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martes, 26 de agosto de 2025

LA “TRANSFORMACION…INMOBILIARIA”: EL “SENADOR NOROÑA se COMPRÓ JACAL de 12 MILLONES de PESOS en PUEBLO MAGICO y de MANERA MAGICA”…algo asi como 26.4 kilos de puro billete de 500.


El senador Gerardo Fernández Noroña (Morena), hasta esta semana presidente del Senado de la República, aseguró que con su ingreso como legislador, ahora como senador y antes como diputado federal, pudo adquirir en 2024 una propiedad de 12 millones de pesos en Tepoztlán, Morelos.

La cantidad de 12 millones de pesos, en billetes de 500 pesos equivalen a 24,000 billetes, que pesan aproximadamente 26.4 kilogramos en total.

Pero como siempre ocurre, el Senador diluyó la compra con el mismo tono e idioma con que Morena y los suyos evaporan los señalamientos.

Pero como aqui algo apesta mas que a cinismo,ese con el que construyen ladrillo a ladrillo la farsa de austeridad republicana donde sobran los privilegios y escasea la vergüenza.” Vamos a desmenuzar esta joya de autocomplacencia política con lupa quirúrgica y machete en mano, porque si algo huele mal aquí no es el copal de Tepoztlán, sino el discurso de Gerardo Fernández Noroña convertido en fachada inmobiliaria.


1. El teatro de la modestia forzada

Noroña insiste en que su mansión de 12 millones de pesos en Tepoztlán es una “casita de clase media”. Sí, claro: una propiedad de 1,200 metros cuadrados en uno de los pueblos mágicos más encarecidos por el turismo, el retiro de políticos y el mercado inmobiliario espiritualoide de yoga y temazcal… ¿y todavía la vende como vivienda popular con subsidio del Infonavit? Esa narrativa de “clase media” es un insulto directo a la clase media real, la que sobrevive con salarios sin seguridad laboral, rentas desorbitadas y créditos que no alcanzan ni para un departamento de 50 m² en Ecatepec.


2. El truco del crédito como coartada

El senador repite como mantra que la casa está “a crédito”. Eso no es un argumento de honestidad, es maquillaje contable. Cualquier político con ingresos elevados puede acceder a créditos hipotecarios millonarios que no están al alcance del ciudadano promedio. El crédito no hace humilde la compra, solo difiere el pago. Aquí lo que busca es vestir de sacrificio lo que en realidad es un salto de clase con el dinero que proviene, cómo no, del erario.


3. La incongruencia con la narrativa 4T

La autoproclamada “austeridad republicana” se vuelve un mal chiste cuando uno de sus exponentes más ruidosos presume un refugio en Tepoztlán que equivale a 500 años de salario mínimo diario. Noroña se vende como el enemigo del privilegio, pero difícilmente se vive la austeridad entre paredes de cantera y terrazas con vista al Tepozteco. Su discurso antiélite se desploma al mismo ritmo en que sube el precio del metro cuadrado en Morelos.


4. El recurso del sentimentalismo barato

El guiño melodramático de que quiere que sus cenizas reposen en los cerros de Tepoztlán no es más que un cierre poético de jabón chafa. Busca humanizar lo que en los hechos es un acto político de ostentación: la compra no es solo un patrimonio, es un blindaje de estatus. El “quiero terminar mis días aquí” es la clásica cortina afectiva para disfrazar una adquisición que genera sospecha legítima.


5. El juego con la transparencia

Noroña subraya que está en su declaración patrimonial, como si ese acto mecánico de cargar un formulario fuera garantía de limpieza. Lo hace ver como si exhibir el inmueble públicamente borrara la discusión de fondo: ¿cómo es que un legislador, con un sueldo público, puede sostener una propiedad de 12 millones sin haber ocupado altos cargos ejecutivos, sin herencias bancarias, sin negocios propios conocidos?

La trampa está en que la declaración no responde al origen de los recursos, solo a su registro. Es como enseñarle al SAT un coche de lujo y decir: “Sí, es mío, aquí lo tengo en mi papelito”, sin explicar de dónde salió la gasolina.


6. El doble rasero del “yo sí puedo”

Este episodio también desnuda la hipocresía habitual: cuando se trata de opositores con casas millonarias, el discurso de Morena los convierte en sangre de fifí; pero si es Noroña, entonces es “una casa de clase media”, “a crédito” y “legítima”. La moral pública se acomoda al color del partido. En realidad, la compra no prueba delito alguno (hasta ahora), pero sí exhibe el sesgo brutal y el cinismo de un movimiento que convirtió la austeridad en eslogan mientras sus operadores la deshacen en privado.

Conclusión:

Fernández Noroña acaba de graduarse del club inmobiliario de la 4T, ese donde la palabra “pueblo mágico” significa “estacionamiento de casas millonarias para políticos en retiro”. El senador pretende vendernos la idea de que adquirió una vivienda modesta, como si hubiera comprado un pie de casa en INFONAVIT Cuautitlán. Pero su declaración pública es tan grotesca que convierte al propio discurso de austeridad en un cadáver político, uno que ojalá descansen, como él, en la montaña mágica del cinismo mexicano.

Con informacion: ELNORTE/

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