En el pais de la violencia perpetua,muy y gracias al gobierno de este pais,comunidades enteras del estado de Guerrero estan librando batallas sin Estado, mientras las autoridades, estatales,federal y militares siguen mirando para otro lado, hacerle como que las combaten o “dar el pésame” en Facebook
Porque en Guerrero, la realidad sigue escribiéndose con sangre y sin policía oficial a la vista. Ocho comunitarios de la UPOEG fueron emboscados en Ayutla, a 139 km de Acapulco la medianoche del pasado sabado, como si la Costa Chica fuera un campo de guerra olvidado por Dios y, peor aún, por el Estado.
Los cuerpos quedaron tirados en el camino de terracería, rifles y escopetas en mano, mientras las autoridades todavía bostezaban y el municipio se limitaba a colgar en redes sociales un “sentido pésame”. Porque claro: para pelear contra Los Ardillos y Los Rusos, basta una publicación en Facebook.
La UPOEG, esa organización nacida en 2013 con la bravura de campesinos y comerciantes hartos de pagar piso a criminales, ahora parece un ejército cansado, parchado de muertos y traiciones. A su líder histórico, Bruno Plácido, lo mataron a tiros en octubre de 2023; luego, en julio del 2024, otra masacre dejó seis de sus hombres en el suelo. Hoy, de nuevo, la historia se repite.
Mientras tanto, los discursos oficiales insisten en que “todo bajo control” y que el Estado de derecho late fuerte. En Ayutla, en cambio, la ley se escribe “como Dios les da licencia”: con escopetas viejas, patrullas improvisadas y el miedo convertido en costumbre.
Porque si algo ha demostrado Guerrero es que, cuando la seguridad se privatiza con sangre, la sobrevivencia no se mide en estrategias de seguridad ni despliegues militares ruidosos, sino en cuántos vecinos se atreven a salir a vigilar de noche sabiendo que tal vez no regresen.

Con informacion: DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS

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