Mientras Veracruz sigue nadando —literalmente— entre el lodo de las inundaciones y la austeridad de saliva, la Gobernadora Rocío Nahle demuestra que la coherencia política es un lujo más escaso que el arroz en los refugios temporales. Resulta que la Mandataria firmó, sin saber (según ella), un aumento salarial del 29.35 por ciento. De los 67 mil 842 pesos que percibía, ahora embolsa 87 mil 750 mensuales. Todo perfectamente registrado en el tabulador oficial… que lleva su firma al pie.
Cuando los medios la confrontaron, Nahle ensayó la clásica coreografía Morena del desconcierto. “Yo ni sabía”, dijo, ,pero si ustedes ya lo vieron ahí, pues ahí está”, remató, como quien acepta que la evidencia es demasiado necia para discutirla. Y cuando le preguntaron por una justificación, su respuesta fue tan sincera que dolió: “No, no hay justificación”.
El absurdo se completa cuando intenta minimizar el asunto. “No es 25, es 17 por ciento”, corrige, mientras los datos oficiales insisten, tercos, en que el aumento real es de 29.35. Como si discutir con las matemáticas fuera prueba de humildad republicana.
Todo esto ocurre, por supuesto, mientras el gobierno estatal predica austeridad, habla de empatía con el pueblo y presume sensibilidad social desde los balcones de palacio. Un discurso de moderación que se evapora al primer contacto con la tinta del tabulador salarial. Y justo antes de su Informe de Gobierno, qué coincidencia: ese momento del año en que los políticos se congratulan de sus logros… y olvidan lo que firmaron.
Con informacion: ELNORTE/

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