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domingo, 23 de diciembre de 2018

LA HISTORIA del CAPO NARCO,"MESIANICO,LOCO y ARROGANTE",TRAICIONADO por ESCOBAR,FAN de JHON LENNON...y Hitler.


Mesiánico, loco y arrogante. Así definen a uno de los mafiosos más pintorescos que ha tenido Colombia: Carlos Enrique Lehder Rivas. El fan de John Lennon y Adolf Hitlercomenzó su vida criminal robando carros en Nueva York, y terminó creando el sistema de transporte de tráfico de droga que lo catapultó en el negocio junto a su socio Pablo Escobar, quien por un lío de faldas lo entregó a Estados Unidos, convertido así en el primer capo colombiano en ser extraditado.

Lehder nació en 1949 en una pequeña ciudad llamada Armenia, producto de un matrimonio entre un alemán y una colombiana que salió mal. Sus padres se separaron cuando tenía solo 4 años. Desde entonces vivió de internado en internado, hasta que cumplió 14 y su mamá Helena lo llevó a Detroit, Estados Unidos, para dejarlo al cuidado de unos familiares. Ahí fue abusado sexualmente por un tío, lo que marcó su vida para siempre.

Las influencias ya las había recibido entonces. Su padre, Joseph Willheim, fue un hotelero alemán que llegó a Colombia en los años treinta, escapando de la Segunda Guerra Mundial, pese a ser un simpatizante nazi y, como tal, admirador del führer. Era ingeniero civil y jugó un papel importante en la modernización del sistema de transporte de la zona rural del país. Pero por su cercanía con el nazismo estaba vigilado por las autoridades. De ahí surgió la admiración de Carlos por Hitler.

El cantante de The Beatles, John Lennon, y el líder del nazismo, Adolf Hitler, fueron los ídolos del capo.

Paradójicamente se convirtió en un antiimperialista. Repetía que "el terrorismo es la bomba atómica de los pobres". Y soñaba con vengarse de Estados Unidos en nombre de los latinos. Pero su condición de inmigrante le dio una multiculturalidad única entre los mafiosos. Hablaba perfecto inglés y alemán. Y era amante de Los Beatles, especialmente de John Lennon, a quien le construyó una estatua de tamaño real en un centro turístico de su ciudad natal cuando estaba en la cúspide del narcotráfico.

Era un excéntrico por donde se le mirara. Amaba tomar Coca Cola: "Lo único que me gusta del imperialismo", diría. Y fumaba marihuana como si no le costara. La consideraba "para el pueblo", mientras que la cocaína que vendía decía que era "para sacarle plata a los ricos". Los políticos que lo visitaron en la cárcel lo describieron como un hombre "con gran inteligencia, sentido del humor y buena cultura general".

"Hay historias de que Lehder es bisexual. Era un hedonista y creo que tenía un problema con el autocontrol. Pero cuando estaba bajo control, lo que, con el tiempo, se volvía cada vez menos una realidad, podía ser bastante capaz e incluso brillante. Contrariamente a la leyenda, no era realmente violento. Cuando terminé mi libro, tenía que preguntarme si alguna vez había matado a alguien", dijo en entrevista con ViceRon Chepesiuk, quien escribió su perfil en el libro Crazy Charlie: Revolutionary or Neo Nazi.

Lehder se consideraba antiimperialista, odiaba Estados Unidos y 
quería destruir su sistema político.

Fue esa personalidad inconsistente la que terminó despertando la desconfianza de sus socios y aliados en el negocio ilegal, y que lo alejó de todos. Al punto de que su socio y amigo Pablo Escobar, líder del Cartel de Medellín, que él mismo había ayudado a surgir y a forjar, terminó delatándolo y lo extraditaron a Estados Unidos el mismo día de su captura, en febrero de 1987, sin que ningún capo moviera un pelo por defenderlo.

Inicios en el crimen

Comenzó como 'jalador' y se convirtió rápidamente en el jefe de una red de compraventa y contrabando de carros robados, extendida hasta Canadá. Amasó una pequeña fortuna que le permitió pagar clases de aviación en su tiempo libre, otra de sus mayores pasiones. Pronto pasó a traficar marihuana, la droga que se expandía en el mundo y de la que él era su especial consumidor. Para entonces el FBI ya le venía siguiendo la pista.

A mediados de los 70, por distribuir 200 libras de marihuana, fue capturado y enviado a la cárcel de Connecticut, donde compartía celda con algunos de los protagonistas del Watergate, el escándalo que le costó la presidencia a Richard Nixon. Registros oficiales dicen que estuvo cuatro años en prisión, aunque él diría más adelante que se fugó para crear rutas de tráfico de droga desde Colombia, que por aquella época estaba en plena bonanza marimbera.

Para entonces ya pensaba en grande. George Jung, un dealer de marihuana de California, con quien compartió celda, confesó años después que Lehder decía que montaría un imperio de cocaína para "destruir a la decadente sociedad norteamericana", una de sus estrategias antiimperialistas para desestabilizar su sistema político.

Así que al salir decidió invertir sus ahorros en comprar viejos aviones en mal estado, arreglarlos y venderlos a los indios de La Guajira que exportaran su marihuana. Su ambición fue mucho más allá. Con el capital suficiente, engañó a un estadounidense que, a su vez, había tenido negocios con el estafador Robert Vesco por un exitoso fraude bancario. Este, huyendo de la justicia norteamericana, escapó a las islas Bahamas y compró Cayo Norman.

El gringo desapareció misteriosamente y Lehder se quedó con la isla que quedaba a solo 200 millas de la costa norteamericana. Su idea era que sirviera como puto de desembarco de los cargamentos de marihuana que provenían de Colombia, con una flotilla de aviones pequeños que compró para que, en medio de su vuelo, lanzaran las pacas en puntos de la playa previamente establecidos. Entonces, la cantidad de droga pasó a toneladas y así sus ganancias.

El Cartel de Medellín y la decadencia

Pablo Escobar y Carlos Lehder, fundadores del Cartel de Medellín.

El negocio de la marihuana siguió hasta que los consumidores estadounidenses descubrieron la cocaína, que se sembraba en las selvas de Bolivia y Perú, y que era manejada por un grupo de delincuentes de Cali y Medellín. Fueron ellos los que idearon las maletas de doble fondo, los zapatos con tacón vacío y las 'mulas' humanas para transportar el clorhidrato hacia Estados Unidos.

Lehder se presentó a los capos con invitaciones despampanantes. Los buscaba en sus aviones privados para atenderlos personalmente en Cayo Norman, en unas descomunales fiestas de varios días, muchas mujeres y droga. Fue ahí, en medio de las paradisíacas playas, que los mafiosos conocieron la flota de pequeñas avionetas que volaban a bajas altitudes para evitar ser detectadas por las autoridades aéreas. Y comprendieron el potencial del negocio.

Lehder puso su flotilla de aviones al servicio de quienes entonces mandaban la parada de la cocaína en Colombia, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, el 'Mexicano'. Así, los tres crearon el famoso y temido Cartel de Medellín. Construyeron una pista clandestina en la isla de Bahamas y los cargamentos cada vez eran mayores, dominando el mercado en los Estados Unidos.

Lehder creó una pista clandestina para el tráfico de droga que puso al servicio de quienes en ese momento manejaban la cocaína en Colombia, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha.

El dinero era tal que se convirtió en un excéntrico multimillonario, rockero y adicto. Paseaba en limusinas en la pequeña Armenia, como contó su hija Mónica a Univisión. Y tenía los últimos autos de lujo del mercado y los únicos que había en el país. Regalaba carros de bomberos y hasta financió un círculo de periodistas en su ciudad. Su perfil empezó a llamar mucho la atención. El FBI y la DEA volvieron a seguirle la pista.

Lehder decidió crear el Movimiento Latino Nacional para canalizar su poder político y revelarse contra un posible tratado de extradición. Su actividad ilícita fue pública y no dudaba en conceder entrevistas a medios nacionales. Invitaba a los periodistas a sus mansiones, a las que llegaban en su propio transporte para que no pudieran ubicarlos.

Su exhibicionismo empezó a molestar a algunos capos que poco a poco se distanciaron de él, pues consideraban que podía ponerlos en peligro. Ya para ese momento lo llamaban 'Loco' LehdeTemían que revelara sus secretos y alianzas a los medios de comunicación. "Solía mezclar verdades con fantasías y eso era una bomba de tiempo"r. , dijo a Semana un oficial que hizo parte de su investigación. Su adicción a las drogas le pasó factura, y sus acciones eran imprevisibles incluso para él mismo.

A veces, el mismo Carlos Lehder piloteaba los aviones con los cargamentos de droga.

Captura

En una noche de fiesta y excesos del Cartel de Medellín, Lehder se metió a una habitación con una mujer que, al parecer, era la amante de uno de los sicarios de Pablo Escobar. Cuando este le tocó la puerta exigiendo que saliera, sin más, el capo abrió y le disparó en la frente. Lehder pidió disculpas al cabecilla, sacó el cuerpo y continuaron la fiesta. Todo quedaba ahí, creía.

Pero para Escobar esa fue otra señal de lo imprevisible que podía ser el equilibrio mental de Lehder con su adicción a la cocaína, que ponía en riesgo todo y a todos. Tomó la decisión de traicionarlo. A la mañana siguiente de la fiesta el mismo líder del Cartel de Medellín lo mandó con sus hombres a un "lugar seguro" para su descanso. Y llamó a las autoridades para revelar su ubicación.

Carlos Lehder fue capturado el 4 de febrero de 1987, y ese mismo día 
fue enviado a una cárcel en Tampa, Florida.

Con helicópteros y soldados llegaron hasta una hacienda cercana a Medellín donde estaba y lo capturaron el 4 de febrero de 1987, junto a varios jóvenes que le servían de guardaespaldas. En menos de 18 horas ya estaba montado en un avión que lo trasladaría hasta la cárcel de Tampa, Florida.Luego de un juicio de siete meses, fue condenado a cadena perpetua más 135 años de prisión.

Para rebajar su pena, en 1991 aceptó un trato con agentes antimafia para testificar contra el ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega y su relación con el capo Pablo Escobar. Fue clave en su condena, y por sus declaraciones había acordado rebajar su pena a 30 años y que no recibiría más años que Noriega. No le cumplieron ninguno de los dos beneficios.

Esta es la foto más reciente que se conoce sobre el capo, en la que comparte con sus dos hijas. De eso hace más de 13 años.

Lo recondenaron, "sin abogado y por correo", a 55 años. A sus 70 años sigue tras las rejas en Estados Unidos. En una carta enviada en 2015 al entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos pidió clemencia para morir en su país. Sus suplicas no fueron escuchadas.

"Siempre he considerado mi sentencia un acto político, retaliatorio, simbólico y hasta racista", dijo alguna vez. El diario The New York Times describió que el día de su juicio en el que se escuchó la condena gritó "no soy un prisionero, sino un secuestrado". De ello hace ya 30 años.

fuente.-

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