Especialistas consultados por VICE News aseguran que una sociedad se construye y destruye a partir del lenguaje, y que por eso es tan preocupante que estos términos que aluden a la violencia y la muerte circulen como moneda nacional.
La vida en México cambió desde que hace once años, el expresidente Felipe Calderón Hinojosa le declaró la guerra frontal al narcotráfico. A partir del 2007 la violencia del crimen organizado comenzó a extenderse por el país y la sociedad civil —afectada por la inseguridad— modificó sus hábitos de vida y hasta la manera de hablar.
Antes se hablaba de secuestros, pero hoy hay “levantones”. A los narcotraficantes novatos y ostentosos se les llama “buchones”; y los cuerpos disueltos en ácido o sosa cáustica son “pozoleados”.
La evolución de una lengua
“Que una sociedad cambie es normal. Pero que lo haga de este modo, no”, asegura Erubiel Tirado, coordinador del Programa de Seguridad Nacional y Democracia en México, de la Universidad Iberoamericana. De acuerdo con este especialista —quien también realiza proyectos especiales para la ONU— la proyección nacional de expresiones regionales es parte de un proceso sociolingüístico deseable para el enriquecimiento de la identidad de un país.
Pero la adopción de un argot criminal es otra cuestión.
“Una cosa es replicar palabras inofensivas de uso local y, otra muy distinta, hacerlo con las que hacen referencia a crímenes, tortura y muerte. Dejarse llevar por este fenómeno, que es una realidad en México, es contribuir a un proceso de aculturación trágica”, asegura Tirado.
Desde 2011, autoridades de los estados mexicanos donde más asesinatos violentos se reportaban —entre los que figuraban Chihuahua, Sinaloa, Baja California Norte, Coahuila y Durango— empezaron a prohibir de forma gradual los narcocorridos, un género musical nacido en el norte mexicano en honor a narcotraficantes. Estas canciones solían contar y celebrar sus andanzas.
Desde ciertas tribunas públicas estos narcocorridos fueron descalificados por considerarse apología del delito, pero en muchas fiestas y en conciertos masivos se bailaban y entonaban a todo pulmón.
Las leyes regionales de ciertos estados como Chihuahua, Coahuila y Sinaloa castigan con multas económicas y días de cárcel a quien los difunda o interprete. Ello aplica para estaciones de radio, grupos musicales y hasta organizadores de ferias.
Pero en cualquier esquina pueden comprarse CDs con cientos de narcocorridos de grupos tan clásicos como Los Tigres del Norte, o de nueva incursión como El Komander, que en sus letras usan una larga lista de términos del argot narco a ritmo de trompetas y tamboras.
Palabras que matan dos veces a una sociedad
Alejandro Byrd Orozco es investigador en Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y considera que el uso regular de este tipo de términos hace que se normalice la violencia. “No sólo los estamos metiendo casi sin reservas a nuestro discurso, sino que poco a poco nos vuelven insensibles a la muerte. Como si la vida no valiera nada”.
Según Byrd Orozco, el momento en que ello comenzó a notarse a mayor escala fue cuando aparecieron las primeras narcomantas, ya que los crímenes violentos se "espectacularizaron" y esos testimonios escritos llegaron a mucha gente a través de las noticias y libros de ficción que abordan el tema. También las series de televisión, que son líderes en rating a nivel Latinoamérica, hicieron su parte.
Los medios de comunicación —agrega el experto— contribuyeron al fenómeno, pero al paso del tiempo también tuvieron que moderar el vocabulario narco. Y ello abarcó lo mismo códigos escritos, que audiovisuales. Muchos periódicos y noticieros han tenido que modificar sus códigos antes de publicar.
Al día de hoy, esta terminología salpicada de violencia circula como moneda nacional. Pero ambos especialistas opinan que no todo está perdido. La situación puede cambiar si se contextualizan las expresiones con la carga narrativa que les corresponde y se parte de la reconstrucción de algo básico: la educación.
Si se toma en cuenta que en promedio los mexicanos tienen un repertorio de 300 palabras para representar su entorno, según Byrd, empezar a llamar las cosas por su nombre no parece una tarea tan descabellada. Podrá ser tardada —en especial por tratarse de una época de recrudecimiento de la violencia en el país— pero descabellada no.
“No es un secreto que una sociedad se construye y destruye a partir del lenguaje, porque el mundo es como lo nombramos. Ojalá pronto todos hagamos conciencia de ello. Ojalá no tenga que ocurrir otro cataclismo para sacudirnos de rutinas nocivas, que aunque no parezca, nos matan poco a poco como sociedad”, asegura el experto de la UNAM.
Breviario de palabras inspiradas en el narco:
- Arremangado: Persona envalentonada.
- Encajuelado: Cuerpo humano sin vida abandonado dentro de la cajuela de un auto.
- Encobijado: Cuerpo humano sin vida envuelto en una cobija y abandonado en algún sitio.
- Ensillado: Armado.
- Fierro: Arma.
- Levantón: Una modalidad de secuestro por parte del crimen organizado, que tiene como objetivo amendrentar o asesinar a la persona.
- Narcofosa: Fosas comunes e ilegales en las que se entierran cuerpos enteros o desmembrados.
- Pozolear: Desintegrar un cuerpo humano en ácido o sosa cáustica.
- Plaza: Área bajo el mando de un cártel de la droga.
- Plomear: Balear.
- Punteros o halcones: Jóvenes que se contratan como vigilantes de un grupo criminal.
- Tablear: Método de tortura que consiste en golpear a una persona con tablas de madera. De uso común en el Cártel de los Zetas.
Fuente @ollinvelasco
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