Martínez, un médico militar, fue diagnosticado en 2012 como seropositivo. Acababa de graduarse. Sin embargo, no ha podido desempeñarse pues, por las leyes militares, no puede dar consultas médicas y mucho menos realizar procedimientos quirúrgicos.
Tanto Martínez como Flores Tecalco son parte de los 969 elementos de las Fuerzas Armadas de México que actualmente tienen VIH: 813 en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y 156 de la Secretaría de Marina (Semar), según datos oficiales. La Guardia Nacional tiene 16 casos, todos bajo tratamiento médico.
El médico militar cuenta que para el Ejército es necesario contar con “buena salud”, pero debido a su diagnóstico fue removido de sus labores médicas para realizar trabajos administrativos. “Una prisión”, que dice, le genera estrés laboral y más depresión.
Por una disposición no clara, simplemente se me separa de la atención médica. Yo ya no doy consulta médica y el resto de mis compañeros, hasta donde tengo conocimiento, pueden estar en algún hospital, pero no pueden tener contacto directo con pacientes. No pueden dar consultas por el diagnóstico de seropositivo, refiere.
En 2007, la Suprema Corte de Justicia de la Nación falló que las Fuerzas Armadas no podían dar de baja a militares por ser seropositivos. Sin embargo, los uniformados que tienen VIH han sido reubicados a labores administrativas. La Sedena respondió que la decisión de cambiar a Martínez, por ejemplo, fue para hacer valer el derecho a la protección de la salud de la población que marca el Artículo 4 constitucional.
El primer caso de VIH en el Ejército mexicano se detectó en 1989. Treinta y dos años después, ser seropositivo en las Fuerzas Armadas aún es un estigma.
Aunque Martínez cuente con toda la protección como guantes, gorro, lentes, traje quirúrgico y doble cubrebocas, no puede revisar a enfermos porque, dice: “el temor de un paciente que se queje de que fue atendido por alguien que padece VIH, puede conllevar a una problemática social”.
¿Entonces qué es más fácil? Separa a todos los que tengan VIH y evito que tengan contactos directos con los pacientes, reflexiona el médico.
Las leyes
En el Artículo 226 Bis de la Ley del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas (LISSFAM) se consideran aquellos padecimientos que producen trastornos funcionales de menos del 20% (es decir, que impactan la calidad de vida de la persona), y que ameritan cambio de arma o servicio a petición de un Consejo Médico.
Entre estos padecimientos se encuentran las alteraciones orgánicas o funcionales irreparables de ambos ojos; desprendimiento de la retina; hipoacusia media y superficial; alteraciones alérgicas o vasomotoras de vías respiratorias; insuficiencia coronaria crónica o aguda; hipertensión; y la obesidad con un índice de masa corporal entre 28 a 29.9, entre otras. Y también el VIH.
Ese mismo artículo específica que si el VIH es confirmado, por un lado se le debe dar tratamiento médico al uniformado, pero puede ser reasignado a otras áreas por Consejo Médico si se considera que la enfermedad afecta su desempeño. Pero, dice la Ley, “sin afectar el servicio y sin ningún tipo de discriminación”.
En su Artículo 136, la Ley General de Salud estipula que es obligatoria la notificación a la Secretaría de Salud o la autoridad sanitaria más cercana de los casos de fiebre amarilla, peste y cólera; cualquier enfermedad que se presente en forma de brote o epidemia; o los casos individuales de enfermedades objeto de vigilancia internacional como poliomielitis, meningitis meningocócica, tifo epidémico, influenza viral, paludismo, sarampión, entre otras.
En el caso del VIH, este artículo de la Ley General de Salud precisa: “Será obligatoria la notificación inmediata a la autoridad sanitaria más cercana, de los casos en que se detecte la presencia del Virus de la Inmunodeficiencia Humana o de anticuerpos a dicho virus, en alguna persona”.
El Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Prestación de Servicios de Atención Médica, se estipula en el Artículo 36, que “el personal que preste sus servicios en algún establecimiento de atención médica, en ningún caso podrá desempeñar sus labores si padece algunas de las enfermedades infectocontagiosas, motivo de notificación obligatoria”. Eso incluye al VIH, cuya infección sólo es posible por vía sanguínea, sexual, parto o lactancia.
Además, por ser una persona con VIH, Martínez no puede escalar niveles dentro de la institución a pesar de que tiene, y se siente, con todas las capacidades porque sigue su tratamiento de antirretrovirales que le entrega la Secretaría.
Para que yo pueda participar y superarme profesionalmente, debo contar con buena salud y el que no la cuente no tiene derecho. Aunque sea este tipo de padecimiento, no tiene derecho y entonces desde ahí empieza la disciminación porque empieza el rezago. Ya no tienes derecho a un curso, no tienes derecho a hacer una capacitación, no tienes derecho a hacer una especialidad. No tienes muchos derechos, dice el médico del Ejército.
Martínez dice que que ha percibido una “discriminación pasiva” hacia él, tal vez por el alto rango que ocupa dentro de la Sedena. Y aunque intentó varias veces desempeñarse como médico, desistió porque se dio cuenta “que esto es totalmente social, político”.
Al preguntar a la Sedena cuántos uniformados han sido removidos de sus actividades técnicas para realizar trabajos administrativos debido a un padecimiento o enfermedad, la dependencia señaló que tiene un registro de 16 elementos diagnosticados “con diversos padecimientos”, por lo que “se asignaron” a otros organismos de esa Secretaría de Estado.
Por su lado, la Secretaría de Marina, a cargo del almirante Rafel Ojeda Durán, informó que 74 elementos han sido removidos de sus actividades técnicas para realizar labores administrativas debido a un padecimiento o enfermedad como trastorno de estrés postraumático, trastorno mixto de ansiedad, depresión y lesiones, entre otras.
Para Estefanía Vela, directora de Intersecta, en los casos de Flores Tecalco y el médico militar Martínez hay discriminación sobre la vida laboral pues el que una persona tenga VIH, no es razón para no poder llevar cierta vida o no poder desempeñar su trabajo.
Tras el fallo de la Corte en 2007 sobre “normas burdas”, para Vela no significa que el espíritu discriminatorio se erradica, “sino que encuentra nuevas y más sutiles, o menos burdas, formas de manifestarse”.
“No siempre es fácil denunciar a tu mismo centro de trabajo. Implica ponerle el peso a las personas a que denuncien a su propia institución, cosa que sabemos que a veces trae el costo de ser sujeto de acoso o despidos”, dice Vela.
“La vieja norma encontró un nuevo asidero: ya no te expulsan de la institución, pero tiene de cualquier manera un impacto en tus derechos laborales”, añade.
La pistola ante él
Al igual que Martínez, el soldado Gonzalo Flores Tecalco, quien es seropositivo e indetectable*, fue removido de sus labores dentro de la Fuerza Aérea Mexicana para realizar trabajos de oficina. Lo humillaban diciéndole “marica” y “sidoso”.
Flores Tecalco entró al Ejército en 2007 en la Segunda Brigada de Infantería. Tenía 20 años y dos años después lo detectaron como persona con VIH. Violaron su confidencialidad y lo relegaron de soldado de transmisiones a oficinista.
Recuerda que en 2015 le pidieron que se alistara porque posiblemente un huracán tocaría tierra en Guerrero y podrían implementar el Plan DN-III. Aunque pudiera y quisiera, Gonzalo Flores no debía salir porque su diagnóstico lo volvía vulnerable y estaba descartado para operaciones, por lo que avisó a su superior.
Entonces es cuando se voltea un sargento y me dice: ‘eso a ti te pasó por puto, que te gusta la (verga) y ojalá ya te mueras para que dejes de estar estorbando’, recibió como respuesta.
Tras la ofensa, el uniformado se dirigió con el sargento primero que se encontraba en el lugar, quien le expresó: “No llores, no llores”.
Sí sentí el coraje, entonces lo que hice fue ir con el coronel, el jefe de la sección (...) y me dice: ‘bueno, qué quieres que haga’ y le digo, bueno, que le llame la atención; me dice: ‘no le puedo llamar la atención porque me lo estás pidiendo tú’, recuerda.
Tras la humillación por parte de su superior, Flores Tecalco fue a la Unidad de Asuntos Jurídicos de la Fuerza Aérea para preguntar qué podía hacer, pero le dijeron que nada, que dejara el asunto. Al no tener el apoyo de su institución, acudió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), pero fue arrestado “por no dar parte por los conductos regulares”.
Sí, me quejé porque nadie hizo nada. En eso, el coronel empezó a tratarme de una manera más grosera. Hablaba conmigo a solas en su despacho y me decía que por qué no me moría, por qué no le ahorraba yo a mis padres el sufrimiento de que algún día me tenían que estar cuidando cuando yo me podía matar de una vez.
El coronel, cuenta, incluso dos veces dejó su arma puesta en el escritorio ante él, como una invitación al sucidio.
De eso yo levanté una nueva queja ante la CNDH y se la dieron al mismo visitador adjunto y este visitador adjunto lo que me dijo: ‘pero ya no deberías de estarte quejando, acepta, tú eres un militar, tú eres como un perrito, estás para obedecer’, recuerda.
Gonzalo Flores Tecalco espera que le ofrezcan una disculpa por la discriminación y humillación que sufrió. Además que ha intentado atentar contra su vida.
Lo que yo he estado peleando es que hubo quien me gritó sidoso y puto en frente muchos compañeros. Yo lo que le estoy exigiendo a la Secretaría es que me den una disculpa, dice.
Atención médica
De los mil 971 casos de egresos por mejoría o defunción, la edad promedio fue de 36 años, predominando el sexo masculino. De 2005 a 2012 se encontró que los egresos por VIH fueron mil 873, mientras que las defunciones fueron 98.
Cuando el VIH/ Sida dejó de ser causa de baja en las Fuerzas Armadas
Ante los casos de VIH entre marinos y militares, la CNDH ha hecho múltiples recomendaciones, como la 052/2008, enviada en 2007 al general Guillermo Galván Galván, entonces secretario de Defensa con Felipe Calderón, en la que encontró violaciones a los derechos humanos.
Esta recomendación describe el caso de un sargento panadero, a quien en 2005 le ordenaron que se presentara en Hospital Central Militar, en Ciudad de México, donde le practicaron una prueba de VIH, y tras confirmar el diagnóstico se le expidió un certificado médico que determinaba su inutilidad para el servicio de las armas.
La Sedena incluso inició el trámite de retiro del sargento panadero.
El compilatorio “Recomendaciones de la CNDH relacionadas con el VIH y el sida”, de 2016, expone que al sargento panadero se le violaron sus derechos humanos, se infringió la NOM-010- SSA2-1993 para la Prevención y el Control del Virus de Inmunodeficiencia Humana, no dio su con consentimiento informado para realizar dicho examen y se violó su confidencialidad.
En el caso del sargento panadero, la CNDH también acreditó violaciones a los derechos de igualdad y de no discriminación cometidos por la Sedena por razón de salud. Además, se le retiraba su derecho a la seguridad social.
Después de un análisis polémico y que sentó precedentes en México, la Corte concluyó en 2007 que ningún militar podría causar baja por el hecho de ser persona con VIH.
En medio de la discusión, el Máximo Tribunal dio 11 amparos a militares y marinos que argumentaron que eran inconstitucionales algunos artículos de las LISSFAM, tras haberlos dado de baja por tener VIH y fueron restituidos a la Sedena y a la Marina, además que se les brindó atención médica y sicológica.
La SCJN analizó el tema de los elementos de las Fuerzas Armadas con VIH y en 2007 declaró inconstitucional el Artículo 226 de la Ley del ISSFAM, segunda categoría, fracción 45, pues argumentó que se violaba el artículo 1 de la Constitución que implicaba una distinción legal entre los elementos castrenses que violaba las garantías de igualdad y no discriminación.
Entre los jueces se discutió el concepto de inutilidad y que el VIH no implicaba necesariamente incapacidad o peligro de contagio del individuo respectivo en el ejercicio de las distintas funciones de las Fuerzas Armadas.
La Corte también consideró al apartado como “desproporcional” y “carente de razonabilidad jurídica” porque no existen bases para justificar que inutilidad médica y ser seropositivo sean equivalentes.
Ahora la prueba de anticuerpos al VIH es únicamente en beneficio de la salud del interesado y no se puede utilizar para otros fines que no sea la protección de la salud, a menos que sea en acato a una orden judicial.
El Artículo 226
Para 2008, en el Diario Oficial de la Federación se publicaron los cambios al Artículo 226 del ISSFAM, en los que se cambiaron las categorías de enfermedad y causas que conllevan a retiro por incapacidad, como parte del seguimiento a la recomendación de la Corte.
La ley señala que sí procede el retiro por incapacidad si los uniformados son seropositivo confirmados y padecen más infecciones por gérmenes oportunistas o neoplasias malignas -es decir, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida), y no puedan desempeñar sus funciones.
En otra categoría, se señala que ameritan cambios de Arma o Servicio a petición de un Consejo Médico; es decir, ser reubicados, aquellos uniformados que tengan VIH, como ocurrió con el médico militar Martínez y el cabo Flores Tecalco.
Aunque la Corte resolvió que no se podía dar de baja a ningún elemento por ser persona con VIH, en 2008, la CNDH envió una recomendación al entonces secretario de Marina, Mariano Francisco Saynez Mendoza, porque dio de baja a dos marinos tras detectarles VIH. Otra recomendación fue enviada a la Sedena por la misma causa.
A pesar de la recomendación de la CNDH, la Secretaría de la Defensa negó reinstalar a los dos marinos. La Comisión alegó que se realizó una medida discriminatoria de que “constituye aislamiento” y atenta contra la igualdad y no discriminación, además de la violación de los derechos humanos a la legalidad y seguridad jurídica. Después fueron restituidos los derechos de los militares.
En el caso de la Marina, la dependencia se seguía negando, por lo que el entonces ombudsperson, José Luis Soberanes, envió una carta a Felipe Calderón para que tomara el asunto de la recomendación enviada por el caso de los dos marinos y que no fue aceptada. Después la recomendación fue adoptada.
Para el activista Alaín Pinzón, director de VIHve Libre, el ser un elemento de las Fuerzas Armadas y persona con VIH, es un “cuello de botella” porque está de por medio el trabajo y el tratamiento médico.
“Entonces de alguna manera los tienen agarrados del cuello y la mayoría de las personas suele aceptar estas medidas de discriminación, y por su puesto de violación a los derechos humanos, por la necesidad de tener un empleo”, dice el también miembro del consejo Consejo Ciudadano para VIH e ITS de la Ciudad de México.
En marzo de 2014, con 409 votos a favor, la Cámara de Diputados aprobó en marzo de 2014 un dictamen que reformaba la Ley del ISSFAM, para eliminar como causal de retiro del personal militar ser seropositivo.
El clóset verde militar y el sexo entre camaradas
Cuando el exmilitar Edgar B. Rodríguez entró al Ejército Mexicano a los 21 años, ocultó su homosexualidad en una institución que es percibida como ruda, “de machos”, creada, al igual que la Marina, “solo para hombres y mujeres”.
El exmiembro de la tropa, que incluye los rangos más bajos como cabos y soldados, cuenta que en el campo militar 37-B, en Temamatla, Estado de México, encontró un ambiente homoerotizado donde en el encierro comenzó a ver a sus compañeros “de otra forma”. Recuerda que estar rodeado únicamente de personas de su mismo sexo le despertaba “otros instintos”.
(Pasas por un) primer aislamiento para poder ser soldado. Ahí te aíslan de tres a seis meses, en nuestro caso, como éramos de armamento, fueron tres meses en Temamatla. ¿Entonces qué pasa? Somos puros hombres. Tres meses encerrados. Se da un desmadrísimo bien cabrón allá arriba. Pero lo que pasaba es: hoy en la noche cogemos, mañana no platicamos nada de eso. Seguimos hablando de viejas y seguimos viendo viejas pasar y decimos ‘qué buenas chichis’, pero en la noche todo es otra cosa, cuenta Rodríguez.
El sexo entre hombres, para algunos, jamás ocurría: “A mí, en mi cara, muchos soldados me dijieron, o gente con la que tuve sexo, que nunca habían estado con un hombre. Y yo ‘wey, lo que te metí anoche no era mi vagina, era otra cosa’. Lo van a negar siempre, pero de que hay un desmadre ahí dentro, hay un desmadre, tanto dentro como fuera”, agrega el exmilitar.
En su informe “VIH/sida y derechos humanos en México: el caso de los militares”, en su segunda edición de agosto de 2011, la CNDH reconoció que las Fuerzas Armadas de nuestro país son un grupo vulnerable a las enfermedades de transmisión sexual y al VIH, debido a factores como la edad, la movilidad, la cultura de riesgo y las construcciones de género.
El documento de la CNDH, que forma parte del Programa de VIH/sida y a cargo de la Primera Visitaduría General, refiere: “Las labores que desempeñan implican periodos de movilización, lejos de sus hogares y familias, situación que los deja expuestos emocional y sexualmente, y más dispuestos a involucrarse en una relación de sexo casual o en transacciones de sexo comercial”.
“En las Fuerzas Armadas existe una cultura que valora el riesgo y la exposición a éste. De manera que la efectividad de los mensajes de prevención puede verse mermada al confrontarse con la ética de trabajo y las construcciones de género de los miembros de las Fuerzas Armadas”, indica también el texto.
En los campos militares y campamentos, como el de Temamatla donde estuvo Edgar B. Rodríguez, establecen relaciones de intercambio socioeconómico con las localidades aledañas que pueden incluir el trabajo sexual y la venta de alcohol.
“La mayoría del personal militar movilizado son hombres jóvenes solteros o cuyas parejas se encuentran lejos. Constituyen el grupo más vulnerable, debido a que tienen mayor posibilidad que sus contrapartes civiles de aumentar su número de parejas sexuales en condiciones de estrés y abuso de alcohol”, refiere el informe de la CNDH sobre la vulnerabilidad de los miembros de las Fuerzas Armadas.
“Lo que pasa entre cabrones se queda entre cabrones”, declara Edgar B. Rodríguez. La CNDH indica en su informe que “el estigma respecto al sexo entre hombres es la barrera más importante para discutir y prevenir el VIH en el sexo homosexual, incluso el de carácter situaional; es decir, aquel que ocurre independientemente de la orientación sexual en condiciones de estrés, camaradería y asilamiento grupal”.
El Artículo 178 de la Ley del ISSFAM refiere que las Secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, dispondrán, dentro de los primeros meses de cada año, se practique examen médico a todos los militares.
En cada destacamento militar debe de haber un responsable de Sanidad, que entre otras funciones, ofrece protección para que los elementos de las Fuerzas Armadas tengan relaciones sexuales seguras.
En 21 años, hasta ahora, la Secretaría de la Defensa Nacional ha distribuido un millón 25 mil preservativos. Entre 2000 y 2012, la Sedena ha realizado 121 mil 274 pruebas de detección de VIH.
Hasta finales del segundo trimestre de este año, en el Sistema de Administración, Logística y Vigilancia de Antirretrovirales (SALVAR), señala que en México hay 113 mil 788 personas que viven con VIH y están bajo tratamiento de antirretrovirales.
A comparación del desabasto de medicamentos que hay en el país y que el presidente Andrés Manuel López Obrador urgió a terminar, Martínez y Flores Tecalco reciben su tratamiento médico en tiempo y forma. El cabo denuncia que hay retraso en la entrega de los antirretrovirales por ajustes en las compras que ha hecho el Insabi últimamente.
Para el activista Alaín Pinzón, hay una falta de actualización de medicamentos antirretrovirales en las Fuerzas Armadas, “pero que además no tienen absolutamente ningún interés de actualizar y de darles mejores opciones a las personas que viven con VIH por medio de esquemas con menos efectos secundarios obviamente esquemas de antirretrovirales con mayor barrera genética, que tengan menores daños a largo plazo”.
“Eso nos habla mucho de cómo son vistas las personas que viven con VIH y que son parte de las Fuerzas Armadas en México”, declara.
Sex militares y fetiche pixelado
Castillo, un cabo, decidió un día de 2015 subir un video a redes sociales de su pene erecto. Algún usuario arrobó al presidente Enrique Peña Nieto y al entonces titular de la Sedena, Salvador Cienfuegos. Castillo fue arrestado por el hecho de mostrar el traje militar en el video, más que por subir el contenido sexual que se hizo viral en sus redes sociales.
La neta sí me arrestaron, me levantaron un acta, me querían procesar por desobediencia por esos videos. Sí me agüité, recuerda.
No se intimida: “La neta sí me considero un sex militar. Me gusta exhibirme. Mi comandante es el que me arrestó, él es el que decide todo. La Secretaría, desde arriba, desde el mando. Llegaron hasta allá mis videos”. Refiere que lo hizo por “morbo”, pero ocasionó “un pedo” muy grande.
Ya no permitieron los celulares para nada, ni en planteles militares ni en las unidades, bien checaditos los traían, gracias a mí, por mi culpa, señala.
Castillo dice que no tiene definida su orientación sexual, pero le entra “a todo lo que caiga”.
Sus videos teniendo sexo con otros hombres se hicieron virales en redes sociales y en páginas porno gay. Su familia se enteró cuando no accedió a tener sexo por dinero con un seguidor. Castillo dice que sus compañeros del Ejército lo respetaron porque se puede hablar en las Fuerzas Armadas de una apertura para la comunidad LGBTTIQ+.
De un tiempo para acá fue muy liberal el Ejército, gente muy afeminada presenta su examen para entrar a un plantel; ya no es así como de por tu sexualidad no entras ni nada de eso, declara.
Además de Castillo, también está “El Wacho”, quien vende por WhatsApp fotos de su “pack” y videos masturbándose, teniendo sexo con civiles casados o solo unformado para sacar “algo más” de dinero, pues dice que no le alcanza su sueldo como cabo de 13 mil 204 pesos mensuales. Por ejemplo, un capitán primero gana 35 mil pesos; un coronel, 75 mil pesos, mientras que un general de División, de 112 mil pesos.
“El Wacho” cuenta que el dinero que gana de vender su contenido sexual lo usa principalmente para cervezas, salidas con amigos y para recargas telefónicas para poder comunicarase con su familia de Veracruz.
Aunque las aplicaciones de citas gay como Grindr, Hornet o Blued son de las favoritas para conocer hombres, alrededor de los batallones llegan los “Tío Rich”, hombres maduros que pagan a “wachitos” para tener sexo.
Según “El Wacho”, la experiencia real de tener sexo con un pixelado casquete militar no se compara, en absoluto, con la experiencia de estar con un escort o alguien que deliberadamente se dedica al trabajo sexual.
Marchando con orgullo con botas negras bien boleadas
Junto a la bandera del arcoiris, botas negras bien boleadas y la placa con su nombre, el cabo Gonzalo Flores Tecalco asistió con su uniforme militar a la Marcha del Orgullo LGBTTIQ+ de 2018, en la Ciudad de México. Él, a quien su superior le llamó “sidoso” y le aconsejó suicidarse por ser persona con VIH, se convirtió en el primer militar en mostrarse orgulloso de su homosexualidad.
Fue que a mí se me quitó el miedo de decir, bueno ya estoy aquí, ya estoy, sí y ahora para adelante, cuenta.
En su discurso frente al Hemiciclo a Juárez en la Alameda Central, Flores Tecalco acusó que el uniforme de militar lo deshonran y avergüenzan los mandos corruptos, insensibles, opacos, clasistas, racistas y homofóbicos
Flores Tecalco fue criticado por sus compañeros porque asistió uniformado a la marcha gay y porque faltó al Artículo 20 del Reglamento de Deberes Militares que refiere que no podrán tomar parte de “espectáculos públicos”.
El cabo sigue sintiéndose orgulloso de su acto, en una institución que ha enfrentado avances y resistencias en atender a la población VIH y gay.
Fue en 2014, por primera vez, que un militar logró que el ISSFAM otorgara las prestaciones de las Fuerzas Amadas a su pareja del mismo sexo, por concubinato.
Siete años después, el ISSFAM informó que actualmente hay 117 afiliaciones de parejas del mismo sexo en las Fuerzas Armadas.
El ISSFAM reportó 73 matrimonios: 23 de hombres y 50 de mujeres. En concubinatos registró 44: 10 de hombres y 34 de mujeres.
*“Indetectable = Intransmisible” (U = U, por sus siglas en inglés), refiere la eficacia del tratamiento antirretroviral (TAR) para reducir la transmisión del VIH. Las personas que viven con VIH y logran carga viral indetectable, no pueden transmitir sexualmente el VIH.
*Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su iniciativa de ¡Exprésate! en América Latina.
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