Dos días más tarde se cayeron sus niveles de oxigenación. “Me voy a internar”, le avisó.
María Antonieta le pidió que la esperara: “Por favor, quiero verte”.
Lo encontró sentado en el auto que iba a llevárselo al Hospital Juárez. “No te acerques, no te acerques”, suplicó él. No quiso tampoco que su madre fuera al hospital. “No te arriesgues”. Solo le dijo adiós con la mano. Era la imagen con la que ella iba a quedarse para siempre, y también con una sensación desgarradora:
“Despedirse a distancia, sin poderlo abrazar, sin nada”.
Carlos fue intubado el 5 de septiembre. Se ordenó a los familiares que no fueran al hospital, que toda noticia sería dada por teléfono.
Comenzó una etapa de incertidumbre, que incluyó un mes y medio de reportes diarios. La familia grabó la mayor parte:
—Su paciente está estable, con parámetros altos de ventilación. Lo que procede es paulatinamente irle bajando el ventilador.
—Sigue con nosotros en terapia intensiva en la cama número tres. Sigue en posición de estar tronado, es decir, bocabajo. Tiene todo el apoyo de los medicamentos y de la ventilación. Los medicamentos específicos para tenerlo sedado y relajado y lo más cómodo posible.
—Ha sido necesario modificar al alza el respirador para que pueda tener un adecuado funcionamiento su pulmón, esas no son buenas noticias…
—Su estado de salud se reporta grave, pero dentro de su estado de gravedad se mantiene estable.
Relata la madre de Carlos que a su hijo se le practicó una traqueotomía, y que a partir de entonces el diagnóstico mejoró. Lo siguientes reportes fueron esperanzadores:
—Su saturación es muy buena. Está realizando los ejercicios de respiración muy bien, ya cada vez es menos ventilador y está aceptando muy bien su cuerpo la terapia física. Él ya se encuentra más orientado y está muy cooperativo y tranquilo.
—El ventilador está haciendo parte del trabajo, pero la mayoría del trabajo lo está haciendo Carlos con la intención de que vuela a agarrar fuerza en los músculos que lo ayudan a respirar.
—Excelente, ahí la lleva.
—Ya no ha requerido del ventilador. Prácticamente llevamos 24 horas continuas… cada vez pasa más tiempo sin ventilador y hoy está cumpliendo su primer día sin ventilador. Cuando los pacientes llegan a esta etapa, yo empiezo a pensar cuándo los voy a sacar de terapia intensiva… creo que si todo va bien con Carlos, lo doy de alta mañana a piso.
—Yo veo bien a Carlos el día de hoy… Está en la fase de recuperación.
A través de un familiar que trabaja en el hospital, la familia pudo comunicarse con Carlos Ángel a través de una videollamada “que lo hizo muy feliz”. Los ojos se le enrojecieron. Supieron que Carlos tenía sed, que quería beber café frío y jugo de mango. El familiar que trabaja en el hospital les pidió que mandaran un par de tenis Converse de bota para que Carlos comenzara a dar algunos pasos en cuanto lo bajaran a piso. Siguieron los reportes:
—Estamos viendo el mejor momento para darlo de alta de la terapia intensiva.
—Va mucho mejor que en días previos. Hay mejoría de ayer a hoy, una mejora muy significativa porque hay estabilidad.
El 11 de octubre lo reportaron con fiebre: 39.5. Carlos permaneció cuatro días en ese estado. El 15 de octubre, después de luchar durante mes y medio, y de haber logrado salir de la intubación, Carlos falleció. Una de las doctoras había pasado este informe:
—Desgraciadamente Carlos tuvo un pequeño retroceso. Actualmente se le sumó una bacteria, y eso está haciendo que se deteriore un poco el estado de salud. El motivo es el microrganismo que se le sumó… y que puede ser el motivo que no nos permita seguirlo evolucionando bien.
Explicó el familiar de Carlos: “Se sobreinfectó de una bacteria agresiva que causa este tipo de neumonía… Y es una bacteria que se encuentra dentro de los hospitales, es una infección intrahospitalaria, se sobreinfectan las personas que están intubadas o reciben ventilación mecánica porque se desarrolla mucho en este tipo de instrumentos”.
—Mi hijo iba a irse, quería irse. No fue así —relata María Antonieta—. Murió solo en un hospital. No pudo hacerlo en el calor de su casa, rodeado de amor y del cariño de sus hermanos. Fue un guerrero mi hijo, y ahora ya no está por un descuido, por una negligencia, por algo que no tenía que haber pasado. Después de haber pasado tantas cosas nos lo entregaron como si fuera un saco de basura, y no pudimos acercarnos a 25 metros ni para incinerarlo.
Agrega María Antonieta:
—Le cuento esto para que no se pierda, porque muchas madres lo están sintiendo, lo están viviendo aquí en México. Es espantoso no saber si mi hijo estaba sufriendo, no poderlo abrazar, no poderlo acariciar, no poder al menos estar con él al final. Y es más espantoso, porque no tenía que haber pasado.
Fuente.-
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