Qué escena tan tropicalmente absurda la que nos regala el más reciente berrinche diplomático del Caribe: el Presidente colombiano, Gustavo Petro, se hartó del “gran hermano del norte” y decidió cortar el chorro de información (…seguramente mucha) con las agencias de inteligencia de Estados Unidos. Nada de correos, ni chismes cifrados, ni esas llamadas entre espías que suenan a película de la Guerra Fría.
La orden fue seca, tajante y de tuit: se suspenden los tratos hasta que cesen los misiles contra lanchas rápidas que no explica como es que navegan con motores con más caballos de fuerza que conciencia.
Porque, seamos honestos, una lancha con hasta tres motores fuera de borda, navegando a toda velocidad frente a las Antillas, no parece que vaya a pescar camarones. Petro, con esa mezcla de poeta socialista y boxeador cansado, alegó que la “lucha contra las drogas” debe subordinarse a los derechos humanos del pueblo caribeño. Muy bonito en el papel, pero detrás del verso hay cadáveres flotando y soberanías heridas que producen miles de toneladas de cocaina al año.
Mientras tanto, en Washington, el presidente Donald Trump califica a Petro como aliado del narcotráfico, y las relaciones bilaterales se vuelven más frías que un daiquirí olvidado. En medio del drama, el portaaviones Gerald Ford se pasea por el Caribe con ocho buques, un submarino nuclear y una bandada de F-35, como si fuera un recordatorio de quién sigue mandando en el vecindario.
El tablero geopolítico huele a combustible, hipocresía y miedo. Estados Unidos combate al narco con misiles hellfire,como Mexico lo ha hecho con Miniguns desde helicópteros artillados ,armas que tienen cadencia de fuego entre 2.000 y 6.000 disparos por minuto, aunque también existen versiones con cadencias de 4.000 disparos por minuto que pueden ajustarse.
Petro protesta en nombre de los derechos humanos, aunque su propio aparato estatal no siempre los respete. Y mientras tanto, las lanchas —esas que no son de pescadores del pueblo caribeño— siguen navegando, rápidas, cargadas y silenciosas, porque el riesgo,a su juicio nublado por la drogas, bien lo vale.
Con informacion: ELNORTE/

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