“Tengan, para que aprendan”, les ha lanzado Andrés Manuel López Obrador a los “neoliberales” este miércoles después de enumerar los siete “récords” económicos logrados en su administración durante la lectura del informe de Gobierno. La última vez que un mexicano pudo presumir una frase así fue en junio de 2018 cuando el Chuky Lozano, en un espectacular contragolpe, recortó a Özil, dejó parado a Kroos y batió por bajo a Neuer en el gol que le dio la victoria contra Alemania en el mundial. A quienes no les gustó el informe presidencial encontrarán en su libro A la mitad del camino (Editorial Planeta) 328 páginas de una versión mejorada del “tengan, para que aprendan”. A los que sí les gustó, tienen un nuevo tomo para recrearse con sus mejores jugadas.
Desde que hace 45 años López Obrador comenzó a participar en la vida pública ha escrito 19 libros. En ellos, vacía sus frustraciones, expresa anhelos o se cobra facturas pendientes. Y este no es distinto. De los 19 libros publicados hasta ahora, tres de ellos llevan la palabra “Tabasco”, otros tantos la palabra “México” (“La gran tentación: el petróleo de México”, “La mafia que se adueñó de México” y “La salida. Decadencia y renacimiento de México”), dos más incluyen en el título el término “mafia” (“La mafia nos robó la Presidencia”, “La mafia que se adueñó de México”) y otros dos la palabra “esperanza” (“No decir adiós a la esperanza” y “Entre la Historia y la Esperanza: corrupción y lucha democrática en Tabasco”). Este es el primero que incluye la palabra “camino”, así que después de 45 años en la vida pública, que López Obrador lo titule ‘A la mitad del camino’, abruma a cualquiera.
Dicen los editores que los libros políticos ni son libros ni son de políticos, dando a entender que son malos y que es otro quien se encarga de transcribir el pensamiento del líder. No es el caso de este. El estilo campechano, la caótica organización de ideas como pensamientos que se acumulan y empujan, los giros lingüísticos o las idas y venidas del perverso pasado al idílico presente llevan su sello a lo largo de los cuatro capítulos del libro: El Presidente, Política exterior, Oposición y Porvenir. En A mitad del camino, López Obrador reparte filias y fobias entre Trump, Evo Morales o el general Cienfuegos- en el primer grupo- y la oposición, los intelectuales o la clase media, en el grupo de las fobias. Después de 19 libros, consciente del sopor que puede producir una mera ampliación de ‘las mañaneras’ o en la confesión de quien siempre se da la absolución, el mandatario anima su libro con algunas vivencias y documentos que van del chascarrillo a la anécdota. “No se van a aburrir, no van a bostezar. Les va a gustar, aunque no estemos de acuerdo”, dijo sobre él el mismo el día de su presentación.
En el capítulo El Presente describe una Administración en la que ya no existe la corrupción, el país crece económicamente a pesar de la pandemia, se han cuidado las cuentas públicas y “en Palacio Nacional ya no viven ladrones”. López Obrador se da por satisfecho al lograr revertir “el periodo neoliberal” y donde se invierte en rescatar el petróleo mexicano. El presidente hace un repaso del nuevo régimen que encarna y del buen manejo de la pandemia. Hasta cuando se refiere al drama de la covid-19, sobre el que no da cifras, pero se calcula que roza los 500.000 muertos, parece un complot de las fuerzas oscuras contra él.
Durante estos tres años ha puesto las bases para que no haya retrocesos. Y todo ello a pesar de la oposición económica y política, la prensa conservadora, los intelectuales orgánicos del antiguo régimen y el conservadurismo de las clases medias a quienes dedica 100 páginas, de las casi 300 que tiene el libro, para señalarlos, con nombres y apellidos, Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, el grupo Coppel, Reforma, El Universal... como parte de un bloque reaccionario que busca frenar su proyecto a toda costa. Entre los más criticados están los empresarios y medios de comunicación que se vieron favorecidos en los Gobiernos anteriores. Su teoría, una y mil veces repetida, es que “el enojo de los intelectuales contra la 4T es por dinero que dejaron de recibir del Gobierno” (pag 248).
En el capítulo dedicado a Trump, López Obrador se presenta como el hombre capaz de evitar el choque de trenes gracias a la química entre ambos y en la última parte del libro define sus próximas prioridades: autosuficiencia energética y proyectos para el sur del país. Sobre la violencia, López Obrador culpa a la herencia recibida y a los cárteles que crecieron con Felipe Calderón y Peña Nieto “La dificultad radica en lo enraizadas que están las bandas o cárteles de la delincuencia organizada. Es un mal que viene de lejos (…) el Cártel Jalisco creció en la gestión de Felipe Calderón; y el Cártel de Santa Rosa de Lima se desarrolló bajo el dominio del PAN en el Gobierno de Guanajuato”.
Entre otras anécdotas, López Obrador revela que su arma secreta si Donald Trump le hablaba del muro que quería construir durante su visita a la Casa Blanca era leer un poema de Nicolás Guillén titulado La muralla. Finalmente Trump se comportó como un estadista “y no tuve que utilizar ese misil” y el poema quedó guardado en el bolsillo de su chaqueta. López Obrador publica también la desesperada carta de puño y letra que le envió el exsecretario de Defensa, Salvador Cienfuegos, detenido por la DEA en Estados Unidos. De Enrique Peña Nieto, una de las pocas frases que rescata de la transición, fue el consejo que le dio quien hoy vive asediado por la corrupción cuando se quejó amargamente de “todos aquellos que recibieron favores durante su Gobierno y luego lo desconocieron”. Aunque a López Obrador aún le queda la segunda parte del partido, ya escribió la frase con la que terminará su mandato: “Misión cumplida”.
A lo largo de más de 300 páginas llama la atención su silencio sobre el feminismo y algunas conquistas sociales logradas en el país. Si hay un movimiento que le ha plantado cara durante esta primera mitad del camino ese ha sido el movimiento feminista. En sus protestas han tomado edificios públicos, han obligado a atrincherar el zócalo y ante ellas López Obrador ha cometido las torpezas dialécticas más graves. Paralelamente, en el libro se ha limado con calculada habilidad cualquier guiño hacia las personas que heredarán su legado, Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard. El libro número 20 ha comenzado a escribirse.
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