El aumento de crímenes de alto impacto en la CDMX durante el primer año de gobierno de Clara Brugada y el de la estrategia de seguridad puesta en marcha por el estratega Omar García Harfuch y Claudia Sheinbaum, se debe a una combinación explosiva de impunidad, criminalidad organizada y graves fallas institucionales. Aunque los reportes oficiales recurrentemente embellecidos presumen una supuesta reducción de delitos y detenciones históricas de alto impacto, resulta que no impactan en la percepción ciudadana y docena de casos de alto perfil que demuestran que algo no cuadra y que los sicarios parecen tener más libertad que nunca para operar.
Impunidad como regla
La mayoría de los asesinatos de alto perfil han quedado sin resolver o, en el mejor de los casos, sin castigo para los verdaderos autores intelectuales.
Los informes muestran que, aun con detenciones anunciadas por el gobierno, sólo en un caso se ha capturado a quien realmente estuvo detrás del crimen. El resto de los procesos se pierden en laberintos judiciales, investigaciones inconclusas y funcionarios como Omar Gracia Harfuch,prefiriendo maquillar los números.
El crimen organizado: el gran jefe invisible
Detrás de casi todos los ataques y ejecuciones en plena vía pública hay grupos criminales bien establecidos, controlando zonas, cobrando extorsiones y hasta infiltrándose en sectores políticos y comerciales. La ciudad, lejos de ser un «oasis», está llena de organizaciones que se disputan el territorio, lanzando ataques de comandos y ejecutando a figuras mediáticas para mandar mensajes de poder.
Estrategia oficial vs. Realidad cotidiana
Mientras el gobierno presume disminuciones porcentuales basadas en comparativos con años anteriores, en la cotidianidad los asesinatos de abogados, promotores, artistas e incluso colaboradores directos del gabinete ocurren a plena luz del día y en lugares concurridos, exhibiendo a la administración como incapaz de prevenir ni siquiera los casos más notorios. A pesar de los anuncios de nuevas cámaras, patrullas y módulos de seguridad, los casos impunes siguen aumentando y el discurso oficial termina chocando estruendosamente con la sangre en las calles.
Bureaucracia, corrupción y miedo a denunciar
A pesar de todo el barullo institucional, muchos crímenes ni siquiera se denuncian. El tortuoso camino para presentar una denuncia y la corrupción que invade varias fiscalías terminan por disuadir a las víctimas y testigos, alimentando el ciclo de impunidad y violencia.
En resumen, la principal razón del fracaso en combatir los ataques de alto impacto en la CDMX bajo el gobierno de Clara Brugada es una mezcla de impunidad rampante, estructuras criminales afianzadas y una estrategia gubernamental que, en la práctica, no pasa la prueba de la realidad, son mas choro que sustancia.
Con informacion: ELNORTE/
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