualquier ciudadano puede ser segada por la disputa criminal y la ineficacia de las autoridades. El cártel, con su control territorial y capacidad de imponer el miedo, ha creado una “nueva normalidad” de violencia en la que la inseguridad es la regla y no la excepción. En Culiacán, la posibilidad de padecer lo mismo está latente para todos, mientras el Estado permanece rebasado y la sociedad, paralizada por el miedo, aprende a sobrevivir en medio del fuego cruzado.

Con informacion: NOROESTE/ MEDIOS/imagen/@redes

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