Informaba el secretario de Gobernación el 16 de mayo, el martes pasado, sobre lo que ocurría en el convulsionado Guerrero:
“Estamos también revisando las acciones que se han hecho por algunos grupos, como el que se acaba de informar, en el caso de Zihuatanejo, en el que algún presunto delincuente tomó las instalaciones municipales de seguridad, se vistió como policía y tomó a su mando la propia corporación. Eso es inadmisible, eso no se puede permitir, y por eso, en una acción conjunta (entre militares y policías estatales), se tomó el resguardo del lugar y el orden al respecto de la corporación municipal”.
Así es: inadmisible. ¿Cómo es que ocurrió semejante cosa? Aventuro una hipótesis…
Días atrás un delincuente, un capo (¿de Guerreros Unidos, de Los Rojos, de Los Ardillos, de la nunca extinta La familia michoacana?) sacó del ropero su AK-47, se colgó el fusil al hombro, cogió del buró su Copa de Oro calibre .45, se fajó la escuadra al cinto, trepó a su troca, se dirigió a la comandancia policial resguardado por una caravana de camionetas blindadas, ingresó al cuartel de la policía municipal con una veintena de sicarios, y sometió a todos los efectivos policiales. Se instaló en la oficina del jefe policial (David Nogueda Salmerón), se puso un uniforme con insignias… y se nombró commander in chief de la policía de Zihuatanejo.
Así, con esa temeridad, con esa insolencia, con esa impunidad, el hasta ahora anónimo líder criminal (¿o se trata del comandante Javier “N”, mejor conocido como El Cadete?), siempre resguardado muy de cerca por dos guardaespaldas, se hizo de la policía. Caray, este capo no se anduvo con pequeñeces. Nada de cooptar a los policías, como sucedía en Iguala; para qué gastar en radios y teléfonos y sacarle ampollas a los dedos con tanto mensaje de WhatsApp, si nuestro narco commander in chief de Ixtapa puede llegar y usurpar el puesto de jefe policial sin que alguien lo impida.
Es posible que el cuerpo de seguridad (al que le ejecutaron tres elementos un par de semanas atrás) ya estuviera bajo su control, bajo la ley narca de plata o plomo, pero qué tal para la letra de un futuro corrido eso de llegar y apoderarse del cuartel así, sin echar un solo plomazo, con el puritito miedo de los demás al verlo entrar a la comandancia.
El gobernador Héctor Astudillo confirmaba la información dada por Osorio Chong. Solo que, poco después, el alcalde de Zihuatanejo, el perredista Gustavo García Bello, salía ante los medios para decir… que no, que ninguno de los 60 detenidos era delincuente. Ni uno. Que todos eran policías, aunque algunos hubieran reprobado exámenes de confianza. Explicó que no ha podido correr a cien desaprobados porque no ha tenido recursos para hacerlo. Y claro, negó que hubiera un líder criminal usurpando la comandancia policial. De los 60 policías inicialmente detenidos, ya solo 20 quedan presos.
Liberan a 31 policías de Zihuatanejo; 20 siguen detenidos
Aquí alguien miente. ¿Osorio Chong y Astudillo, o el alcalde? ¿O tuvieron información imprecisa y se equivocaron al informar? A ver si nos explican qué sucedió en realidad, porque lo que informó el secretario de Gobernación inicialmente es gravísimo…
Twitter: @jpbecerraacosta
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