En esta nueva pandemia del siglo XXI la tecnología ha sido un aliado. Los drones, sobre todo en los casos de China, España e Italia, tres de los países más afectados por el virus Covid-19, están siendo utilizados.
Los también llamados aeronaves pilotadas a distancias (RPAS), volando por buena parte del cielo en China, hacía parecer que se estaba viendo algún capítulo de las novelas de George Owell o Isaac Asimov.
El gobierno chino, el cual ha sido elogiado por la forma en que enfrentó el reto de aminorar los daños por el coronavirus, marcó la pauta en el diseño de la estrategia para involucrar a los drones y los utilizó en tres formas específicas:
1.- Los drones diseñados originalmente para rociar pesticidas para aplicaciones agrícolas fueron adaptados en China para rociar productos químicos desinfectantes en grandes espacios públicos. El aerosol desinfectante ayuda a reducir los mecanismos de transmisión.
2.- Se han utilizado para realizar la entrega de muestras médicas, lo cual auxilió a reducir significativamente el contacto humano innecesario durante todo el ciclo de transporte.
China comenzó con la entrega de drones para muestras médicas en febrero, en un momento en que el virus ya había matado a 600 personas en el país e infectado a 28 mil.
Uno de los casos de éxito más llamativo lo fue un avión no tripulado cargado con suministros de pruebas médicas que de Xinchang, provincia de Zhejiang, y voló al Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, ubicado a tres kilómetros. Como resultado, un viaje que habría tomado 20 minutos en transporte terrestre se realizó en seis minutos, reduciendo el tiempo de entrega en más de la mitad.
3.- Han sido utilizados en la entrega de artículos de consumo, gracias a que los drones hacen que sea más fácil cumplir con las recomendaciones que limitan el contacto humano.
En el caso de España e Italia, el uso de los drones ha sido utilizado para realizar patrullajes en algunas zonas, preferentemente las urbanas, y como altavoces para hacerle saber las personas las novedades respecto a las restricciones sanitarias.
Una nueva era
El panorama del uso de los drones en México se encuentra también en transformación.
De acuerdo con estimaciones de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), durante 2020 se duplicará la adquisición y alcance de drones en México, por lo que de los dos mil 140 equipos que se registraron el año pasado ante la autoridad, se prevé que dicha cifra alcance una cifra sin precedente.
Esta demanda también ha obligado a las autoridades mexicanas a agilizar la reglamentación, la cual fue dada a conocer en noviembre del año pasado bajo el nombre de Norma Oficial Mexicana 107, y en la que se estableció como obligatorio el registro de cualquier dron que se adquiera.
En enero de este año, la norma entró en vigor. En ella, la AFAC dicta que los drones se ubican en tres categorías, que son: micro, de menos de dos kilos; pequeño, entre dos y 25 kilos; y grande, por arriba de los 25 kilos.
Estos parámetros fueron establecidos en concordancia con la vigilancia y supervisión de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), misma que ha trabajado con todos los países integrantes de ella para definir los estándares y regulaciones en que deben estar basadas las normas y así evitar problemas de mal uso de los ciudadanos o empresas.
A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, la AFAC ofrece el registro sin costo en México, esto, con el ánimo de que se promueva la regulación.
Entre las principales limitantes está no operar los drones a una distancia de 9 mil 260 metros de los aeropuertos y no usarlos desde vehículos en movimiento.
La regulación de los drones es indispensable, y aunque ya esta publicada la de la NOM-107, su entrada en vigor ha sido lenta.
Es un mundo nuevo y la utilización de drones para uso comercial se va a potenciar en los próximos años. No se extrañe si en un par de años sus pedidos hechos a través de la red son entregados por medio de estos dispositivos. Pero éstos tienen que estar bien regulados antes de entrar en operación.
En México se trabaja ya con estos drones en las áreas de seguridad, pero hasta ahora sólo han utilizados para trabajos de vigilancia.
De acuerdo con información oficial, el Gobierno federal cuenta con una flota de drones con valor de 142 millones dólares.
La Secretaría de Marina (Semar) tiene tres de estas aeronaves no tripuladas; la Policía Federal, 12, y la Fiscalía General de la República (FGR), 10.
Pese a que la Sedena no revela cuántos drones tiene, por considerarlo información sensible de seguridad, se tiene conocimiento de que, en 2009, adquirió varios modelos Hermes 450 —de manufactura israelí—, por 25 millones de dólares. Miden 10 metros de largo (como el contenedor de un tráiler) y pueden cargar hasta 550 kilogramos.
El Ejército Mexicano cuenta con aeronaves no pilotadas desarrolladas por él mismo: el S4-Ehecatl (donado) y Baalam S-45, que costó 459 millones de pesos. Ésta última aeronave puede volar 12 horas, en un rango de 120 kilómetros y una altura de hasta tres mil 600 metros (esto es igual a 19 veces el tamaño de la Torre Latinoamericana).
La Semar posee tres aeronaves Arcturus T-20, compradas en 2015, y han sido de gran utilidad para la vigilancia de la pesca ilegal de dos especies en peligro de extinción: la vaquita marina y el pez totoaba, en el Golfo de California.
En la Marina, también han fabricado sus propios drones.
Por su parte, la Policía Federal reporta la propiedad de 12 drones —aunque de capacidades y tamaño menores a los de la Sedena y Marina— con valores que van desde mil 500 dólares hasta los 48.5 millones de dólares, siendo el más caro los modelo Draganfly Commander, con capacidad de vuelo de 40 minutos. Los 10 drones restantes tienen un valor, cada uno, de 27 mil pesos.
Respecto a la FGR, desde hace tres años utiliza al menos 10 drones. Las aeronaves tuvieron un costo de 41 millones 423 mil dólares.
Ante un posible crecimiento de las restricciones sanitarias, estas tecnologías podrán ser utilizadas en México para controlar la seguridad. Este tipo de instrumentos se han utilizado de forma exitosa en operativos para ubicar delincuentes o, por ejemplo, para controlar el robo de combustible.
El mundo del presente y el futuro no se entiende sin el uso intensivo de las tecnologías, ya sea en la emergencia o la normalidad.
fuente.-Bibiana Belssaso/
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