Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Su nombre ha aparecido en los periódicos nacionales desde el 17 de octubre, día en el que las fuerzas del Estado se vieron superadas por el Cártel de Sinaloa, del que actualmente Ovidio y su hermano son cabecillas. La administración de Andrés Manuel López Obrador ha justificado en reiteradas ocasiones la decisión de poner en libertad al hijo de Guzmán Loera aludiendo a la responsabilidad social que tenían con los civiles que habían quedado atrapados en la balacera, aquel día en Culiacán. (VIDEO)
Ante las constantes críticas y cuestionamientos del operativo, el gobierno federal tomó la decisión de presentar un informe detallado sobre lo ocurrido aquel día en la ciudad sinaloense. Fue así que a través de un video inédito se observó, por primera vez, cómo fue la captura de Ovidio Guzmán. Las imágenes exhiben las fallas tácticas en su aprehensión, sin embargo, hay otro mensaje escondido en ese video: se trata de la supremacía de poder de un capo ante la ley.
En entrevista para Infobae México, la experta en lenguaje corporal, Grace Valenzo, reveló los indicadores no verbales que corroboran una vez más, la vulnerabilidad de los agentes ante Ovidio. “Se nota una actitud inexperta en los oficiales, hay mucho descontrol", explicó.
La actitud corporal de Guzmán López lo pone al mando de la situación. Pese a que es él quien está siendo capturado, cada movimiento ocurre hasta que él lo consiente. Es así que los agentes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) “ni lo tocan ni lo catean porque él no lo permite. Ovidio es quien negocia, el que accede a salir, el que lleva la batuta de la situación."
No es de extrañar que sea el hijo del Chapo el que mantenga mayor control de sí durante su captura. Pese a que está sorprendido, no muestra en ningún momento miedo. Sólo se limita a mirar a los agentes de reojo, como tratando de encontrar en alguno de ellos una respuesta qué le ayude a entender qué es lo que ocurre.
Ovidio trata de observar toda la escena. Se repliega a la pared para tener una vista panorámica y busca identificar a los policías. Se ve que busca hacer ese contacto visual, dejando ver que hay ciertos acuerdos. Pero al no tener respuesta se limita a salir y a hacer la llamada
El operativo ocurrió el 17 de octubre (Foto: Especial)
Las palabras de Ovidio cuando detienen a los dos hombres que lo acompañaban en el domicilio sugieren que temía mas por el futuro de sus colegas, que por el de él mismo, quizá porque tenía certeza desde el minuto uno que no le pasaría nada. Algo semejante ocurre con la mujer que los acompañaba. Ella fue la primera en salir y pese a ello, no fue arrestada.
“¡Hay niños, hay niños!”, exclamó al salir. Durante los tres minutos que dura el video difundido, se le ve histérica. No teme ponerse enfrente de los guardias con las metralletas, ni tocarlos ni gritarles. Sin embargo, los agentes no la consideran una amenaza.
El contingente va por los hombres. No saben como manejar a una mujer, la situación en cuestión de género. De tocarla o haber acercamiento, pareciera que se podría haber desatado una cosa más violenta. Su identidad es un misterio, pero la ves y no trae la típica vestimenta llamativa de las mujeres narco. Es una persona de mediana edad que toma actitud agresiva, pero se ve que no tiene en mente que se fuera a desencadenar la detención.
(Foto: Gobierno de México)
Los compinches de Ovidio también parecían desconcertados. Sin embargo, intentan imitar la actitud de su jefe. Esa “prepotencia” descrita por Valenzo. Y en medio de este caos, imprudencia y miedo, otra vez Gumzán López; quien en todo momento tiene una actitud erguida pues sabe que tiene el control.
Según explicó la especialista, aunque el operativo era legítimo, se ve una escena un poco artificial, porque ante un arresto normalmente hay resistencia. “La gente se endurece, tiene poco movimiento. Y aquí vemos a Ovidio intentando hacerse más grande e imponerse ante una autoridad que actúa con ambigüedad, que no tiene certeza de qué hacer."
Tres minutos de video han sido suficientes para demostrar una vez más que el gobierno no tuvo control del operativo. Nunca lo catearon, no lo tocaron, su única pregunta se limitó a saber si portaba armas. El resultado de su fallida captura se conoce por toda la nación: horas de terror, una decena de muertos, una ciudad paralizada y un gobierno debilitado. El triunfo fue para el hijo del Chapo, quien demostró no sólo ser el hijo de quien por décadas fue el narcotraficante más poderoso de México, sino ser un miembro activo del cártel, alguien que por sí mismo ya tiene poder.
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