Si por la ley fuera, Gerardo Fernández Noroña debería estar transmitiendo desde Altiplano TV, no desde YouTube Live. Resulta que las diarias peroratas del senador morenista no son solo catarsis política, sino caja registradora digital: ahí se mezclan el sermón revolucionario con el “pásenme su donación en dólares, compañeros”.
Según la Ley de Responsabilidades Administrativas, un senador no puede recibir “donaciones” (sí, aunque vengan disfrazadas de sticker de ranita brincando en el SuperChat). Pero Noroña, muy creativo, ha convertido el botón de “aportar” en su propio “cover” de entrada al evento, como en antro fifí pero versión marxista.
Y mientras el Código de Ética del Senado le recuerda que no se vale recibir beneficios extras, él agradece en vivo:
— “¡El Noroñatón, qué bárbaros! Mil 400 dólares”.
Como quien junta para la tanda, pero en moneda gringa y ante los ojos de todos.
El problema no es menor: hablamos de 251 transmisiones solo en lo que va de 2025, con aportaciones que llegan hasta de identidades anónimas y desde el extranjero. Y si ya nos ponemos electoreros, pues peor: durante su precampaña y campaña siguió transmitiendo, recibiendo aportes digitales que jamás se reportaron en los gastos oficiales. Es decir: un “crowfunding outlaw”,un financiamiento colectivo fuera de la ley que ya quisiera cualquier candidato en apuros.
Porque aquí, en vez de “AMLOvers” o “Chairos”, tenemos la nueva secta digital: los Noroñalovers con tarjeta Visa.
Las cuentas mochas
No cuadran los $188 mil que declara como ingresos de YouTube, cuando nada más en un par de transmisiones en dólares ya rozó esas cantidades. Vamos, que sus números son como su discurso: largos, confusos y con cortes convenientes.
La ley es clara:
- Artículo 52: prohibido aceptar donaciones.
- Artículo 445 del INE: prohibido recibir recursos no reportados en campaña.
Pero Noroña ya encontró el truco de la ley, el vacío legal perfecto:
camuflar la recaudación política como streaming de influencer.
Ni Luisito Comunica, ni Yuya, ni Escorpión Dorado… el trovador del SuperChat ya domina ese mercado.
El verdadero “negocio de la 4T”
Lo irónico es que mientras muchos funcionarios del gobierno de Sheinbaum se queman las pestañas inventando contratos inflados o empresas fantasma, Noroña decidió algo más sencillo: prender la cámara, soltar la verborrea, y esperar a que los dólares virtuales vayan cayendo. El clientelismo político del futuro ya no está en las despensas, sino en los emoji pagados en el chat.
👉 Conclusión :
Fernández Noroña pasó de ser “tribuno del pueblo” a “Youtuber en funciones de Estado”, demostrando que la corrupción también sabe adaptarse a los tiempos digitales. La Cuarta Transformación ya no solo se transmite por la mañanera, sino que ahora tiene su propio OnlyFans de la revolución, en versión SuperChat.
Con informacion: ELNORTE/

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