De la vecindad al edén de lujo: la metamorfosis de Noroña
Antes, los vecinos de la clásica vecindad de Santo Domingo podían apostar a que su vecino famoso —ese de las arengas rebeldes y la camisa siempre a medio planchar— se peleaba el agua caliente y los gises para marcar la raya del tendedero. El poeta en camiseta, el eterno aspirante a Quijote en sandalias que presumía austeridad hasta en el medidor de luz.
Pero, ¡sorpresa! Hubo mudanza y qué mudanza. De esas que hacen que hasta el portero se santigüe. Porque ahora, Noroña no vive en la vecindad… ¡Vive en Tepoztlán, pero no en cualquier “jacal”! Nada de techos de lámina ni pisos de cemento frío: hablamos de 1,200 metros cuadrados de puro glamour, decorados como de catálogo de revista fifí. Más plantas que en Coyoacán, más cojines que en Liverpool, más vistas panorámicas que en Google Maps.

¿Austeridad republicana?
Eso era en el pasado. Ahora, el senador revolucionado descansa en sillones mullidos, mientras afuera, el perfume del campo y el canto de los pájaros disipan cualquier recuerdo de vecindad goteando y regaños por la cuota del gas. La transformación inmobiliaria más mágica que Tlaloc y AMLO juntos.
Por algo la prensa nacional lo presume: aquí el único cambio verdadero fue de domicilio y de estilo de vida. El Chavo ya no vive en la vecindad. Y este compa, tampoco. ¡Aplausos a la 4T, que no solo le cambió la vida, le cambió el código postal!
Con informacion: ELNORTE/

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