Las cifras no mienten, pero tampoco salvan: el poder de las balas pesa más que el de los discursos y, mientras el Gobierno se entretiene contando sus fracasos, Sinaloa ya rebasó todos los números de terror en apenas diez meses de este 2025. Literal, para la Fiscalía General del Estado los “delitos de alto impacto” (el eufemismo preferido para encubrir la realidad) llegaron a 2,306 casos, superando los 2,023 de todo 2024. Traducido: la narcofuerza lleva ventaja.
Lo escandaloso ni siquiera es el número bruto, sino que la tasa de incidencia ya rompió récord desde 2019, ubicándose en 76.18 delitos por cada 100 mil habitantes. ¿La racha de cuatro años de supuesta “paz”? Olvídenla. El promedio diario saltó de 5.55 casos en 2024 a 6.32 en 2025: estos son los “5 años más violentos” y ni quien le compita al narco.
¿Quién pone los muertos? Culiacán y sus alrededores, claro. Solo de enero a octubre de este año hubo 1,421 homicidios dolosos (casi 44% más que en 2024). Feminicidios, que el gobierno presume combatir, pasaron de 31 casos en todo 2024 a 49 hasta octubre de este año (una subida del 62.5%). La “igualdad” se escribe con sangre y el Estado sólo aporta las estadísticas.
Secuestros, sí, siguen bajos; 13 en el año, igual que en 2024. Pero esa cifra, aislada, parece más excusa que logro: lo que manda es la ola de violencia tras los choques entre las dos facciones del cártel fratricida.
¿Y la tendencia general? Huyendo hacia arriba desde 2022. El argumento de “no hemos llegado al pico de 2010” es tan patético como irrelevante: el daño social directo lo siguen llevando los de siempre, las familias que entierran y callan para sobrevivir, mientras los números alimentan el espejismo burocrático del éxito.
Con informacion:NOROESTE/

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