Hace diez años, como consta en una escritura a la que tuve acceso, el fiscal Alejandro Gertz Manero, en su carácter de rector de la Universidad de las Américas y utilizando los recursos de la universidad, compró en sociedad con Gabriel Alarcón Velázquez, su amigo y socio de muchísimos años, dos aviones para uso personal: un Challenger matrícula XA-HSS y un Sabreliner matrícula XA-GAP. La sociedad mercantil se firmó por los siguientes 99 años y bajo el nombre de ambos socios: GALGER, GAL por Gabriel Alarcón y GER por Gertz.
EL UNIVERSAL publicó hace poco que la universidad pagó por la compra del avión en el que se desplaza la familia de Gertz, según se ha señalado. ¿Qué tienen que hacer los recursos de la universidad, hoy en litigio y con muchísimas irregularidades presentadas durante la gestión de Gertz Manero, en una sociedad mercantil? ¿Los declaró? ¿Dónde están los aviones y a qué se dedican? Nada de esto se ha transparentado. De hecho, se sabía de un avión, ahora se sabe de dos.
¿Qué sigue? ¿Aero-Gertz?
Ante un presidente que considera corrupto a todo aquel que ha logrado formar un patrimonio, que dice que tener más de un par de zapatos es una inmoralidad, ¿cómo encaja un fiscal al que se le han descubierto aviones, casas, cuentas y más de cien coches?
La compra de uno de estos aviones es mencionada también en la denuncia interpuesta esta semana por el exconsejero jurídico de López Obrador, Julio Scherer Ibarra, ante la Fiscalía Especializada en Materia de Combate a la Corrupción. Gertz abrió una investigación acusando al primer círculo de Scherer de toda suerte de abusos y corruptelas. Scherer contraatacó. Según su amplia denuncia, la relación Gertz-Alarcón es relevante por sus vínculos con un caso en el cual se le acusa al fiscal de haber intervenido durante años a favor de su socio Alarcón en un juicio de sucesión familiar, echando mano de todo tipo de tácticas dilatorias y presionando desde la Fiscalía General de la República para actuar en perjuicio de la contra parte (hermanas y sobrinos de Alarcón). En la denuncia se menciona el caso como una muestra más de tráfico de influencias, coalición de servidores y asociación delictuosa. En el contexto del caso de Gertz contra su familia política, esto parece ya un modus operandi.
Lo dicho: este pleito es una nítida radiografía del pantano en el que chapotea el presidente López Obrador.
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