Nicolás Maduro, presidente de Venezuela y autoproclamado comandante de la patria sitiada, anunció con bombo, platillos y tanques oxidados el despliegue de nada más y nada menos que 4.5 millones de milicianos. Todo muy épico, como de película de bajo presupuesto, pero con el mismo final anunciado: un pueblo convertido en carne de cañón para que el dictador pueda salvarse el pellejo.
Maduro no habló de hospitales, ni de medicinas, ni de comida, no. Su programa para enfrentar las sanciones de Estados Unidos consiste en darle fusiles a los campesinos y misiles a los obreros. La receta de siempre: proteger a la élite gobernante a costa de la miseria de la gente.
Ahora bien, mientras Maduro se blinda con milicias campesinas (y quizá gallinas revolucionarias con bayonetas), en México muchos ya levantan la ceja. Y no es paranoia tropical: el termómetro político marca fiebre alta.
La inquietud no es gratuita. Maduro también empezó hablando de soberanía, de amor al pueblo, de que los ricos eran los culpables de todo… hasta que terminó rodeado de militares incondi$ionales dispuestos a aplaudirle cualquier capricho a cambio de petróleo y poder. Y cuando uno veia a AMLO rodeado de los siempre leales, militarizando aduanas corruptas con mas corruptos, negocios militares con aeropuertos, trenes y hasta el futuro de los tamales oaxaqueños, pues la comparación no tarda en aparecer.
Radiografía del pulso social: ¿México, el próximo Madurazo?
Pero llama poderosamente la atencion,que la informacion publicada por EL NORTE,deja ver en sus reacciones el termómetro social puro en Mexico: comentarios crudos, sarcásticos y desinhibidos desde Monterrey, Cadereyta, San Pedro… el sentir de la calle sobre Maduro, AMLO y el espantajo del “populismo tropical militarizado”. Te compartimos un análisis y destilado de estos comentarios adjuntos de las impresiones de pantalla:
1. El humor ácido como defensa:
Los comentarios están cargados de sarcasmo, burla y desdén absoluto hacia Maduro y, por extensión, hacia la retórica de “presidente obrero” que muchos ven reflejada en AMLO (“¿Y el AMLO para cuándo?”, “4.5 millones de milicianos con pistolitas y carabinas de postas, seguro los gringos están temblando… de risa”, “Jaja tiembla EU pero de risa”). La incredulidad es la norma: nadie cree en “el enemigo externo” ni en el cuento de las milicias.
2. Populismo igual a autoritarismo:
Se señala, una y otra vez, el paralelismo entre Maduro y el actual gobierno mexicano. Expresiones como “Y pensar que MORENA se inspira en Venezuela…” o “Narcorata igual a los narcomorenos” evidencian el miedo a que México repita la receta venezolana: militarización, demagogia, polarización y saqueo.
3. Criminalización, clasismo y desdén:
No faltan los insultos (“payaso farsante”, “simplemente es un infeliz mal nacido”, “narco-dictador”), pero llama la atención la carga clasista y regionalista que salpica (“chairos”, “caros de olmecas y mayas asquerosos”, “comunistas”). Aquí hay un hartazgo social que traduce la política en tribalismo.
4. Deseo de caída y justicia poética:
No hay compasión: desean abiertamente la caída de Maduro (“Nada me daría más gusto que salga como Husein”), incluso sueñan con el mismo destino para los líderes mexicanos (“que el siguiente sea anlo, familia y amigos”).
5. Desprecio por la narrativa oficial:
La “defensa de la patria” no convence a nadie (“fusiles para el pueblo… pero ni resorteras tiene”, “misiles dirigidos contra machetes…”). El militarismo es visto como cortina de humo y cobardía.
6. Comparaciones históricas y tecnológicas:
Destacan lo absurdo de “milicianos con fusiles” en la era de drones y guerras tecnológicas (“Lo que es vivir en el pasado…”).
¿Quién necesita al ENARM cuando puedes armar al pueblo? El Madurazo y los miedos que cruzan el Bravo
“¡Fusiles para la patria!” proclama Maduro mientras del otro lado, en México, más de uno ya se acomoda para el déjà vu. Porque si algo está claro leyendo estos comentarios de a pie, es que la película de Venezuela no termina de gustar, pero el tráiler ya empezó a rodarse en nuestras salas nacionales.
Aquí la raza ya no la compra. Que si 4.5 millones de milicianos, que si fusiles para campesinos, que si tanques para obreros. ¡No manchen! El verdadero terror no son las amenazas de Trump, sino los memes hechos carne: “misiles dirigidos por láser contra machetes”, “milicianos entrenados con pistolas de postas y resorteras”, y al fondo, la carcajada de Lalo desde Buenos Aires: “¡Jajaja tiembla EU, pero de risa!”.
El desgaste es tal que, para muchos, armar al pueblo significa sólo acelerar la cita con la justicia divina o texana: “Que lo entreguen a USA, y por favor, el siguiente sea AMLO, familia y amigos…”. ¿Desalmados? ¿Radicales? ¿O simplemente hartos de ver cómo el discurso anti-imperialista se usa para blindar mansiones y cuentas congeladas mientras el pueblo… pues se arma, sí, pero de paciencia?
El clasismo brota: “Nos sobran 30 millones de chairos”, “narcomorenos”, “KKS”, viejo deporte nacional: los bandos, la polarización, el desprecio mutuo. Pero la crítica es línea directa al poder: “Narco-dictador usando al pueblo para su defensa, cobarde”, “el Presidente Obrero ahora con cortes de 7 mil dólares”.
Lo cierto es que cada comentario es una plomada en el ánimo colectivo: nadie le compra el numerito ni a Maduro, ni a quienes sueñan con la versión mexicana del Madurazo. La amenaza de la militarización, la compra de lealtades a billetazos, el uso del miedo y la épica patria para encubrir saqueos llama más a la burla que a la revolución: “con resorteras”, “de risa”, “el miedo no anda en burro”.
Y si el miedo no anda en burro, ¿cuánto falta para que en México andar armado de discurso no alcance, y los verdaderos dueños del país —el pueblo, no los milicianos de utilería— digan ya basta?
En sintesis:
La historia ya se vio: cuando un presidente sueña con eternizarse rodeado de soldados y le llama pueblo armado a lo que en realidad es miedo disfrazado, no hay soberanía que valga, ni patria que aguante.
Maduro defiende sus mansiones y sus millones incautados con ejércitos de hambre. Que no nos agarren aquí con la misma receta, porque si algo ha demostrado el manual del populismo tropical es que, cuando el “líder” arma al pueblo, en realidad lo despoja hasta de su derecho a pensar.
Con informacion: ELNORTE/








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