“Yo le diría a Enrique Peña Nieto que nos volteé a ver, que su ejército está acabando con la juventud y la sociedad. No todos somos delincuentes. Y aún quienes delinquen, tienen que ser juzgados, no asesinados. Es ahí donde Presidencia debe de observar qué es lo que está sucediendo, porque los soldados están acabando con la credibilidad de la justicia en México”.
- “El ejército está abusando de su poder y matando, se supone que ellos deberían de cuidarnos y nos están acabando. Abusan de su posición y de sus armas, y no están preparados para usarlas”.
“En definitiva creo que los ciudadanos deberíamos de conocer más acerca de nuestros derechos, pero también Peña Nieto debe de vigilar y exigir que sus fuerzas de seguridad tengan mayor preparación, para que respeten las garantías de los ciudadanos, porque están matando a muchas personas”.
“No todos somos delincuentes, y es ahí donde ellos se están equivocando, lo cual es muy lamentable porque si nos ponemos a contar, Diana es un caso más de miles que existen en todo el país. Tengo miedo a quienes me enfrento, pero sería peor si me callo y no hago nada, porque si no denuncio es posible que el ejército siga trabajando de esa manera, y actuando con impunidad”.
“Yo no quiero que mi caso sea uno más que se quede sin justicia. Enrique Peña Nieto tiene que hacer algo para detener las muertes, que observe que los oficiales hagan su trabajo de manera correcta, porque están dañando a mucha gente, no todos son malos, hay gente que sí sabe hacer su trabajo, pero en este caso no”. Afirma en exclusiva para Revolución TRESPUNTOCERO, la madre de Diana Calderón Bravo, muerta el 19 de mayo tras recibir 5 balazos por parte del Ejército.
¡Los mataron! ¡Los mataron! ¡Y no estaban armados, les dispararon!”, gritaba la gente en las calles aledañas al suceso. Diana Calderón Bravo venía de la casa de su papá, había ido a recoger ropa para quedarse en casa de su amiga Alejandra, quien la acompañaba como copiloto en el carro.
Su papá me llamó y me avisó que Dianita había salido ya de su casa, para que yo estuviera pendiente de ella, ya que por la mañana se habían escuchado balazos, un hecho común en esta ciudad, es por ello que debíamos tomar precauciones. Por otro lado, mi hijo Abraham (el mayor de los tres), salió a buscar a su hermano Job (el menor), que había salido horas antes y aún no regresaba. La preocupación era por lo sucedido horas antes en las calles cercanas.
Diana se enteró y en su trayecto a casa de su papá iba buscando a su hermano Job, sin bajarse, ni detener el carro. Justo cuando ella pasaba por una calle donde se encontraba un grupo de soldados, éstos comenzaron a disparar, y hay testigos, porque es una zona transitada, de que nadie atacó a los militares. Mucha gente corrió a ver lo que pasaba y vieron como el carro recibía los disparos sin detenerse.
Alejandra sufrió el roce de un disparo entre la espalda y el brazo. Cuando yo llegué a mi casa, ella me estaba esperando, al verla herida le pregunté asustada, qué le había sucedido. Entre lágrimas y nerviosismo me dijo: ‘yo estaba con Diana, y me hirieron de regreso de la casa de su papá, veníamos buscando a Job, nos comenzaron a disparar, y en la oportunidad que tuve me bajé del carro y corrí, pero no sé si alguien pudo ayudar a Diana. Yo ya no la volví a ver.
En ese momento salí corriendo a buscar a mis hijos, en las calles la gente gritaba, fue así como ubiqué el lugar de los hechos, el cual estaba acordonado. Quienes rodeaban el lugar decían que las victimas no se habían podido defender. Pero yo no sabía de quienes hablaban, ni qué era lo que había pasado aproximadamente a las 2 de la tarde, para ese momento ya casi iban a dar las 5.
El ejército que acordonó la zona no nos dejaba pasar. Tiempo después, uno de los oficiales comentó que había una muchacha en un coche abandonado, pero no se sabía si estaba herida o muerta. Yo nunca me imaginé que pudiera tratarse de Diana, aunque a su hermano Abraham alguien le comentó que el carro que estaba protegido por los soldados era igual al que usaba su hermana.
Después de poco más de tres horas nos permitieron pasar a la escena. Pero antes de ello, un oficial nos dijo que el carro que estaba vigilado por los soldados y donde había una chica, había servido para bloquear el paso al ejército y así dejar escapar a un convoy de dos camionetas de delincuentes.
Cuando supe que era mi hija, yo estaba indescriptiblemente indignada porque estaban inventando algo que jamás sería verdad. Mi hija no es una delincuente, ella regresaba de la casa de su padre. Sin embargo, los soldados insistían y aún insisten en que Diana había cubierto y ayudado en el escape de ese convoy de delincuentes.
Fue hasta pasada las siete de la noche cuando pude identificar el cuerpo de mi hija. Me decía que antes no se podía porque tenía que estar presente el ministerio público y los peritos, sin embargo tampoco a ellos los habían dejado pasar antes.
La tragedia sucedió hace una semana y apenas el lunes pasado comencé a velar el cuerpo de mi hija, porque hasta ese día en la noche me lo entregaron. El pretexto que me pusieron fue que me tenían que tomar pruebas de ADN que coincidieran con el de Diana. Y dado a que el proceso era tardado, tendría que esperar, ya que los análisis los realizarían en Ciudad Victoria.
Diana tenía 21 años, estaba en la preparatoria Americana para adultos, porque además estudiar, también trabajaba. Yo tomé la decisión de demandar porque lo que estaban haciendo era mentir, al dañar a mi hija afirmando que fue cómplice de delincuentes.
Con mi tragedia me doy cuenta que como ciudadano uno no tiene los conocimientos de los derechos que le corresponden, leyendo los reglamentos me doy cuenta que se violaron todas sus garantías de Diana y de todas las personas que estaban ahí, porque los soldados dispararon sin importarle los muchachos que caminaban a escuela, las amas de casa, los trabajadores, y quienes viven alrededor.
El ejército actuó con muchas irregularidades, por eso estoy a la espera de que Derechos Humanos me ayude, puse mi denuncia por los daños que están imputando a mi hija y se debe de investigar la actuación del ejército. No solamente por la muerte de Diana, sino también por la arbitrariedad cometida en contra de mi hijo Job, a quien el ejército detuvo ese día, porque efectivamente se encontraba por esa zona.
Cuando lo detienen, lo arrastran y golpean, aún cuando vieron que no llevaba nada en las manos, ningún tipo de arma, ni siquiera una mochila. Si se hubiera encontrado armado, hubiera sido otro tipo de enfrentamiento. Lo que el ejército cometió esa tarde fue homicidio.
Yo interpuse una demanda por homicidio ante la PGR. Que se investigue el caso de mis dos hijos. Yo no sé cuál es el procedimiento jurídico, ni sé de las leyes, pero a mí me dijeron que encontraron a un muchacho con residuo de pólvora, y que mi hija Diana también tenía pólvora en las manos, lo cual es mentira, a ella le sembraron las evidencias. ¿Cómo es posible que mi hija disparara un arma larga y pesada al mismo tiempo que manejaba?
El caso de Diana está plagado de irregularidades y mentiras. El carro se movió, no se quedó detenido bloqueando algo: eran balazos, tenía que acelerar Y el ejército disparó y disparó contra el auto, contra Diana, ahora ella está muerta. Los soldados incluso le tomaron fotografías a mi hija para demostrar que traía un arma, yo no he visto las fotografías, ni pienso ver, porque no necesito imágenes para saber que mi hija no disparó.
El proceso para obtener justicia puede que sea largo, pero si realmente existe la justicia en México, se obtendrá si las autoridades y Derechos Humanos hacen su trabajo. Sólo así obtendremos un buen resultado, esperando que no haya otro tipo de intereses o protección a culpables. Probablemente sea difícil, pero ya lo sabremos con las investigaciones y con los resultados de éstas, pero esperando se haga un trabajo justo, que limpie el nombre de Diana.
Ahora sólo me toca esperar los peritajes, esperar los resultados, pero tengo confianza que todo va salir bien. Aunque acepto que el miedo me invade por las represalias que pueden haber, tengo miedo que le pase algo mi familia, a mis hijos, por eso le pedí a Derechos Humanos que intervenga. Aún así yo viviré con el temor de que algo pueda llegar a pasarnos, pero no voy a bajar la guardia, porque tengo que defender la honorabilidad de mis hijos, porque el ejército siembra evidencias.
En el caso de Job ya rindió su declaración, yo la firme porque es menor de edad. Sólo estoy a la espera de que el juez decida hacer justicia. Hoy Job está detenido, las autoridades no me dicen en cuántos días habrá una respuesta. Pero seguimos en espera de resultados positivos”. Narra María Guadalupe Bravo.
Fuente.-Revoluciontrespuntocero.
Ya basta de mentiras, la niña buena, andaba con los zetas, para muestra su facwbok o ese face es falso.. Si esos delincuentes tienen oportunidad matan a policías y militares. Ahora todas las ratas son inocentes.y derechos humanos defendiendo hacecinos, violadores y narcos. Cuando han defendido a u a víctima de los delincuentes o a un policía o elemento de las fuerzas federales.. Solo a los delincuentes.
ResponderBorraren ese face se ve usando ropa sobretodo la gorra y no creo qie cualquiera use esas gorras por el riesgo de que te vean ya sea los z por usar sus uniformes o los militares o tal vez la mama no sabia que estaba haciendo o con quien andaba la muchacha
ResponderBorraresos de revoluciontrespuntocero revisen esa cuenta de facebook para saber si es real o falsa para que sea mas completo su reportaje y hagan unos de narcocultura en redes sociales
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