El comunicado dado a conocer por la Casa Blanca, en el que afirma que los cárteles de la droga son aliados del gobierno mexicano, es brutalmente histórico.
Jamás, la Casa Blanca se había manifestado con tal contundencia: “el Gobierno de México protege a los cárteles de la droga”.
Ni en los peores años de la supuesta colusión Calderón-García Luna-Salvador Cienfuegos, el gobierno de Estados Unidos se atrevió a decir que México era un narcogobierno, un narcosistema, un narcoestado.
La narrativa del régimen de Andrés Manuel López Obrador, que acusó al pasado neoliberal de mantener una complicidad con el narcotráfico y el crimen organizado, se derrumbó, no en un párrafo, sino en solo dos líneas: la Casa Blanca acusó abiertamente a México de “tener una alianza con los cárteles de la droga y poner en peligro la seguridad nacional y la salud pública de Estados Unidos”.
En solo dos líneas, la narrativa que culpaba a Calderón, a García Luna, a Peña Nieto, a quien usted guste y mande, se derrumbó. ¿Quién cree usted que según Estados Unidos son los narcos? ¿Qué clase de información debe tener la Casa Blanca para sacar un comunicado de este tipo? ¿Información de la DEA, del FBI, del Homeland Security?
Hubo infinitas señales de que el gobierno de Estados Unidos, el Congreso, el Departamento de Estado, las agencias de seguridad, habían dado acuse de recibo de que los cárteles mexicanos estaban provocando entre 70 mil y 100 mil muertes cada año, por la epidemia de fentanilo. Había infinitas señales de que el presidente de México en ese entonces negaba la tragedia que en Estados Unidos estaba ocurriendo
A lo largo de seis años, el gobierno de AMLO, negó, se rió, se burló. Negó la realidad todo el sexenio y solo seis meses antes de irse admitió que el fentanilo se traficaba en México, pero poco.
El comunicado de la Casa Blanca que históricamente recoge voces que han sido enemigas de los migrantes y de los mexicanos en general, y que han perseguido dentro de su país a los cárteles de la droga, señala directamente al Gobierno de México de estar coludido con el narcotráfico.
Una revisión histórica ubica solamente a un presidente admitiendo delitos, confesando su colusión con un cártel, creyendo que su poder bastaba para borrar la serie de delitos que admitió en público. Hoy sabemos que no fue así, que Estados Unidos considera que el gobierno de México es un aliado de los cárteles de la droga, que este año han dejado 100 mil muertos en aquel país.
Que López Obrador fue cinco veces a Badiraguato. Que las declaraciones de Congresistas de EU que desde hace años advertían de la colusión de altos políticos y funcionarios de la 4T con el crimen organizado, cayeron finalmente en terreno fértil: el gobierno mexicano es indisoluble del crimen organizado, 30% del país está en sus manos según estudios realizados por los propios: un país a cuyo presidente estos informes, le cayeron como anillo al dedo, para posicionar su discurso.
La presidenta Claudia Sheinbaum es la víctima directa del tiradero que le dejó su antecesor, y que hoy a solo unos meses de iniciado su gobierno, debe enfrentar una situación históricamente vulnerable, rodeada de ineptos, de enemigos políticos y de “orejas” cuya misión es proteger el “legado” de AMLO.
En la historia de las relaciones México-Estados Unidos, jamás gobierno alguno había sido acusado por la Casa Blanca de estar asociado con el crimen organizado.
La acusación le llega a un gobierno que no mantiene esos vínculos, pero que ha sido incapaz de sacudirse a figuras altamente tóxicas como Rubén Rocha Moya, Cuauhtémoc Blanco, Américo Villarreal, Evelyn Salgado y otros cuyos nombres figuran en documentos de investigación de agencias de seguridad que indagan incluso a altos dirigentes del llamado Movimiento Regeneración Nacional, que hoy no pueden poner un pie en EU por miedo a ser detenidos.
Las risas, las burlas, los insultos, el señalamiento de que el Departamento de Estado, era solo el “departamentito” de Estado, pronunciadas una y otra vez en “las mañaneras” dejaron una mella en congresistas que según el experto periodista Armando Guzmán, hoy tienen derecho de picaporte en la Casa Blanca, y que han convencido al presidente Donald Trump de que el mexicano es un narcogobierno que mantiene estrecha relación con las más altas figuras del narcotráfico en México.
Para que la Casa Blanca se atreva a lanzar un comunicado de este tipo, es porque tiene los pelos de la burra en la mano. Es imposible separar los juicios del Mayo Zambada, de Joaquín Guzmán López, frente a los fiscales de Estados Unidos, de la inédita aseveración que el gobierno de Donald Trump ha lanzado sobre México.
Se trata de una aseveración de tal magnitud que tendría que hacer caer a un par de gobernadores, al menos a un exgobernador, y a uno o dos de los secretarios de Estado que Claudia Sheinbaum heredó de su antecesor.
Cuando Estados Unidos busque al responsable de ese gobierno al que acusa de ser protector de los cárteles, encontrará seis años de “mañaneras”, verá al autor del cochinero que la presidenta Claudia Sheinbaum ha heredado, y del que tendrá que desligarse, tarde o temprano, si es que tiene la idea de seguir gobernando, sin estar atada de manos.
Con informacion: HECTOR de MAULEON/ELUNIVERSAL+
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