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lunes, 25 de agosto de 2025

LA “POBREZA de POBRES MORALES”: EL “SEGUNDO PISO de la 4T de la SEÑORA SHEINBAUM REPITIO TRANSA de SEGALMEX de 2 MIL MILLONES ahora en ALIMENTACION para el BIENESTAR…pero de un puñado de pillos con amigas y amigos en el poder.


Alimentación para el Bienestar, organismo que sustituyó a Segalmex, tras desvíos e irregularidades de 15 mil millones de pesos en el sexenio de AMLO, asignó contratos a una red de empresas que simuló competencia, ahora bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum reportó domicilios inexistentes y que utilizó prestanombres con identidad robada.

Diconsa perteneció a Segalmex en el sexenio corrupto de Andrés Manuel López Obrador y desde el inicio del Gobierno de Claudia Sheinbaum pasó a Alimentación para el Bienestar, que encabeza María Luisa Albores González con la misma vocación de “T de transas”.

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) constató que cinco empresas con vínculos entre sí -algunas creadas hace apenas dos años- fueron utilizadas en procedimientos de contratación para obtener asignaciones por casi 2 mil millones de pesos en Diconsa, la dependencia encargada de llevar alimentos a comunidades rurales y marginadas. 

El menú de la corrupción: la “alimentación para el bienestar” de prestanombres y fantasmas fiscales

El Gobierno prometió llevar comida a los más pobres, pero lo que en realidad montó fue un banquete multimillonario servido en la mesa de las empresas fantasma. Nació como Segalmex, murió apestado por un desfalco de 15 mil millones de pesos en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, y renació como Alimentación para el Bienestar, bajo la bendición de María Luisa Albores González, ya en la era Sheinbaum. En teoría, el cambio de nombre era para limpiar la casa; en la práctica, fue para barrer la mugre debajo de la alfombra.

Bajo este disfraz de cruzada social, cinco empresas hermanas de papel —Konkistolo, Abastémade, Grupo Pelmu, Todólogos.com y Comercializadora FamilyDuck— se repartieron casi 2 mil millones de pesos en contratos de Diconsa, el organismo encargado de surtir alimentos en zonas marginadas.

Hasta ahí, podría sonar al mismo guion de siempre. Lo escandaloso es el nivel de cinismo: una mujer sin trabajo, enferma y viviendo en un departamento modesto en Benito Juárez, apareció de repente convertida en accionista mayoritaria y administradora única de Konkistolo… con contratos por más de 256 millones de pesos. “¿Alguien habrá ocupado mi nombre?… ¡Imagínense algo tan serio!”, dijo entre lágrimas. Para el gobierno, su nombre fue un boleto; para ella, fue una pesadilla.

Mientras tanto, la ASF documentó cómo estas empresas simulaban competir entre sí, triangulando dinero y transfiriendo recursos entre accionistas cruzados. En otras palabras, fingían licitaciones, pero el ganador siempre era el mismo: la red armada para sangrar al erario.

Las direcciones fiscales eran otro monumento a la farsa:

  • Konkistolo y FamilyDuck dieron una dirección en la Colonia Roma Norte… que en realidad corresponde a un despacho de abogados del Poder Judicial.
  • Todólogos.com, muy modernos, reportaron vivir en los lujosos departamentos Be Grand.
  • Grupo Pelmu juró tener como oficina una bodega que en realidad aloja una imprenta en Azcapotzalco.

Y como en toda tragicomedia mexicana, no podían faltar los prestanombres reciclados: una vendedora de seguros, una empleada de autobuses en Morelos, sus parejas, exparejas y hermanos metidos a “accionistas”. Enrique Magaña del Valle, por ejemplo, se acredita como dueño del nombre comercial de FamilyDuck y de Todólogos.com. Su hermano, Yibrán, aparece como administrador de Grupo Pelmu. Una familia muy “todóloga”, especializada no en vender comida, sino en chupar de la ubre federal.


La farsa con disfraz de política social

El esquema es claro: primero Segalmex, ahora Alimentación para el Bienestar. El discurso oficial habla de justicia social, pero la práctica ha sido privatizar la pobreza como negocio de unos cuantos con el sello de “programa emblemático”.

El resultado: miles de millones de pesos destinados a cubrir la emergencia alimentaria de comunidades rurales terminaron en manos de empresas de cartón con accionistas de carne y hueso que nunca se enteraron que estaban al frente de un emporio imaginario.

El dinero, como siempre, desapareció entre triangulaciones, bodegas de humo y escrituras notariales que valen menos que un ticket de tienda de abarrotes.


Preguntas sin resolver:

¿Y dónde está la austeridad republicana, las manos limpias y el evangelio de que “ya no somos iguales”? Aquí está: en un despacho de abogados de la Roma Norte, en un tercio de piso de Be Grand, en una imprenta disfrazada de corporativo y en el nombre manoseado de una mujer que apenas sobrevive.

La “alimentación para el bienestar” resultó ser esto:
el bienestar de un puñado de pillos con amigos en el poder, la indigestión eterna de un país condenado a comerse su propia corrupción.

Con informacion: ELNORTE/

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