La narrativa oficial que acostumbra vender fracasos como victorias, se dejó ver otra vez el dia de ayer, luego de reciente anuncio sobre la prórroga de los aranceles. En efecto, lo que desde la versión gubernamental se intenta presentar como una victoria diplomática —lograr la suspensión temporal de aranceles—, en realidad es un capítulo más en una dinámica de presión estadounidense que no ha cambiado de fondo, porque gran parte del acuerdo final gira en torno a la seguridad en la que Mexico,a pesar de que es beneficiario de ayuda se torna evasivo para proteger intereses oscuros, no soberanía.
La suspensión de los aranceles por 90 días no resuelve nada;simplemente aplaza el conflicto y fija nuevas condiciones para futuras negociaciones. Contrario al discurso triunfalista, la medida evidencia la vulnerabilidad de México y es tan solo una prórroga condicionada, que deja claro que Estados Unidos mantiene el control de la agenda económica y comercial.
La prórroga de los aranceles es, en efecto, una victoria pírrica y temporal; la incertidumbre persiste y se corre el riesgo de que, en el corto plazo, se impongan condiciones aún más onerosas, particularmente si la estrategia presidencial se reduce a evitar el conflicto en vez de resolverlo en definitiva, negociando para beneficio de los dos paises,las exigencias norteamericanas.
No sólo no se resuelve el problema, sino que se normaliza. La clave será observar en los próximos días cómo se redefine la posición mexicana ante exigencias —en seguridad, migración y comercio— que no van a desaparecer y que, en manos de un liderazgo como Trump, pueden adquirir un tono todavía más agresivo si mexico sigue enmascarando su “NO” en una soberanía mal entendida.
Con informacion: @REDES/

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