Un contraste directo, serio y sin concesiones sobre las cifras presentadas ayer por Omar Hamid García Harfuch,el llamado “Batman”, pero en versión Azteca,una vez confrontadas con la realidad cruda,desmontan cualquier aire triunfalista:
La estrategia presume, que 1 de octubre de 2024 al 18 de agosto del 2025 van 1,615 personas detenidas y 110 abatidas —cifras que supuestamente deberían reconfortar al ciudadano. Todo envuelto en la narrativa de una autoridad que, ante la hemorragia de sangre y miedo, se empolva el rostro anunciando la incautación de “más de 3,000 armas”, (muchas abandonadas), el desmantelamiento de “105 laboratorios”, (muchos ya sin uso), y la retórica inagotable de “miles de soldados, policías, marinos y Guardia Nacional trabajando por la gente”.
Pero lo que la autoridad NO presume inflando el pecho, es que del 9 de septiembre de 2024 al 17 de agosto de 2025 hubo 1,873 homicidios dolosos —es decir, 5.5 personas asesinadas cada día, una rutina macabra que parece parte del propio calendario oficial.
Pero el tono casi festivo contrasta con 1,868 personas que han sido privadas de la libertad (a razón de 5.4 diarias), mientras que 6,613 vehículos desaparecieron por obra y gracia de los criminales: 19.3 diarios, como si Sinaloa estrenara un “mejor” servicio de valet parking sin devolución.
Pero cuando sumamos todo, lo que queda no es un éxito, sino la pira de un fracaso: porque debajo de cada número hay historias truncadas, ausencias, familias destrozadas, desaparecidos que solo sirven para inflar la estadística del “esfuerzo criminal exitoso”. Los detenidos pueden lucir bien en la conferencia —pero los muertos, los desaparecidos y la gente que ya no sale a la calle no aparecen en los festejos oficiales.
Así que no, las cifras con “aire victorioso” no son otra cosa que rúbricas sobre la crónica de una herida abierta. Y mientras la autoridad glorifica el esfuerzo de su operativo, la sangre sigue escurriendo entre los reportes y las ceremonias.
El choque de narrativas:
La oficial:Construye un discurso de “eficacia” a partir de números de aseguramientos y detenciones Vs la realidad material que padecen los ciudadanos, sostenida por la continuidad de la violencia, desapariciones y delitos de alto impacto.
Pero en un mano a mano entre ambas versiones (autoridad vs. hechos), la balanza luce inclinada muy claramente hacia el fracaso de la estrategia, si atendemos no sólo a las cifras, sino a lo que representan:
📊 Los datos oficiales (según el “balance triunfalista”)
- 1,615 detenidos y 110 abatidos (octubre 2024 – agosto 2025).
- Incautación de +3,000 armas.
- Desmantelamiento de 105 laboratorios de droga.
- Control narrativo con despliegue de fuerzas federales y locales.
📉 La otra cara (los datos que NO se celebran ellos, sino los otros)
- 1,873 homicidios dolosos (en menos de un año), es decir, 5.5 asesinatos diarios.
- 1,868 personas privadas de la libertad, una cifra que prácticamente iguala a los detenidos oficiales pero en la columna de la victimización.
- 6,613 vehículos robados, equivalentes a 19.3 diarios, que exhiben la impunidad en delitos patrimoniales.
🔍 El contraste
- Por cada detenido que la autoridad celebra, casi una persona es privada de la libertad (1,615 vs. 1,868), lo que genera un saldo neto en contra de la población.
- Los homicidios no ceden, lo cual desarma cualquier discurso triunfalista: de nada sirven los laboratorios destruidos si la tasa de asesinatos sigue siendo la métrica más visible para la ciudadanía.
- Los delitos de alto impacto (homicidios, desapariciones, robos de vehículos) continúan moldeando el clima de inseguridad mucho más que el número de armas aseguradas.
⚖️ ¿Quién va ganando?
- En el papel oficial, gana la narrativa gubernamental: cifras presentadas con un aire de logro.
- En la vida real, gana el crimen organizado: mantiene su capacidad homicida, de desaparición y de control territorial, mientras la estrategia oficial apenas logra parches estadísticos que no cambian la cotidianeidad del miedo que el gobierno también provoca.
🩸 Conclusión
Lo que queda claro es que estas cifras no dibujan victoria alguna, sino un empate falso: el gobierno mide sus “éxitos” con detenidos y decomisos, pero la sociedad mide su tragedia con homicidios, desaparecidos y delitos cotidianos.
En un mano a mano sin maquillaje, lo que se impone no es la fuerza estatal, sino la persistencia del crimen y la fragilidad de una estrategia que convierte cada conferencia en ceremonia, mientras la estadística de muertos y ausentes se convierte, tristemente, en el verdadero parte de guerra.
Con informacion: NOROESTE/

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