El lunes 9 de diciembre, doce horas después de que los vecinos escucharan los gritos de ayuda de Jacqueline, la familia de la expareja de la joven de 19 años informó a las autoridades que en la vivienda ubicada en avenida Pinos, en la colonia San José Poza Honda, Naucalpan, Estado de México, se encontraban cuatro cadáveres.
Eran Jacqueline y sus dos hijas: Brenda Yared y Sofía Aideé, de cuatro y un año, respectivamente; junto a ellas estaba también el del presunto feminicida.
Un día antes, el domingo 8 de diciembre, alrededor de las 3:30 de la tarde, Jacqueline le envió un mensaje a su papá que decía: “voy a pasar a ver a mis hijas“. Una hora después dejó de contestar el teléfono. La familia afirma que el agresor, de oficio soldador y de 34 años, primero la privó de su libertad.
El padre de la víctima y abuelo de las niñas afirma que Jacqueline tenía la custodia de las pequeñas, pero días antes Pedro las secuestró y las llevó a la casa en donde vivieron juntos durante cuatro años, antes de que la joven decidiera separarse de él.
“Él amenazaba a mi hija con un arma y le decía que me iba a matar porque pensaba que era mi culpa que ella había tomado la decisión de separarse de él”, comenta Adán, padre de la joven madre.
Pero la realidad era que Jaqueline se separó de Pedro tres meses antes del triple feminicidio, y levantó un acta informativa el 30 de septiembre, por las constantes agresiones y violencia doméstica que sufrían ella y sus dos hijas.
La madrugada de ayer la familia se reunió para velar los cuerpos de las tres mujeres y será hoy, a las tres de la tarde cuando le den el último adiós.
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