+ Casa Blanca, corrupción, economía, narcoterrorismo…
+ ¿Otra opción? La menos dañina
Ni voto en blanco ni anulado ni abstención el próximo 7 de junio. Esas no son opciones que fortalezcan a la democracia. No, al menos, dentro del actual sistema electoral mexicano.
Votar es la opción. Votar es la obligación.
¿Por quién votar? Por el menos dañino. O por el que más convenza. Candidato o partido. Siempre – a pesar de la desesperanza política que vive México-, habrá una opción.
El voto es libre.
El voto es secreto.
¡Pues votemos, carajo!
Ejerzo la libertad que, como periodista, tengo, me he ganado, y practico en SinEmbargoMX. Muchos coincidirán conmigo. Otros no. Pero ni pretendo convencerlos ni, mucho menos, escribo para quedar bien con alguno o con todos. No es por ahí. A final de cuentas, cada quién toma sus propias decisiones.
Solamente retrato el espejo de un país llamado México sin gobierno eficaz ni honesto, hundido en la corrupción oficialista, con un Presidente desprestigiado y millonario sin ser empresario, y un gabinete mediocre y practicante de las fórmulas políticas que han hundido a este país.
¿Por qué NO votar por el PRI (partido en el gobierno)?
1) Porque nos entregó un Presidente que, evidentemente, traficó política con beneficios personales. La Casa Blanca de la familia presidencial es y será el emblema de la corrupción político-empresarial en sus más altos niveles. Peña Nieto, La Gaviota, Hinojosa, Grupo HIGA y compañía, son agravios a los mexicanos y la confirmación de que, para el priismo mexiquense, hacer política es hacer negocios. Cuando votemos, recordemos la Casa Blanca.
2) Porque el regreso del PRI a Los Pinos fue un retroceso democrático. Retornó la censura en algunos medios – varios complacidos por ese juego de conveniencias, y muchas plumas encantadas con seguir pavimentando con su tinta oficialista el camino hacia la consolidación priista-; se cerraron espacios de libertades periodísticas –Aristegui como ejemplo-; se obstaculiza el crecimiento de mayor número de candidatos independientes, y se hace política a la manera del PRI de siempre: anteponiendo el interés partidista al interés ciudadano.
3) Porque el PRI paralizó y politizó a la economía y la está llevando a la recesión. Allí están las cifras: en 2012 –último año de Calderón- el crecimiento fue de 3.9%. En 2013, primer año de Peña, se desplomó hasta 1.1%. ¿Por qué? Por esa maldita costumbre priista de manejar las finanzas con sentido más político que de funcionalidad económica. Por el subejercicio del gasto público que frenó a gran parte de la actividad económica. Por la irresponsabilidad financiera.
4) Porque, junto con el PRD, el PRI nos recetó la reforma hacendaria más nociva, dañina y recesiva de la historia. La reforma instrumentada por Luis Videgaray sería, por sí sola, razón suficiente para que un gobierno sea castigado en las urnas. Allí están los reclamos públicos y privados de empresarios y ciudadanos por la nefasta reforma hacendaria. Videgaray, simplemente, no ha podido con el paquete económico. El amigo del Presidente no da la talla.
5) Porque el secretario de Hacienda – otra vez Videgaray-, también fue parte del entramado con aromas de corrupción y de tráfico de influencias integrado por el eje: poder político Edomex-Grupo Higa-Los Pinos. Cuando The Wall Street Journal reveló que Videgaray también se benefició con una casota financiada por Grupo HIGA en Malinalco, su figura se eclipsó. Si hubiera una pizca de ética en Peña Nieto y en su amigo, ya hubiera presentado su renuncia por dos razones de peso: el hundimiento de la economía y sus evidentes conflictos de interés en la adquisición de su propiedad en Malinalco. Mientras más tiempo transcurra, más daño habrá a la economía nacional.
6) Porque el gobierno peñista ha fracasado en la lucha contra el crimen organizado y su brazo más poderoso: el narcotráfico. Si Calderón heredó una guerra, Peña la encubrió y allí estuvo su gran error: en vez de estrategia, el discurso. Mucha saliva y retórica y poca efectividad, al estilo priista. ¿Consecuencias?: el narco no sólo pudo recuperarse ante la caída del Chapo Guzmán, La Tuta y otras más. Se fortaleció y lanzó el reto del narcoterrorismo en Jalisco, con un cártel sofisticado y entrenado por extranjeros: el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Apabullado, arrinconado, el gobierno de Peña Nieto jamás entendió que hay asuntos que no se solucionan con discursos. Demasiado tarde.
7) Porque el gabinete presidencial quedó nulificado muy pronto. Hacienda anulada por su propia incompetencia y su cabeza bajo la sombra de la corrupción. Gobernación se convirtió en una súper secretaría, pero se les olvidó que entonces necesitaría un súper secretario, y Osorio Chong no lo es. El hidalguense ya está rebasado y desgastado por la violencia en el país. Tan es así que ya hasta lo quieren mandar al PRI. Un ex procurador de justicia, Murillo Karam, cansado. Un titular de Comunicaciones, Ruiz Esparza, inoperante e ineficaz, convertido en el payaso de las cachetadas del sexenio. Y así nos podemos seguir.
8) Porque Ayotzinapa no fue escuchado ni entendido ni atendido por el gobierno. Cuando Peña Nieto habló por primera vez de la tragedia diez días después de ocurrida, cometió el primer error garrafal: dijo que “los estudiantes afectados en Iguala…”. ¡No, señor! ¡Nada de “afectados”! Como si se les hubiera ponchado una llanta o atrapados por la lluvia. Los ayotzinapos fueron detenidos, golpeados, linchados, desollado uno de ellos, quemados y desaparecidos. De entrada, el gobierno peñista no entendió la gravedad del conflicto y, por tanto, no supo ni pudo enfrentarlo. Ayotzinapa le sigue pesando a Peña y a su gobierno, y no se repondrá.
9) Porque el regreso de la dictadura perfecta nos mantiene bajo un riesgo permanente: que en 2018 se extienda y de allí inicien otros 71 años de gobiernos priistas. El proyecto del priismo es uno: gobernar desde Los Pinos y con una oposición dócil y manejable, como lo ha sido –vaya vergüenza histórica-, la izquierda, con el PRD de Los Chuchos como perrito de compañía echado a los pies del amo priista. Vaya desgracia.
10) Porque si el próximo 7 de junio no entendemos que está en nuestras manos acotar el poderío político del PRI, no dándole mayoría legislativa – ni al priato ni a sus rémoras del Partido Verde o del PANAL-, pues entonces no nos quejemos luego de la situación que está hundiendo a México. Está en nosotros acabar con las desgracias políticas.
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Salgamos a votar el 7 de junio. A golpe de votos demostremos – como en 1997 en el DF y en el 2000 con la elección presidencial-, que los mexicanos sabemos y podemos castigar, con nuestro sufragio, a los gobiernos corruptos, ineficaces y que representan un retroceso democrático para todos.
Votemos. Respondamos ante las urnas.
Así cómo nos formamos para comprar boletos para el futbol, cine o teatro, también hagámoslo a la hora de esperar nuestro turno para votar. Señores: estamos hablando del futuro del país.
El partido México vs Brasil dura dos horas. Las urnas estarán abiertas diez horas.
¡Votemos, pues!
Twitter: @_martinmoreno
apesta a prd o a morena ese articulo ya nada mas falto pedir la beatificacion de amlo y que su dia sea el 7 de junio si ahi estan todos los desechos del prd
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