“Con esta seguridad viaja la Ciudadanía por las Calles y Carreteras de Reynosa en Tamaulipas ,aaayy perdón, no es la Ciudadanía, esa escolta es solo y exclusivamente para el Gober !!!, dijo desde sus redes activo usuario, luego de la reciente visita de doctor de Americo Villarreal Anaya,aun gobernador de Morena en libertad,que se atrevió a viajar por la carretera de Reynosa a Miguel Aleman,tambien llamada la carretera de la muerte,pero lo hizo con el estilo de su antecesor en el gobierno,el panista Francisco Javier Garcia Cabeza de Vaca,con casi docena de autos escolta.
Es irónico y alarmante observar cómo, sin importar el color del partido en el poder, la conducta se repite: dos gobernadores de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca y Américo Villarreal Anaya,desplegando nutridas caravanas de escoltas y vehículos blindados al transitar por la misma ruta de la llamada “carretera de la muerte”, entre Reynosa y la frontera chica.
Las imágenes recientes muestran a Villarreal protegido por casi una docena de camionetas y elementos, igual que lo hacía su antecesor panista, mientras ambos gobiernos proclamaban mejoras en seguridad y presumian supuestas reducciones en los índices delictivos que claramente no se creían ni ellos.
Pero ¿qué explica este exceso de resguardo? ¿Miedo genuino, información privilegiada sobre riesgos o, simplemente, una desconfianza profunda en los propios resultados que reportan?
Resulta incongruente que mientras el gobernador de Morena no deja de asegurar ante los medio de difusión que “Tamaulipas es seguro” y hasta presume históricas bajas en homicidios y delitos de alto impacto, recorra el estado sublider nacional en “levantones”,rodeado de un aparato más propio de una zona de guerra que de un territorio pacificado o en vías de serlo.
La realidad que enfrenta la ciudadanía es otra: tan solo en Reynosa, según la más reciente encuesta del INEGI de julio de 2025, el 81.1% de los habitantes se siente inseguro en su vida diaria—cifra que incluso ha ido al alza respecto al trimestre anterior. La percepción es clara: en la frontera, salir de casa no garantiza volver, especialmente en esos tramos carreteros eternizados por la violencia y las desapariciones.
Por si fuera poco, ambas administraciones han llenado de excusas y discursos grandilocuentes el espacio público. El panista Cabeza de Vaca llegó a reformar leyes para conservar escoltas aún fuera del cargo, mientras que a Villarreal Anaya le basta con repetir cifras maquilladas y posturas optimistas ajenas al miedo cotidiano de sus gobernados.
Nadie olvida que precisamente en otro tramo de la carretera federal 85 Monterrey-Nuevo Laredo—epicentro de desapariciones masivas y extorsiones—las caravanas oficiales parecen reconocer con hechos lo que niegan con palabras: que Tamaulipas sigue siendo rehén de la inseguridad.
Así, cabe cuestionar severamente: ¿De qué le sirve al ciudadano la retórica de seguridad, si ni el propio gobernador confía en ella para circular sin escoltas por su estado?
¿Por qué exigirnos “normalidad” y confianza, mientras ellos se desplazan entre murallas de escoltas? La protección excesiva de los mandatarios convierte en burla la promesa de paz; es una bofetada para quienes no tienen más blindaje que la resignación y la incertidumbre diaria.
Con informacion:@Redes/

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