El gobierno de Tamaulipas, encabezado por el presunto delincuente protegido por el fuero y por el PRIAN, Francisco García Cabeza de Vaca, ha lanzado una campaña en contra de simpatizantes de Morena. Es tan absurdo como que el ladrón y delincuente se queje de la inseguridad.
No es extraño que el gobernador acusado por desvío de recursos intente usar a las autoridades a su servicio para perseguir a sus críticos. Como no ha podido limpiar su imagen con cientos de miles de millones de pesos gastados en publicidad, intenta como última estrategia, presionar a los simpatizantes de Morena con amenazas de investigaciones a través de la Fiscalía estatal.
Tamaulipas se ha convertido en la vergüenza nacional, al tener el tercer gobernador acusado por presuntos delitos, que a pesar de tener investigaciones en su contra, y mediante maromas legales, se protege con el fuero para evitar ser procesado, con base en las acusaciones que hace la Fiscalía General de la República. Su enriquecimiento debe ser investigado y las acusaciones en su contra aclaradas, mediante la ley y la justicia.
Hay evidencia del presunto desvío de recursos en el gobierno de Cabeza de Vaca, y ahí las autoridades estatales son sordas e inútiles.
La bancada de Morena pidió la semana pasada en el Congreso que se investigue el gasto de más de 156 millones de pesos que supuestamente iban a ser para despensas, pero que desaparecieron. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) pidió evidencia de la entrega y el gobierno estatal no pudo justificar ni su compra, ni la entrega, de los beneficiarios en la cuenta pública del 2020.
Lo mismo pasó con millones de pesos que eran para cobijas. También desaparecieron más de 245 mil piezas con un valor de 26 millones de pesos.
Para esos presuntos desvíos, donde hay indicios de corrupción, la Fiscalía estatal es ciega, sorda y muda, lo mismo que el fiscal anticorrupción estatal y la Secretaría de Bienestar.
Ahí están las auditorías federales, en las que se cuestiona al gobierno de Cabeza de Vaca, en las que señalan presuntos aviadores en la Secretaría de Salud hasta obras que fueron pagadas, pero que nunca se realizaron.
También está la renta de patrullas que tampoco existieron, sólo fueron compras de “papel” para justificar gastos millonarios, y el posible desvío de recursos.
Y el goberladrón se queja de la delincuencia, cuando ésta está dentro de su propio gobierno, y en la que él mismo falta por responder a las acusaciones en su contra.
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