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jueves, 5 de diciembre de 2024

¡VAYAN LIMPIANDO FUSILES y LIMPIEN CAÑONES! : LA “DOÑA BOQUITA de RETORICA BELICOSA YA SENTENCIO que NO VA HABER NINGUNA INVASION de EE.UU”…con esa actitud, cualquier dia de estos nos embroca y embronca.


¡Vayan limpiando los fusiles, mexicanos! ¡Vamos quitándole el óxido a los cañones, porque misiles no tenemos! ¡Manden a la tintorería los uniformes de guerra guardados desde la Revolución o desde la guerra Cristera!

La presidenta Claudia Sheinbaum ya lo sentenció en su mañanera de ayer: no va a haber ninguna invasión de Estados Unidos a México, y de todas maneras, si la hubiera, tenemos nuestro Himno Nacional.

Al hablar del Himno Nacional, sin duda que la inquilina de Palacio Nacional se refería a esa estrofa que dice: “Mas si osare un extraño enemigo, profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh Patria querida! que el cielo, un soldado en cada hijo te dio…”.

En pocas palabras, aunque la presidenta Claudia Sheinbaum descartó cualquier invasión norteamericana para enfrentar a los cárteles mexicanos productores de fentanilo, dejó abierta la puerta para que en caso de que esa invasión ocurriera, invocáramos el famoso “Masiosare”. Es decir, que cada mexicano se transforme en un soldado para repeler la agresión del extranjero a nuestra soberanía. Una “suave” declaración de guerra.

Poéticamente es cuestionable. En la realidad sería imposible. Pero el problema de la mandataria no es si es poética o pragmática, sino que sus allegados responsables -Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente- no le están cubriendo las espaldas y no le están colocando sobre su mesa de poder una narrativa a tono con las amenazas del futuro presidente Donald Trump. Peor aún, la están dejando correr en sentido contrario a la diplomacia.

Pero para entender el cuento, hay que comenzar por decir que, en la revista Rolling Stone, se publicó hace algunos días un análisis que advertía que la nueva administración republicana ya estaba lista para entrar a territorio mexicano con una “invasión suave” para acabar con los líderes de los cárteles mexicanos.

Rolling Stone es editada por Penske Media, el conglomerado propiedad de Roger Penske, uno de los más cercanos hombres de medios ligados a Trump. Para decirlo claro, esa es una filtración desde adentro del primer círculo. Para intimidar, para inyectar miedo, para generar temor. Un mensaje de “o se mueven en México o vamos nosotros por ellos”.

Esta no sería la primera “invasión suave” de los Estados Unidos en territorio extranjero. El 2 de mayo de 2011, unidades élite del gobierno de los Estados Unidos abatieron en Pakistán al árabe saudita Osama bin Laden, acusado de ser el líder intelectual de Al Qaeda, que en una escisión dio vida a ISIS, la organización terrorista que se atribuyó el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York.

Fue una operación táctica, de cirugía, que acabó con lo que ya se significaba como una amenaza real a la seguridad norteamericana. Fue operada en el escondite del hombre más buscado que se ubicaba en Bilal, en Pakistán. La operación encubierta llevó por nombre “Gerónimo” y fue instrumentada por el Grupo de Guerra de Desarrollo Naval con inteligencia de la CIA y un mando conjunto de operaciones especiales. El mundo aplaudió.

Para Estados Unidos, el nuevo Osama bin Laden es Joaquín “El Chapo” Guzmán y todos sus lugartenientes del Cártel del Pacífico. Desde Ismael “El Mayo” Zambada -quien siempre fue el jefe real- hasta los hijos de ambos, sin hacer a un lado a Nemesio “El Mencho” Oseguera, el jefe operativo del Cártel Jalisco Nueva Generación. A ellos se les atribuye ser los responsables surtir el letal fentanilo que cobra la vida de unos 120 mil norteamericanos por sobredosis. Cuarenta veces más víctimas que las tres mil de las Torres Gemelas. Cada año.

La narrativa norteamericana es muy clara. Si el gobierno de México, no sólo no combate a los cárteles de la droga, sino que además es condescendiente y hasta cómplice con algunos de ellos, las milicias norteamericanas están en todo su derecho de ir por quienes generan tanta muerte entre sus conciudadanos. Estén en donde estén. Con permiso o sin permiso. Para ellos es un asunto de seguridad nacional y no sólo el pueblo norteamericano lo va a aplaudir. Como en el caso de Osama bin Laden, el mundo apoyará la “invasión suave” para sofocar al nuevo Al Qaeda.

Lo que el gobierno de la Cuarta Transformación debería de cuidar -más allá de preparar a los mexicanos a invocar ese “soldado que en cada hijo te dio”- es evaluar cómo se va a enfrentar la catarata de acusaciones contra poderosos políticos morenistas -hasta el más alto nivel- que se verían involucrados en la protección y el manejo de cientos de millones de dólares generados por el crimen organizado y el huachicol fiscal.

Ante las amenazas “trumpistas” de la aplicación del 25 por ciento de aranceles a las exportaciones, el Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, habló de inmediato con el próximo presidente norteamericano y sostuvo una cumbre informal en Mar-a-Lago para defender el libre comercio. En México, sin embargo, la presidenta Claudia Sheinbaum se conformaba con enviar una carta de protesta y amenazar con el fantasma del “Masiosare”. Bueno si fuera candidata, malo para una presidenta que no tiene manera de negociar si no lo hace cara a cara con el homólogo poderoso. Como lo hizo el canadiense Trudeau.

Es entendible la encrucijada en la que se encuentra la inquilina de Palacio Nacional, frente a las exigencias norteamericanas, que son por igual para México que para Canadá. Lo que no es entendible es que sus hombres y mujeres cercanos a esos temas le permitan crear un cuento hecho para ser consumido por un pueblo ingenuo, no para negociar con un presidente radical como Trump. No le están cuidando las espaldas a la presidenta Claudia Sheinbaum. El “Masiosare” con el que amenazó “suavemente” no servirá de nada cuando las evidencias se pongan sobre la mesa. Será entonces que retumbará en sus centros la Tierra, al sonoro rugir de “la intervención”.

Fuente.-CODIGO MAGENTA/

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