Los participantes tienen entre 18 y 70 años, son de todas las clases
sociales, hay casados o sin compromiso y el objetivo es mirar, tocar y no
verse nunca más.
Madrid,28/Dic/2014 El sitio es lo de menos, se trata de pasarlo bien, y ni siquiera es preciso
buscar la complicidad de la noche. En Madrid, como en toda España, cada vez hay
más sitios donde se practica el dogging. Hombres y mujeres de todas
las edades se citan para tener sexo con personas que jamás han visto, o
simplemente para dejarse ver y hasta tocar.
El dogging fue bautizado así por los ingleses, porque la
mayoría de losvoyeurs que acudían a estas orgías improvisadas se
disculpaban diciendo que iban a pasear al perro.
Pero en España el término se ha castellanizado, le llaman cancaneo y
explican simplemente que esto se debe a que mantener relaciones sexuales en un
coche es muy incómodo y por ello inevitablemente se recurre a una posición.
En este país mayoritariamente se práctica en Madrid y Barcelona. El perfil
del dogger: suelen tener entre 18 y 70 años, de todas las clases
sociales, desde un directivo hasta un desempleado de los casi 5 millones que
hay en el país. Respecto a los voyeurs, se trata principalmente de
hombres maduros, de clase media y muchos casados. Todos se definen como
“amantes del riesgo” y la “aventura” que buscan nuevas formas de conseguir
placer y excitación.
Algunas de estas parejas suman a sus sesiones el intercambio, lo cual añade
al riesgo de esta práctica en sí, el de la implicación emocional. Para
practicar dogging hay que tener una gran confianza en la
pareja y un “elevado grado de apertura mental”, según los asiduos a este tipo
de aventuras sexuales. Nunca debe practicarse para satisfacer al otro o por
miedo a perderlo si no se accede a la petición del compañero de turno.
Pese a que se califican como muy “liberales” y “exhibicionistas”, los
practicantes de dogging son pudorosos para las entrevistas y
casi todos ellos se niegan a hablar. Eso sí, no tienen ningún problema en
publicar en internet fotos e imágenes de sus encuentros, lo hace en las páginas
donde se contactan (ellos les llaman “comunidad”).
Aventureros
Alberto, de 47 años, es uno de ellos, y conoció el mundo del cancaneopor
una amiga de su amiga y para él representa toda una práctica de libertad.
“Hay que tener respeto a los demás y dejarse llevar por la imaginación.
Algunos lo hacen por romper con la rutina, otros porque les excita que los
vean”, explicó.
Precisamente romper la rutina es lo que animó a Yolanda, de 24 años, a
sugerir a su pareja acudir a uno de los sitios públicos donde se práctica
el dogging.
“Se trata de ponerle salsa al asuntillo. Hay momentos en que la relación
necesita variantes. Además, a los dos nos va la marcha (el relajo) y en ese
sentido no hay problema en que nos vean follando. Es más, si alguien se apunta,
bienvenido; eso sí, que esté limpio y con la condición de no verlo nunca más,
sea chica o chico”, señaló.
Pero también hay a muchos que acuden a estos lugares con el único objetivo
de ver a otros tener sexo. Los mirones, que a veces son mayoría, acuden para
saciar su morbo e incluso para tocar, todo se vale en el dogging.
“A lo más que me animo es a acercarme a los coches y tocar a las chicas.
Tener sexo en público me da vergüenza y no me puedo arriesgar a sufrir un
gatillazo (pérdida de erección). Así que me basta con ver y tocar, si me pongo
muy cachondo me masturbo y santas pascuas”, compartió Alfonso, de 52 años,
quien los fines de semana dice a su mujer que se va a jugar dominó con los
amigos, pero que en realidad acude a los estacionamientos a fisgonear doggers.
El lenguaje
Como en todo, existe un lenguaje común entre los que practicandogging.
Se trata de normas muy básicas. Por ejemplo, si se ve un coche en una zona
oscura, cuyas luces exteriores se encienden y se apagan, puede que sea un coche
de doggers.
Si la luz interior del vehículo está encendida, la pareja quiere ser
observada mientras mantiene relaciones sexuales. Si además la ventanilla está
medio abierta o abierta del todo, se puede mirar y tocar, y si la puerta está
abierta se puede entrar libremente a formar parte de la fiesta. Este ritual se
puede observar muchas noches de verano en algunas playas de España.
El dogging cuenta con fotos en portales de internet, usado
por losdoggers para citarse (les llaman “quedadas”) y contarse
experiencias. Una de las páginas más serias se llama DogginSpain.com. La web ha
alcanzado casi 500 mil afiliados; no obstante, usuarios activos hay en torno a
60 mil. “Nosotros consideramos ‘activo’ un usuario que al menos participa una
vez a la semana”, explicó Susana a MILENIO.
Admitió que una de las cosas más “excitantes” son las “quedadas” entre los
usuarios, que pueden ser desde un garaje de un edificio cualquiera, a unas
zonas específicas del campo, o incluso en casas particulares.
“Es lo más habitual y lo más seguro desde el punto de vista de tener
encuentros. Aunque puedan existir zonas conocidas por sus ‘quedadas’
habituales, lo más seguro es apuntarse a una que te garantiza que coincidirás
con más personas. En esas ‘quedadas’, además, se suelen poner ciertas
limitaciones en cuanto al número de asistentes (para no desbordar el lugar
donde se vaya a celebrar) o el número máximo de chicos en relación a chicas,
para que este el número adecuado (no suele ser muy operativo que acudan cuatro
chicas y 30 chicos). La comunidad dogger es gente seria, eso
sí, con gusto especiales”, aseguró.
El manual del “Dogger”
Los propios doggers ofrecen consejos de seguridad en sus
webs para mantener la integridad física y el anonimato después de estas
reuniones:
No acudir a las sesiones con objetos de valor o guardarlos bien antes de
comenzar.
Evitar llevar agendas, celulares o tarjetas donde te puedan localizar
después.
De regreso a casa, mejor dar una vuelta por si alguien los sigue. Lo ideal
es que nadie sepa tu domicilio.
No realizar intercambios de parejas con personas que no sean de confianza.
fuente.-Milenio
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