México tiene el tercer lugar en el mundo con el mayor flujo de
recursos financieros de lavado de dinero. Estamos hablando de 60 mil millones
de dólares en promedio, aunque seguramente el monto es más elevado porque se
trata de dinero negro.
Este país es una gran lavadora de dinero procedente de
actividades ilícitas y al gobierno no le interesa combatirlo, prefiere hacer la
vista gorda, regodearse en la podredumbre y repartir las utilidades entre
autoridades y delincuentes de cuello blanco.
Los lavadores están en todas partes. Se lava poquito, más o
menos y mucho. Hay lavadores para todos los gustos: clase media, clase alta y
clase multimillonaria.
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Solo hay que ver la lista de los llamados “Paradise Papers”, la
investigación periodística internacional realizada por el Consorcio
Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés),
que ha revelado los nombres de los grandes lavadores, los peces gordos del
dinero negro.
Y en México, un país que sirve de paraíso para los lavadores de
dinero, la lista es bastante barriopinta: un sacerdote, un líder sindical
charro, un multimillonario y muchos empresarios acumuladores avaros de riqueza
desmedida, especializados en incrementar la fábrica de pobres.
Esta investigación periodística que podría ser un libro abierto
para la Secretaría de Hacienda (siempre y cuando quisiera investigar a los
peces gordos de la evasión fiscal), revela los nombres de 62 mexicanos, entre
magnates, empresarios, ex funcionarios, futbolistas y políticos, que bajo el
viejo sistema de las empresas de papel o las llamadas cuentas offshore para
no pagar impuestos.
En la lista aparece desde luego, Carlos Slim, uno de los hombres
más ricos del mundo que vive en uno de los países más desiguales del mundo y en
donde su riqueza, representa una obscenidad, frente a los 60 millones de pobres
y sobretodo, frente a los 28 millones de pobres alimenticios.
Como se podrán imaginar, gracias a esta investigación, sabemos
que el emporio telefónico del multimillonario mezquino Slim, se inicio en el
2000 en las Bermudas donde creó la empresa Telecom Américas Limited. Los
resultados ya los conocemos, 17 años después, controla las telecomunicaciones
de 25 países en Latinoamérica y ofrece 362 millones de líneas.
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Pero a Slim todo se le perdona. Tal vez por eso, su empresa en el paraíso fiscal funcionó 7 años y a continuación la convirtió en una orgullosa y prospera empresa mexicana. Aquí todo se puede con dinero. Para eso tenemos las autoridades más corruptas, para que se pueda cualquier operación que signifique ganar dinero destinado a unos cuantos en detrimento de muchos.
Y allí están el priísta Javier Miguel Afif, el flamante ex
secretario de Hacienda y Crédito Público, Pedro Aspe, multiasesor de
multinacionales, Alejandro Gertz ex titular de la Secretaría de Seguridad
Pública durante el gobierno de Vicente Fox y por supuesto, los multimillonarios
evasores empresarios Ricardo Salinas Pliego, Enrique Coppel y Alberto Bailléres
González, todos con prósperos negocios.
Y como en este país el que no vuela, corre, pues en la lista
aparece el ex líder charro de la Confederación de Trabajadores de México (CTM)
Joaquín Gamboa Pascoe, un hombre que hizo su fortuna gracias a empresarios
charros que le llenaron los bolsillos para no aumentar los infames
minisalarios. El señor supuestamente defensor de los intereses de los
trabajadores legó a su esposa e hijos 15.5 milloncitos de dólares que durante
años ocultó en estos payasos fiscales. Gamboa Pascoe fue muy claro en sus
intereses y declaró sin ninguna vergüenza: “Si los trabajadores están jodidos,
¿yo también tengo que estarlo?”…. evidentemente no. El líder charro recibió de
empresarios charros millones de dólares a través de bancos de Alemania, Estados
Unidos, Canadá e Inglaterra entre 2014 y 2015.
El pasado exitoso de Gamboa Pascoe incluye su puesto de
presidente de la Gran Comisión del Senado y líder de la bancada del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y por supuesto, dotes de empresario para crear un
fideicomiso en las Islas Caimán y ocultar a través de sus empresas offshore panameñas.
El colmo de los colmos, aunque no nos debería de sorprender en
un país donde hay sacerdotes que mandan mucho más que algunos gobiernos y se
dedican a acumular riqueza mal habida. Y el gran ejemplo, es el padre Marcial
Maciel, sacerdote pederasta por antonomasia de la iglesia católica universal
del mundo mundial.
Ahora sabemos que a Maciel, además de violar niños, incluidos
sus propios hijos y consumir drogas, también le gustaba generar riqueza para sí
mismo y sus discípulos más fieles de su podrida congregación religiosa. Para
ello, montó una estructura financiera exitosa en las Islas Vírgenes y Bermudas
desde 1992, con la ayuda de los directores y recortes de sus escuelas: la
Universidad Aanahuac, el Cecvac, el Himalaya, el Cumbres, el Irlandés y tantos
otros colegios donde actualmente se educan nuestras distinguidas élites
sociales, hijos de las élites empresariales, funcionarios y políticos diversos.
Desde el epicentro del Vaticano, es decir, desde su sede en Roma
ubicada en Vía Aurelia 677, Maciel y sus discípulos fieles (el sacerdote Jesús
Quince Andrés, y los laicos Mario Olivieri Sangiacomo y Javier Vargas Díez
Barroso) recibían 300 millones de dólares anuales para alimentar su fondito
fiduciario llamado Ecyph Limited donde acumulaban las ganancias obtenidas con
sus escuelas para las élites de México y otros países, según reveló el semanario
italiano L’Espresso.
La respuesta de los lavadores de cuello blanco, o evasores para
llamarlos elegantemente, es que todas sus operaciones en los paraísos fiscales
son “legales y transparentes”.
Si así fuera, entonces, ¿por qué llevarse el dinero a los
paraísos fiscales? ¿por qué crear empresas fantasma? ¿por qué evadir millones
de dólares en impuestos? y en algunos casos, ¿por qué lavar dinero negro?
Cualquiera pensaría, que la Secretaría de Hacienda ya está
tomando cartas en el asunto, investigando, procesando y condenando a estos
evasores o lavadores, pero claro, esto es México y aquí nunca pasa nada.
México es el país de los lavadores de dinero. Allí está el
Global Financial Integrity (GFI) para demostrarlo con un estudio que lo coloca
en tercer lugar con 60 mil millones de dólares al año de flujo de capitales de
procedencia ilícita.
El lema de moda es: lava, luego averigua, aquí no pasa nada.
Fuente.-
Twitter: @SanjuanaMtz