Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro. Así decía Yogi Berra y tenía razón. No hay mejor de hacer el ridículo que jugar al pitoniso. Pero el calendario, ni modo, exige sacar la bola de cristal en estos días de asueto. Así que van mis cinco pronósticos para el año que inicia:
Los homicidios no disminuirán mayormente en 2019. El año que acaba va a terminar con aproximadamente 37,000 homicidios en la cuenta de INEGI. Para el año que entra, esperen una cifra similar. En los últimos tres meses de la administración Peña Nieto, se empezó a aplanar la curva de homicidios. En el periodo septiembre-noviembre, el número de víctimas creció 6.7% con respecto al mismo periodo de 2017. En los tres meses anteriores (junio-agosto), la tasa de crecimiento anual fue 18.2%. Entonces, parece haber en efecto una desaceleración del crecimiento de la violencia letal. No me sorprendería que la tasa de crecimiento llegue a cero en la primera mitad del año que entra. Pero estabilización no es caída. Esperen muchos meses más con 90 a 100 víctimas por día en promedio.
Guanajuato y Baja California van a ser los dos grandes polos de atención en materia de seguridad. Sumados, esos dos estados acumulan casi 20% de los homicidios del país. Cada uno va a acumular más de 3000 víctimas en la cuenta del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y, con alta probabilidad, no han llegado aún al techo de la escalada de violencia. En Baja California, los homicidios dolosos crecieron 36% en el periodo enero-noviembre con respecto a los mismos meses del año pasado. En Guanajuato, el alza fue mucho más dramática: el número de víctimas de homicidio doloso creció 130% a tasa anual en los primeros once meses de 2018. De hecho, casi 40% del incremento nacional en el número de homicidios se explica por lo sucedido en Guanajuato. Entonces, si el nuevo gobierno pretende hacer algo para reducir la violencia homicida, eso son los dos estados donde habría que empezar.
La Guardia Nacional no se va a crear como fue planteada inicialmente por el nuevo equipo gobernante. Posponer la decisión sobre la creación de ese cuerpo de seguridad para un hipotético periodo de sesiones en enero es muestra de que, al menos por ahora, el liderazgo legislativo de MORENA no puede asegurar los votos para una reforma constitucional de ese calado. Ante ese hecho, es probable que la Guardia Nacional nazca solo elementos militares (dejando viva a la Policía Federal) y con un mandato más estrecho. De algo si se puede estar seguro: el presidente López Obrador ya prometió una Guardia Nacional y, en consecuencia, va a haber algo que se llame Guardia Nacional, así sea solo un batallón de la policía auxiliar.
En el próximo año, tal vez a finales, se van a registrar algunos cambios en el equipo de seguridad. Ante la ausencia de noticias positivas, es posible que el presidente empiece a perder la paciencia con su equipo en algún punto de la segunda mitad de 2019. Para ese momento, es posible que sean visibles ya fracturas dentro del gabinete. Ante esa coyuntura, no sería inusual que el Presidente ordenase algunos relevos, tal vez iniciando en el segundo nivel de las dependencias, particularmente en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana ¿Quiénes serían los sustitutos? Ni idea.
En resumen, tengo la impresión de que 2019 va a ser un año de largo y lento aprendizaje para el nuevo equipo, con más noticias malas que buenas, con niveles de violencia letal similares a los actuales y con pocos esfuerzos de construcción institucional.
Ojalá me equivoque.
Feliz Navidad a todos.
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