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viernes, 29 de junio de 2018

CARTA a LOPEZ OBRADOR en el INTENTO de SER PRESIDENTE...que nada este al margen de la ley,ni nadie por encima de ella,ni siquiera usted.

Para Andrés Manuel Lopez Obrador
P r e s e n te.
Conoces todo México, todo su territorio, su riqueza y sus dolores. Todas sus luces y sombras. Tu tercer intento, Andrés Manuel. Este domingo vas a tu tercera cita con las urnas y ese destino que vislumbras desde hace décadas. Muy probablemente, el domingo nos vayamos a dormir con la noticia de que aquello que las encuestas pronosticaron se hizo realidad. Tal vez, cuando despertemos el 2 de julio tengamos la certeza de que serás el próximo Presidente de México. Al fin, dirán quienes te apoyaron y quienes no, aunque por razones distintas. Tal vez sólo Cuauhtémoc Cárdenas había escrito una historia como la tuya: tres candidaturas. Aunque tú supiste qué y cómo hacer, qué cambiar, qué ceder, qué decir, qué callar, qué apostar, qué revisar para asegurar un movimiento finalmente enfocado en la victoria. Si ganas será por tu perseverancia, sin duda, pero también por tu resiliencia, tu capacidad para cambiar.
Y justo por eso, Andrés Manuel, por tu discurso y las expectativas que has generado, sabrás que, si ganas, la tuya será la Presidencia más vigilada de la historia moderna de México. Te construiste sobre los errores del sistema, los señalaste con ojo clínico; la lucha contra éstos la hiciste tu bandera. No puedes permitir que estos vicios aparezcan, se asomen siquiera, en un gobierno que se anunció como el que acabará con la corrupción. Porque hiciste de este combate la llave maestra para resolver todos los problemas del país. Si ganas, tienes mucho que demostrar, porque de no hacerlo, de no crear un ambiente alejado del dispendio en la función pública, verás en quienes te apoyaron cómo se rompe la ilusión alimentada por ese repudio a la clase política del país, y sus ofensivos derroches, prepotencias y desplantes. Porque crear ese ambiente incorruptible, Andrés Manuel, será el mejor argumento para encontrarte con quienes no votaron por ti. Tu discurso de antenoche en el Estadio Azteca dejó claro que ya te ves cerca de Los Pinos, donde anuncias que no vivirás. Reiteraste tus propuestas, hablaste del respeto que darás a la crítica y al disenso (como debe hacerlo siempre un líder que se dice de izquierda). Y aunque junto a ti vimos al presidente del partido ultraconservador del país, deberás, si ganas, honrar esas líneas que tú mismo pronunciaste: “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Un México del siglo XXI no espera un evangelio como parte de las políticas públicas. Los ojos estarán sobre ti y tu equipo desde el momento en que se anuncie tu posible triunfo. Un paso en falso será demoledor. Y que esa conciencia sea el muro de contención para ti y tus colaboradores; se esperará de ti la autocrítica que no hemos visto en los últimos gobiernos; y sí, también el castigo a quienes, aunque sean tus más antiguos compañeros, compadres o aliados, deban recibir en caso de corromperse al amparo de tu triunfo. Deberás ir más lejos que Benito Juárez; para tus amigos, también, la ley a secas. Sin la “gracia” que les otorgaba el gran héroe de tu historia.
Pero, sobre todo, deberás ser (y sí, lo dijiste hace dos noches) el presidente de todos los mexicanos. No sólo de aquellos que te adoran. Si logras la reconciliación de una sociedad polarizada, pero además pavimentas los prometidos caminos para la equidad y la justicia, habrás ganado ése, tu siempre añorado lugar en “el lado correcto de la historia”.
Sin embargo, Andrés Manuel, también está la otra posibilidad que hay en toda democracia. En el lejano, pero no inexistente caso de que pierdas, deberás demostrar que ésta, tu tercera campaña, se edificó bajo un principio de responsabilidad política distinto a las dos anteriores. Nada te daría un lugar como verdadero demócrata como el reconocimiento de una eventual derrota. Sin tigres ni diablos. Intentar la narración de una historia ya repetida, que se aferre a la lucha por el poder, sería decirnos a todos, seguidores tuyos o no, que estos últimos doce años pasaron en vano, que tu discurso sobre abatir la pobreza, la corrupción, la inseguridad, no eran sino pretextos para alimentar una ambición meramente personal.
Los más grandes líderes de la historia mundial son aquellos que han logrado ponerse por encima de sí mismos, de su grupo y de su circunstancia. Aquellos que, conocedores del pasado, logran una fuga hacia el futuro sin nunca, jamás, perder de vista el presente con su enorme complejidad y multiplicidad de dimensiones.
Autora.-Yuriria Sierra/
(imagen.RCI/Radio Canada)

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