Cada vez que el presidente Andrés Manuel López Obrador descalifica a su secretario de Hacienda, Arturo Herrera, a veces de manera grosera, realmente no le hace un daño a la persona, porque hasta donde se sabe Herrera Gutiérrez no tiene una aspiración política específica que pudiera frustrarse por las constantes críticas de su jefe.
Al contrario, el hecho de que quede claro que López Obrador y Arturo Herrera piensan diferente le puede servir al hoy secretario de Hacienda para cuando la historia juzgue las pifias económicas que ahora se cometen y él pueda asegurar: “Se los dije”.
La realidad es que el principal afectado por la desautorización a los planteamientos técnicos del titular de Hacienda es, en primera instancia, el propio gobierno de López Obrador, y después todo el resto de la población.
Acusa que la posición de su secretario de Hacienda es neoliberal y que ellos, los de la 4T, no son iguales, porque México ya cambió. Y entonces se niega a que se pueda reconsiderar un proyecto tan oneroso e inútil como la refinería de Dos Bocas. Desecha la posibilidad de revivir ese impuesto progresivo y de alto nivel recaudatorio que es la Tenencia federal.
Y ahora, elimina la posibilidad de iniciar la corrección de uno de los grandes lastres que tiene la economía mexicana: el sistema de pensiones, que amenaza con explotar de manera sistémica en poco tiempo.
Arturo Herrera habló desde el sentido común de una población que envejece, de una pirámide poblacional que se achata con una mayor expectativa de vida y con menos nacimientos, y desde la perspectiva de un conjunto de sistemas de pensiones que van rumbo al colapso.
Los sistemas de pensiones de reparto que subsisten dilapidarán las finanzas públicas. Y los sistemas de cuentas individuales serán insuficientes para cada pensionado.
Si la esperanza de vivir hoy de un mexicano se acerca a los 80 años, pero el nivel de ahorro individual en las afores hoy no alcanzaría ni para un lustro de una vida decorosa en retiro, hay algo urgente que hacer.
Hay toda una generación de trabajadores, que llevan hoy 20 años laborando, que cuando se quieran retirar en un par de décadas más no van a tener los recursos suficientes para ello.
Pero desde la visión irresponsable de la 4T está claro que quieren patear el problema algunos años más. Por eso, en la mañanera de ayer, quedó claro que mientras López Obrador sea presidente nunca se va a modificar la edad del retiro.
Cualquier ciudadano que haga cuentas simples de cómo le irá en su retiro debería reclamarle al presidente López Obrador esa visión mediocre que cierra la puerta de los cambios necesarios al sistema de pensiones.
Efectivamente, no debe ser sencillo para el secretario de Hacienda hacer las cosas como se deben, cuando su jefe, que además lo tiene a unos cuantos metros en Palacio Nacional, aplica su voluntad con escaso entendimiento económico, pero con una visión de alta rentabilidad electoral.
Cada medida populista enciende una nueva mecha de una bomba económica que tarde o temprano habrá de estallar. Cuando empiecen los estallidos en cadena, habrá que ver a quién responsabiliza el presidente López Obrador.
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