La madrugada del 30 de junio de 2014, minutos después del enfrentamiento armado entre presuntos delincuentes e integrantes del Batallón 102 de Infantería en una bodega en Tlatlaya, Estado de México, un hombre que se encontraba en el interior llamó por teléfono a su esposa para decirle que iba a ser detenido y que buscara un abogado. Horas después, al llegar al lugar vio que su esposo era uno de los 22 cadáveres, presuntamente fue ejecutado extrajudicialmente por personal castrense.
Una prueba de que hubo sobrevivientes después del enfrentamiento y que fueron privados de la vida por soldados del Ejército Mexicano, sin embargo, el teléfono celular de donde salió la llamada de auxilio del hombre a su esposa no aparece dentro de las evidencias del caso de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM), de acuerdo con la investigación que realizó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Los teléfonos celulares y equipos de radiocomunicación de las víctimas fatales y sobrevivientes no forman parte de la averiguación previa del caso Tlatlaya, a pesar de que en las fotografías de los peritos mexiquenses son visibles junto a los cuerpos.
En las declaraciones de las mujeres sobrevivientes afirmaron que los hombres en la bodega de Tlatlaya hicieron llamadas telefónicas la noche del 29 y la madrugada del 30 de junio de 2014.
La madre de una de las 22 víctimas aseguró que días después de la muerte de su hijo marcó al teléfono celular que portaba y que el equipo seguía activo.
La Silla Rota tuvo acceso al expediente CNDH/2/2014/5390/Q de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que revela el robo de evidencias en el caso Tlatlaya y los errores en la cadena de custodia de la procuraduría mexiquense, fallas que vulneran el derecho a la verdad, la justicia, la seguridad jurídica y la procuración de justicia de los familiares de las 22 víctimas.
RECARGAS TELEFÓNICAS
La CNDH entrevistó a un vecino de San Pedro Limón Tlatlaya quien relató que el 29 de junio de 2014, alrededor las 20:00 horas, hombres armados, entre ellos una mujer menor de edad, que portaba un fusil, a bordo de tres camionetas de reciente modelo se estacionaron en el arroyo vehicular junto a una tienda a comprar refrescos y realizaron recargas telefónicas, luego se retiraron con dirección al centro de la comunidad.
Contó que a las 4:00 horas del 30 de junio de 2015, escuchó disparos provenientes del lugar donde se localiza la bodega. Alrededor de las 7:00 de la mañana salió de su casa rumbo a la farmacia, cruzó por el frente del inmueble donde se registró el enfrentamiento armado, observó al interior de la bodega diversos cuerpos tirados en el suelo y las camionetas que la noche anterior realizaron las compras.
El vecino precisó que junto a uno de los vehículos estaban tirados los cuerpos de tres personas, uno era el de la mujer menor de edad.
Testimonio que exhibe que algunas de las víctimas fatales de la bodega de Tlatlaya tenían teléfonos celulares, los cuáles horas después no fueron integrados en la investigación.
La Silla Rota tiene en su poder fotografías que muestras los teléfonos celulares y los equipos de radiocomunicación junto a los cuerpos de las víctimas, algunos fueron destrozados y quedaron en el interior de la bodega, lo que revela que no existió un adecuado levantamiento de evidencias.
EL CHIP
En el testimonio de una de las mujeres víctimas sobreviviente identificada como V23, relató que fue de Arcelia a San Antonio del Rosario a buscar a su hija en el expediente ubicada como V7, descubrió que la menor de 15 años se encontraba con hombres armados y trató de convencerla de que se regresa a casa con ella, pero que dos sujetos las subieron a la camioneta y las trasladaron a la bodega.
Dijo que unos de los hombres armados le quitó su celular y le extrajo su chip, y no le permitieron que se retirara, por temor a que los denunciara antes las autoridades. Dentro de la bodega la retuvieron en el fondo, en una de las esquinas.
El teléfono celular que portaba la víctima sobreviviente V23 tampoco aparece integrado como evidencia en la causa penal del caso Tlatlaya.
Un testimonio que exhibe que una de las víctimas dentro de la bodega de Tlatlaya sí portaba teléfonos celulares y que el personal de la procuraduría mexiquense perdió, no se dio cuenta de que le robaron evidencia en la escena, o tal vez perdió en la cadena de custodia.
LA LLAMADA
En una de las diligencias de contacto con los familiares de las víctimas que realizó la CNDH, una mujer (víctima indirecta 25) VI 25 reveló que su esposo V16 se comunicó con ella la madrugada del 30 de junio de 2014 minutos después del enfrentamiento soldados Batallón 102 de Infantería, para pedirle apoyo y que horas después lo encontró entre los 22 cadáveres.
La esposa aseguró a la CNDH que la llamada de su pareja fue para decirle que iba a ser detenido y que buscara un abogado.
En el punto 211 de la Recomendación 51/2014 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos quedó asentado que:
“…este Organismo Nacional cuenta con el testimonio brindado por Víctima Indirecta (VI) VI 25, concubina de V16, quien señaló que el 30 de junio, a las 04:00 horas, recibió una llamada telefónica de su esposo quien le dijo que ‘el gobierno’ los estaba confrontando (con palabras altisonantes), por lo que ella percibió que su esposo iba a necesitar un abogado porque los iban a detener, como si él se hubiera dado cuenta que ya no había salida y se iban a entregar, por lo que en ese momento se trasladó al lugar de los hechos, y cuando arribó pudo ver que las personas al interior habían sido privadas de su vida y que había muchos militares en el lugar”.
Su esposo V16 tenía 26 años y era originario del estado de Guerrero. El teléfono celular con el que llamó a su esposa VI 25 no forma parte de la investigación del caso Tlatlaya.
ROBO DE CELULAR
El 24 de octubre de 2014, la CNDH tuvo comunicación con la madre de la Víctima Fatal identificado con la clave V1 –cuyo cuerpo quedo en el muro norte de la bodega en Tlatlaya- y mencionó el tema de los teléfonos celulares:
“Además de asesinos ladrones” refirió la señora, ya que no le entregaron el teléfono celular ni la cartera de su hijo.
Dijo que tenía plena confianza de que su hijo llevaba consigo el teléfono celular el día que perdió la vida, ya que a pesar de que “estaba con esas personas contra su voluntad” pudo contactarse con ella y le dijo: “madre, te estoy llamando a escondidas para que si te preguntan no les digas para que no sepan. Te llamo porque tengo congoja por mi niña”.
La madre de V1 afirmó que días después de la muerte de su nuera siguió llamando al teléfono celular “y este funcionaba pero no contestaban”, lo que muestra que algunos aparatos de comunicación habrían sido resguardados por alguna autoridad sin reportarla en la averiguación previa, o bien, habría sido sustraído de manera ilegal frente a los peritos mexiquenses.
La CNDH comprobó que la PGJEM ocultó, o bien, permitió el robo de evidencias en el caso Tlatlaya, el ejemplo más visible es que los teléfono celulares y equipos de radiocomunicación de las víctimas no aparecen dentro de la investigación, a pesar de que en las fotografías de los peritos son visibles junto a los cuerpos, además existencia de las declaraciones de las sobrevivientes que afirman que los hombres en las bodegas hicieron llamadas telefónicas.
El organismo nacional señaló que “en la cadena de custodia realizada por la autoridad ministerial, no obran los teléfonos celulares, ni el equipo de radiocomunicación que portaban las personas, por lo que muy probablemente hayan sido sustraídos ilegalmente”.
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