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martes, 22 de abril de 2025

“TODO el ARSENAL TECNOLOGICO”: LA “INTELIGENCIA AEREA SOBREVUELA desde EE.UU la FRANJA NORTE de MEXICO en MAS de 50 VUELOS con CAPACIDADES de GUERRA ELECTRONICA”…mientras Mexico se resiste y esconde la basura bajo el sofá.


La frontera sur de los EE.UU al Norte de Mexico,ya se convirtio en un laboratorio de vigilancia total: donde los drones trazan mapas de sombras, los satélites leen huellas desde el éter, entre los hilos invisibles de la inteligencia aérea contra el narco,aun protegido por la capa que todo tapa como secuela del primer piso de la complicidad y un segundo bajo escrutinio del panóptico aéreo ,mientras la frontera respira entre sensores infalibles y soberanías en tensión.

La Fuerza Aérea de Estados Unidos ha incrementado dramáticamente sus operaciones de vigilancia en la frontera con México, ejecutando más de 50 misiones durante abril de 2025. Este despliegue sin precedentes refleja un cambio estratégico significativo en la política de seguridad fronteriza estadounidense, con implicaciones importantes para la relación bilateral entre ambos países.

Escalada operativa y despliegue militar sin precedentes

Las estadísticas publicadas recientemente confirman que el Pentágono ha intensificado de manera extraordinaria sus actividades de vigilancia en la región fronteriza. Desde principios de abril, se han realizado al menos 53 misiones de combate para fortalecer la seguridad fronteriza, acumulando más de 570 horas de vuelo total. 

Esta actividad representa un cambio drástico respecto a los patrones históricos, pues anteriormente el Pentágono realizaba aproximadamente una sola misión mensual de vigilancia en la frontera.

La intensificación comenzó a evidenciarse en febrero de 2025, cuando las Fuerzas Armadas estadounidenses efectuaron al menos 18 misiones de vigilancia en un período de apenas 10 días, utilizando sofisticados aviones espía. Este incremento coincide con directivas del presidente Donald Trump para catalogar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, dando prioridad estratégica a la frontera sur por encima de otras preocupaciones internacionales.

“Proteger la patria es nuestra máxima prioridad y siempre lo será”, declaró el jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, David W. Allvin, quien confirmó que estas misiones “ayudan a mantener la soberanía, la integridad territorial y la seguridad de Estados Unidos”.

Coordinación interinstitucional y operaciones conjuntas

La Fuerza de Tarea Conjunta de Inteligencia para la Frontera Sur, con sede en la Base Aérea Davis-Monthan en Arizona, coordina estas complejas operaciones de vigilancia. Este centro operativo integra a analistas de inteligencia que colaboran directamente con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Hasta marzo, el Comando Norte había asignado aproximadamente 40 analistas de inteligencia de la Fuerza Aérea específicamente para esta misión fronteriza.

Este esfuerzo coordinado forma parte de una estrategia más amplia que incluye la “Operación Plaza Spike”, una iniciativa dirigida específicamente contra los cárteles que facilitan el flujo de fentanilo desde México hacia Estados Unidos. Esta operación busca interrumpir actividades en las “plazas”, territorios controlados por cárteles ubicados al sur de la frontera, que funcionan como puntos estratégicos para las operaciones de tráfico.

Arsenal tecnológico: plataformas aéreas y capacidades de vigilancia avanzadas

El Pentágono ha desplegado una impresionante variedad de plataformas aéreas para estas misiones, utilizando lo mejor de su arsenal tecnológico de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR).

U-2 “Dragon Lady”: el legendario avión espía de alta altitud

Los aviones U-2 del 9º Ala de Reconocimiento de la Base Aérea de Beale en California representan una de las plataformas más emblemáticas utilizadas en estas operaciones. A pesar de sus casi 70 años desde su primer vuelo en 1955, el U-2 sigue siendo una herramienta formidable para la recopilación de inteligencia.

Operando a altitudes superiores a 70,000 pies (21,212+ metros), estas aeronaves pueden transportar una variedad de sensores avanzados que incluyen cámaras electro-ópticas, infrarrojas y radares de apertura sintética. Sus actualizaciones recientes incluyen el Sistema de Reconocimiento Electro-Óptico SYERS-2C, que proporciona mejor rendimiento óptico y seguimiento de largo alcance más preciso, permitiendo la detección de amenazas en diversas condiciones climáticas.

El U-2 ha demostrado una notable adaptabilidad, habiendo participado en ejercicios militares recientes como “Bandera Naranja” en 2020, donde funcionó como centro de comunicaciones aerotransportado en coordinación con aviones F-35.

RC-135 Rivet Joint: la plataforma de inteligencia electrónica

El RC-135 Rivet Joint del Ala 55 de la Base de la Fuerza Aérea Offutt en Nebraska representa otra plataforma crucial en estas operaciones. Este avión especializado está diseñado para detectar, identificar y geolocalizar señales en todo el espectro electromagnético.

Con capacidad para transportar a más de 30 personas, incluyendo tripulación, oficiales de guerra electrónica, operadores de inteligencia y técnicos de mantenimiento, el RC-135 funciona como un verdadero centro de análisis volante. En febrero de 2025, uno de estos aviones (matrícula 64-14845) fue detectado realizando misiones sobre el Golfo de California, manteniéndose en aguas internacionales a aproximadamente 83 km al suroeste de Cabo San Lucas.

P-8 Poseidon: vigilancia marítima y terrestre multifuncional

La Armada estadounidense ha contribuido significativamente con aviones P-8 Poseidon, originalmente diseñados para guerra antisubmarina pero adaptados para misiones de inteligencia sobre tierra y mar. Equipados con el radar AN/AY10, estos aviones pueden rastrear embarcaciones superficiales y proporcionar imágenes de alta resolución de entornos terrestres, marítimos y litorales.

Los P-8 han realizado numerosos vuelos a lo largo de la frontera, operando desde Florida, California y la Base de la Fuerza Aérea Davis-Monthan en Arizona. Según fuentes militares, estas aeronaves están capturando imágenes detalladas de la región fronteriza como parte de la estrategia de vigilancia.

Sistemas no tripulados: drones y globos aerostáticos

Las operaciones también incluyen sistemas no tripulados como los RQ-4 Global Hawk, pilotados remotamente por el 319º Ala de Reconocimiento en la Base de la Fuerza Aérea Grand Forks en Dakota del Norte[1]. Adicionalmente, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza opera drones MQ-9 Reaper para vigilancia continuada.

El MQ-9 Reaper, con una velocidad máxima de 480 km/h y capacidad para transportar diversas combinaciones de sensores, incluye la suite AN/AAS-52 de Raytheon con sensores multiespectral y designador láser[9]. La cámara integrada puede leer una matrícula a 3,200 metros de distancia, transmitiendo esta información en apenas 1.2 segundos a través de enlace satelita.

Complementando esta flota aérea, el gobierno estadounidense opera varios globos aerostáticos con radar (TARS – Tethered Aerostat Radar System) alrededor de la frontera sur[10]. Estos dispositivos pueden rastrear actividades en un radio de hasta 230 millas y permanecer en el aire durante períodos de entre dos semanas y un mes, sirviendo como radares flotantes equipados con cámaras de alta definición.

Implicaciones diplomáticas y respuesta de México

La intensificación de las operaciones de vigilancia estadounidenses ha generado reacciones por parte del gobierno mexicano. El secretario de la Defensa Nacional de México, general Ricardo Trevilla Trejo, ha negado que estas actividades constituyan espionaje, asegurando que las fuerzas armadas mexicanas mantienen control total sobre las operaciones que aeronaves estadounidenses realizan cerca de la frontera.

A pesar de reportes en prensa sobre presuntas misiones encubiertas con drones MQ-9 Reaper sobre territorio mexicano por parte de la CIA, el general Trevilla Trejo afirmó que “no hay ningún indicio” de actividades de espionaje o violaciones al espacio aéreo mexicano. Según el funcionario, estas operaciones responden a una estrategia implementada meses atrás como parte de labores de inteligencia y cooperación entre ambos gobiernos.

La Secretaría de la Defensa Nacional (DEFENSA) confirmó que aviones como el RC-135V Rivet Joint detectado sobre el Golfo de California se mantuvieron en aguas internacionales, fuera del espacio aéreo mexicano. Por su parte, un portavoz de la Fuerza Aérea estadounidense ha declarado: “Respetamos la soberanía de México. No necesitamos el permiso de otra nación para volar en el espacio aéreo internacional”.

Objetivos estratégicos: más allá de la migración

Aunque el control migratorio ha sido un elemento central en la retórica oficial, los objetivos de estas operaciones van mucho más allá. La vigilancia aérea intensificada busca recopilar inteligencia sobre cárteles extranjeros, tráfico de drogas y personas, conformando un enfoque multidimensional hacia la seguridad fronteriza.

La Operación Plaza Spike, anunciada por la CBP, tiene como objetivo específico atacar a los cárteles que facilitan el flujo de fentanilo y otras drogas sintéticas hacia Estados Unidos[2]. Esta operación busca revelar la identidad de altos líderes de los cárteles, los llamados “jefes de plaza”, para aumentar la presión pública y policial sobre ellos. Los métodos incluyen la incautación de ganancias ilícitas y el escrutinio de entidades comerciales transfronterizas relacionadas con actividades ilícitas.

Este enfoque coincide con la intención del presidente Trump de catalogar a ciertos cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, lo que representa un cambio significativo en la política exterior estadounidense hacia México.

Conclusión

La intensificación sin precedentes de las operaciones de vigilancia aérea estadounidense en la frontera con México representa un cambio paradigmático en la estrategia de seguridad fronteriza. El despliegue de aviones de reconocimiento de alta tecnología como el U-2, RC-135 Rivet Joint, P-8 Poseidon, y sistemas no tripulados como el RQ-4 Global Hawk y MQ-9 Reaper, demuestra la prioridad que la administración actual otorga a esta región.

Mientras el gobierno mexicano mantiene que estas operaciones forman parte de un marco de cooperación y niega incursiones en su espacio aéreo, la magnitud e intensidad de la vigilancia plantea interrogantes sobre las implicaciones a largo plazo para la relación bilateral. El enfoque en los cárteles como potenciales organizaciones terroristas sugiere una transformación fundamental en cómo Estados Unidos conceptualiza y aborda los desafíos de seguridad en su frontera sur.

La combinación de tecnología avanzada, coordinación interinstitucional y presión diplomática configura un nuevo capítulo en las complejas dinámicas fronterizas entre Estados Unidos y México, donde la inteligencia aérea juega ahora un papel protagonista sin precedentes en la historia reciente.

Con informacion: INFODEFENSA/

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