La Guardia Civil desmanteló el pasado 15 de octubre una red de narcotraficantes que introducía grandes cantidades de cannabis en España, sobre todo por vía aérea, y en la que participaban pilotos mexicanos que percibían unos 40 mil euros (938 mil 688 pesos mexicanos) por cada transporte de droga que realizaban desde Marruecos. No volaban todas las noches; pero sus ingresos eran astronómicos.
“Los vuelos eran nocturnos. En una sola noche, dependiendo de las condiciones meteorológicas, los pilotos podían hacer varios viajes de ida y vuelta a Marruecos. Volaban sin luces, con visores nocturnos y a poca altura para evitar los radares, por lo que se trata de trayectos realmente peligrosos”, señala a EL UNIVERSAL un agente de la Guardia Civil vinculado al operativo que acabó con la organización criminal que tenía su base principal en Andalucía, al sur de España.
“Cuando regresaban de Marruecos se adentraban en territorio español y aterrizaban en una pista en mitad del campo que se iluminaba sobre la marcha para que el piloto pudiera verla a tiempo. Descargaban el hachís para su posterior distribución y volaban hacia otros lugares donde escondían las aeronaves”, agrega el portavoz de la policía militarizada que mantiene el anonimato por razones de seguridad.
Previo reciclamiento en una escuela clandestina, los pilotos mexicanos que procedían sobre todo de Sinaloa y que llegaban a España con los gastos pagados, manejaban algunas de las avionetas y helicópteros con los que se movía la droga desde el norte de África.
La red contaba con una avioneta biplaza para el entrenamiento y una especie de escuela donde formaba a los pilotos para que se familiarizaran con los aparatos y ganaran experiencia en este tipo de vuelos rasantes y nocturnos, en los que debían evitar a toda costa ser detectados por la policía española o marroquí.
“Partiendo de la base de que los pilotos pertenecen a regiones mexicanas cercanas a Estados Unidos, es muy probable que hubieran hecho con anterioridad algún vuelo a este país transportando narcóticos, lo que les daría la experiencia básica para realizar este tipo de delitos”, explica el agente antes de subrayar que el curso para obtener la licencia de vuelo es mucho más barato en México que en España, lo que sería un plus añadido para la contratación de pilotos mexicanos.
La organización de narcotraficantes llegó a disponer de una flota de 7 aeronaves, dos helicópteros y 5 avionetas para transportar la droga.
“El helicóptero puede cargar 800 o 900 kilos y las avionetas una media de 300 o 400 kilos. Además, los detenidos vaciaban los aparatos quitando todos los elementos prescindibles, incluso las baterías, para poder llevar más cantidad de hachís”, indica el policía que forma parte del contingente del plan Carteia, ideado para luchar contra el narcotráfico en el sur de la península ibérica.
Junto a la escuela de pilotos, los narcotraficantes disponían de hangares para ocultar las aeronaves, así como pistas clandestinas, algunas de ellas camufladas como si fueran circuitos para el entrenamiento de galgos.
Con el asesoramiento de mecánicos de vuelo que trabajaban para la organización, los delincuentes compraban las aeronaves y las refacciones en mercados de segunda mano para repararlas después sin que importaran demasiado las medidas de seguridad.
En el operativo denominado Limoneros, participaron cerca de 400 Guardias Civiles bajo las directrices del Órgano de Coordinación contra el Narcotráfico (OCON Sur) y concluyó con la detención de 41 personas por los supuestos delitos de tráfico de drogas, tenencia ilícita de armas, contrabando, pertenencia a organización criminal y falsificación de documento público. La mayoría de los narcotraficantes detenidos eran españoles, entre ellos algunos pilotos y mecánicos, pero también había mexicanos y marroquíes, indicó la policía.
Durante los dos años que duró la investigación, los miembros de la red sufrieron al menos dos accidentes aéreos de importancia, debido sobre todo a la antigüedad de las aeronaves. El primero de los siniestros fue el de un piloto mexicano, que salvó la vida luego de que su helicóptero se estrellara en Marruecos en septiembre de 2019. Este incidente propició el inicio de las pesquisas, ya que el mexicano se había alojado con anterioridad en un hotel de la ciudad de Sevilla (Andalucía).
En Cartaya (Huelva), la policía localizó al cabecilla del grupo en una vivienda de lujo, y en Sevilla se detuvo al jefe operativo de la banda, ambos de nacionalidad española y cuyos nombres no han sido revelados. Además de las cuatro aeronaves que se incautaron, se encontraron numerosos efectos relacionados con la aeronáutica, entre ellos manuales de vuelo, así como repuestos para las aeronaves. Igualmente, se incautaron tres armas de fuego, una plantación de marihuana en la localidad sevillana de Los Palacios, 78 mil euros en efectivo y abundante documentación.
La Guardia Civil no pudo confirmar si se ha incrementado la presencia de narcotraficantes mexicanos en territorio español, pero informes de agencias especializadas resaltan la colaboración cada vez más estrecha entre contrabandistas europeos y cárteles mexicanos, como el de Sinaloa, para ingresar y mover la droga (cocaína y cannabis) en el viejo continente.
En el transcurso de la investigación, se tuvo conocimiento de que la organización criminal desmantelada por la Guardia Civil contaba con una rama que introducía en España grandes cantidades de hachís por vía marítima.
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