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domingo, 28 de mayo de 2017

"ENVENENAN,ROBAN,ASESINAN,SECUESTRAN,SOBORNAN,SE TRAICIONAN y SE MATAN por "DINERO"...los alienta la impunidad porque el que la hace, pocas veces la paga,.

Arthur Schopenhauer comparaba el dinero con el agua salada: mientras más se bebe, más sed produce. Es cierto, pero quien dedica su vida al acaparamiento de riqueza en términos legales o ilegales, le resultará imposible detener esa carrera enloquecedora por acrecentarla. 
Los sudarios no tienen bolsas, sentenció Andrew Melon con toda razón. ¿Cuántos valores, principios y emociones se pierden o se dejan de aquilatar cuando los capitales se empiezan a medir en 6, 7, 8 dígitos o más, más aún cuando, como decía el Principito, “lo más bello en la vida es invisible para los ojos.” ¿A donde nos conduce esta batalla constante por tener y acaparar, consumir y poseer? ¿Es posible viajar simultáneamente a diez ciudades en diez diferentes aviones o ponerse tres trajes o usar varios sombreros, relojes, automóviles y camisas al mismo tiempo o comer 5 veces al día comida china, mexicana, francesa, alemana e italiana bebiendo al unísono whisky, vino, ginebra, cognac y tequila, o pasar la misma noche en 5 camas de 5 mansiones ubicadas en 5 países distintos con 5 o 10 diferentes mujeres? La sed de tener, la avaricia, debe tener un límite y más nos vale encontrarlo pronto antes de que la codicia acabe con lo mejor de nosotros…
Los narcotraficantes envenenan a la sociedad, a la juventud, la parte más valiosa de una nación, por dinero. Enajenan estupefacientes en las puertas de las escuelas, en colonias, pueblos y ciudades por dinero. Disputan a balazos nuevos territorios por dinero. Se matan entre sí con tal de apoderarse de nuevos mercados, por dinero. Sobornan a policías y a la DEA, entre otras más, mexicanas o extranjeras, para lograr una expansión más acelerada de su negocio y comprar impunidad, por dinero. Siembran grandes extensiones de terreno y asesinan a quienes se niegan a entregárselo para hacerse de más dinero. Desafían a las Fuerzas Armadas del país, por dinero. Se juegan la vida o su estancia por el resto de sus días en una prisión de alta seguridad al introducir drogas en Estados Unidos o comerciar con ellas en México, por dinero. Exponen a sus familiares a terribles venganzas como las de recibir las cabezas de sus hijos o las de sus seres queridos en cajas de zapatos o encontrarlas tiradas en un bar de mala muerte, solo por dinero. Subsisten sepultados en el pánico de ser traicionados en cualquier momento por colegas, socios, amantes o fuerzas del orden, antes a su servicio, salvo que hubieran recibido una oferta mejor por atraparlos, siempre por dinero y sólo por dinero.
¿Pero para qué el dinero si no pueden vivir en paz desde que se saben perseguidos por diferentes policías, no ignoran la existencia de gigantescas recompensas por sus cabezas, mismas que estarían gozosos de cobrar sus amigos, socios, guardaespaldas, hijos o hijastros o lo que sea, por lo que sospechan hasta la muerte de cualquier buen dios? ¿Para qué el dinero si no pueden disfrutarlo ni hacer nada útil con el? ¿Los arrestan en yates de lujo en la Costa Azul vestidos con smokings de seda? ¡No! ¿Mantienen casas de caridad o de asistencia social? ¡No! ¿Coadyuvan a la educación? ¡No! ¿Hacen algo por la niñez además de envenenarla y destruirla? ¡No! ¿Pagan impuestos? ¡Obviamente no! ¿Son grandes filántropos? ¡No! ¿Entonces para que tanta riqueza y, además mal habida? ¿Qué sentido tiene vivir con el terror con el pánico de ser detenido o masacrado?
Sin entrar a discutir el daño que le hacen a la humanidad dichos criminales, le pregunto al lector, ¿para qué ser uno de los hombres más ricos del mundo, pregunta en la que incluyo a muchos magnates víctimas de una patética mezquindad, si no se hace algo o mucho por los que nada tienen o nada saben…? Han olvidado o tal vez, nunca supieron el hermoso significado de la palabra ayudar.
Por lo menos habría que modificar las leyes para expatriar a los narcos sin que disfruten el derecho de amparo, un juicio expedito, sumarísimo, una vez que hubieran confesado sus fechorías o sean reclamados como narcotraficantes por algún otro país, de modo que además no tengamos que mantener a esos gusanos con nuestros impuestos…
Punto y aparte debe analizarse el caso de los presupuestívoros, de los gobernantes, jueces, delegados y alcaldes que han entendido el erario como un jugoso botín para apropiarse impunemente de él o han aprovechado su cargo para vender sus facultades al mejor postor, con tal de enriquecerse a cualquier costo. ¿Para qué robar 20, 30 o 40 mil millones de pesos y convertir a sus familias en pandillas, mientras sus gobernados se encuentran en la miseria? Son unos bandidos, saben que lo son, como también lo sabe la sociedad y, sin embargo, no les preocupa el hurto ni su exhibición pública. Están rotos por dentro, pero tampoco les importa, salvo la posibilidad de tener dinero, más dinero, todo el dinero para podrirse más, mucho más. El que la hace la paga es un consuelo falso. ¿Quién la paga? Pocos o nadie… ¿Usted conoce algún político que la haya pagado?
¿Para qué el dinero si no es para ayudar? ¿Para qué los conocimientos si no son para compartirlos? El verdadero placer del pan, el alimento más noble después del vino, es cuando se comparte. La felicidad compartida con dinero bien habido se convierte en el doble de la felicidad, o tal vez más…
Fuente.-@fmartinmoreno

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