La caricatura de Paco Calderon en El Norte ,plantea de manera irreverente una duda punzante sobre el llamado “Plan Michoacán” y los programas sociales de becas para jóvenes que la 4T ha defendido como antídoto frente al crimen organizado.
A la izquierda, un joven aparentemente “redimido” recibe una beca y deja atrás la pistola y el look criminal, como si la simple dádiva estatal bastara para rescatarlo del abismo. Pero a la derecha, la otra mano reparte billetes mientras el joven, ahora explícitamente sicario, presume colmillos, cola de diablo y más ganancias, sugiriendo que la beca no sustituye el ingreso del narco, sino que solo se suma como “segundo ingreso”, financiando una doble vida y perpetuando el ciclo de violencia.
Contexto e interpretación irreverente
La caricatura se burla de la visión oficial que cree que basta una beca para desactivar una vocación criminal. El mensaje es ácido: ¿acaso unos pesos al mes contendrán el atractivo de los generosos pagos que el narco reparte por ser “halcón”, sicario o informante?
El contraste es brutal: mientras programas como Jóvenes Construyendo el Futuro ofrecen apenas un “salario mínimo”, los cárteles pagan hasta 18 mil pesos mensuales y enganchan a niños y adolescentes desde muy jóvenes. El dibujo favorece el cinismo: la banda y la pistola se mantienen, el oro y el dinero fluyen, y la supuesta “redención” estatal parece una burla frente a la realidad volátil y sangrienta de las zonas de riesgo.
El debate político detrás del meme
El eslogan “Becarios sí, sicarios no” está en boca de todos: diputados de la 4T y Morena lo evocan como mantra, mientras la oposición lo considera propaganda hueca ante la corrupción y la falta de supervisión de los programas sociales.
Reportes alertan sobre padrones inflados, “moches” y empresas fantasma que absorben el presupuesto, mientras el narco sigue arrebatando a los jóvenes con ofertas económicas mucho más atractivas, redes de reclutamiento sofisticadas y una violencia implacable.
Para colmo, investigaciones periodísticas y análisis de ONGs constatan que los cárteles capturan a decenas de miles de menores cada año, les prometen ingresos imposibles de igualar por el Estado mexicano, y los programas sociales mal diseñados solo terminan maquillando estadísticas, no realidades.
Desparpajo gráfico y crítica social
Esta sátira visual es directa: los jóvenes no se salvan con discursos ni buenos deseos, sino con estrategias integrales y políticas que realmente compitan con el narco, no solo en lo económico, sino en la reconstrucción del tejido social. De lo contrario, concluye la viñeta, el Estado no está compitiendo, solo está financiando un “doble turno” del sicariato contemporáneo, en el país donde la línea entre política social y clientelismo criminal se diluye con billetes, balas y becas.
Con informacion: ELNORTE/PACO CALDERON/

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