Pues mire usted: en Tabasco no necesitan ver Netflix o cualquier otra plataforma para ver cómo se cruzan los mundos de la politica,el narco,la milicia y el gobierno. Hernán Bermúdez Requena,cuate de doble raya del Senador de Morena y tambien bandido y que hasta hace nada despachaba como flamante Secretario de Seguridad Pública bajo el auspicio de la 4T, resultó ser menos policía que capo con placa, un vulgar hampón que limpiaba las calles… pero de competidores, como auténtico operador de cártel.
El hombre, acusado como líder del grupito criminal “La Barredora”(qué originalito el nombre, casi de liga de futbol rápido), cayó en la causa penal 213/2025, donde un juez de Tabasco lo reclama junto con dos brillantes lumbreras de la delincuencia:
- Eduardo Vázquez Orellana, alias “El Menchito” o “El Blin Blin” (sí, parece apodo inventado en la banqueta de un antro),
- y el abogado Manuel de Atocha Romero, asesor legal con alma de secuestrador.
El combo está acusado de secuestro exprés, extorsión y asociación delictuosa, por levantar al empresario gasolinero Ramón Martínez Armengol, cuyo único pecado fue tener una estación de gasolina que terminó asegurada por la FGR y el Ejército por presunta venta de huachicol.
Y aquí viene lo sabroso: no es que el Ejército no supiera quién era Bermúdez. Claro que sabían. Nomás se hicieron de la vista gorda mientras el tipo aplaudía tomaba cafe con ellos en las mesas de seguridad o en actos oficiales donde posaba como guardián de la seguridad.
¿Cercanía con cárteles? ¿Omisión de deber? Nah, pura “espera estratégica”, de esas que te venden como inteligencia, cuando en Elos hechos lo mas inteligente que tienen es el smartphone. Al final dejaron que el muchachón se tropezara solo años después. Vaya eficiencia.
Lo tragicómico:
- El abogado Romero, prófugo, era viejo conocido de la víctima. Ya ve, uno nunca sabe si el que le lleva los contratos también le va a tender la emboscada.
- “El Blin Blin” desapareció mágicamente en Cancún (porque si vas a huir, qué mejor que una última mojadita en el Caribe).
- Y Bermúdez, ni tardo ni perezoso, se subió a un vuelo en Mérida con rumbo a Panamá el mismo día de la orden de captura. Literal, voló de la justicia que asi pudo avisarle a uno mas de los suyos que era del crimen.
Lo que queda es la foto del sistema: un policía de alto rango, encumbrado por la política, protegido por el silencio militar y celebrado en el discurso oficial, que en realidad jugaba al dos bandas: uniforme de día, narco de noche y de dia.
El desenlace está cantado: tarde o temprano lo agarran o se esfuma entre las grietas del aparato que le permitió estar ahí. Lo de siempre en la ley y el desorden a la mexicana, los jefes policiacos terminan más fichados que los malandros que juraban perseguir.
Con informacion: ELNORTE/
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