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miércoles, 5 de noviembre de 2025

«YA lo DETUVIERON y…NO FUE CALDERON ?»: «ABUSO SEXUAL a SHEINBAUM OTRA VEZ en FRENTE de TODOS FUE TOQUETEO pero PUDO ser PLOMAZO»…un boquete operativo, estratégico, y potencialmente mortal.


Que nadie se engañe: lo ocurrido en el Centro Histórico con la presidenta Claudia Sheinbaum no solo es un episodio de abuso sexual flagrante —como reconoce el propio Código Penal capitalino—, sino un escándalo monumental de seguridad. Porque si un hombre pudo tocarla, con cámaras y decenas de escoltas a su alrededor, ¿qué habría impedido que fuera un disparo?

La frase de los comunicados oficiales suena bonita: “A la presidenta la cuida el pueblo”. Pero no, al pueblo no se le da un curso exprés de protección ejecutiva. A la presidenta la deben cuidar profesionales, y los que estaban ahí fallaron estrepitosamente.

La escena no fue solo una agresión personal. Fue una revelación brutal de lo endeble que puede ser la seguridad de la jefa del Estado mexicano. Ni el cerco humano de ayudantía, ni el despliegue preventivo, ni el protocolo funcionaron. Nadie detuvo al agresor en el momento. Nadie respondió. Nadie actuó.

Mientras las instituciones emiten comunicados indignados, la realidad se impone: si el sujeto hubiera tenido una intención letal, hoy el país estaría en vilo. ¿Dónde quedó el sentido mínimo de protección? ¿Qué clase de “cercanía con el pueblo” justifica semejante nivel de vulnerabilidad?

El discurso feminista institucional hizo lo que tenía que hacer: repudiar la agresión, exigir respeto y recordar que las mujeres no se tocan. Pero lo que nadie quiere decir abiertamente es que la falla no fue solo social o simbólica —fue operativa, estratégica, y potencialmente mortal.

El agresor, Uriel Rivera Martínez, fue detenido después. Después. Esa palabra lo dice todo. En una capital saturada de cámaras, en la caminata más vigilada del país, el sistema reaccionó tarde. Y eso no es un accidente; es un síntoma.

Porque si el cuerpo de seguridad presidencial no puede neutralizar una amenaza física mínima, entonces el verdadero riesgo no está en el pueblo, sino en el protocolo mismo de quienes no pierden oportunidad de exhibir lo mediocres en agravio del pais.

Con informacion: EL NORTE/

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