Luego de confirmarse el asesinato de José Noriel Portillo, "El Chueco", homicida de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora en Urique, Chihuahua, la Compañía de Jesús advirtió que la deuda de justicia para la Sierra Tarahumara y de las miles de víctimas en el País, aún sigue vigente.
"Reiteramos que estos hechos no representan la justicia tan anhelada para la Compañía de Jesús. A los jesuitas no nos mueve el ánimo de venganza, sino de justicia debida", afirmó en un mensaje el Padre Provincial Luis Gerardo Moro.
"Con tristeza advertimos que la deuda de justicia sigue vigente para la Sierra Tarahumara y para tantos rincones del País", agregó.
El pasado 18 de marzo el cuerpo baleado de "El Chueco" fue encontrado en un camino de terracería en el Municipio de Choix, Sinaloa, y en espera de la confirmación de la identidad del cadáver, la Compañía advirtió que de ninguna manera se podía considerar un triunfo de la justicia ni como una solución al problema de la violencia la muerte del criminal.
"Este desenlace, de confirmarse, no es el que esperábamos ni es por el que trabajamos", sentenció.
Por su parte, la Diócesis de la Sierra Tarahumara señaló que la muerte no frena la violencia en la zona serrana de Chihuahua.
"Desgraciadamente no se frena el dolor por tantas víctimas de la violencia y la situación tan difícil y preocupante que estamos viviendo, donde no solamente en la Sierra, sino en todo el País, seguimos preocupados por la impunidad y por la falta del Estado de Derecho, en toda nuestra sociedad", indicó el órgano religioso.
El hallazgo ocurrió a nueve meses del crimen contra los padres jesuitas que defendieron al guía de turistas Pedro Palma, quien también murió a manos "El Chueco" junto con un joven identificado como Paul Berrelleza, el 20 de junio de 2022.
"Durante los próximos meses estaremos invitando a construir memoria e impulsando la construcción de paz con verdad y justicia. De ninguna manera, nos acostumbraremos a la violencia deshumanizante", finalizó el párroco.
"El Chueco", como lugarteniente de un grupo delictivo al servicio de "Los Salazar", una célula asociada al Cártel de Sinaloa que opera desde la década de los 90, tenía asolado el corazón de la Sierra Tarahumara.
Entre sus crímenes, era señalado como el presunto asesino del profesor estadounidense Patrick Braxton-Andrew, el secuestro y homicidio del activista Cruz Soto Caraveo, integrante del Colectivo de Familias Desplazadas Forzadamente de la Sierra Tarahumara.
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