El despliegue y compra de vehículos blindados Ocelotl en Sinaloa —a un costo superior a 10 millones de pesos por unidad— suele presentarse como “inversión en seguridad”, pero, a la luz de la evidencia histórica y los resultados en materia de seguridad pública en Sinaloa y México, este gasto no puede considerarse una verdadera inversión sino más bien un gasto recurrente con bajo retorno social y estratégico.
A continuación te explicamos por qué:
1. Resultados históricos pobres en seguridad
México, a pesar de destinar cantidades crecientes a equipamiento militar y policiaco, sigue enfrentando altos índices de homicidios, extorsión, secuestro y presencia territorial de grupos delictivos, especialmente en estados como Sinaloa, Michoacán y Tamaulipas, que han recibido directamente estos vehículos.
Incluso tras despliegues militares masivos y modernizaciones de equipo, no hay evidencia clara de una reducción sostenida de los delitos de alto impacto, por el contrario, crecen y crecen,proporcional al nivel de los gastos.
2. Equipamiento insuficiente frente al problema estructural
El gasto en blindados, patrullas, armas y reforzamiento táctico ha demostrado ser insuficiente para resolver de fondo el control criminal por parte de cárteles y la violencia generalizada. Los Ocelotl representan una respuesta reactiva ante las crisis, no una solución de fondo: el Estado invierte en fortaleza material una y otra vez, pero no atiende corrupción, impunidad ni construcción de inteligencia civil. Así, el gasto se destina a enfrentar síntomas y no causas.
3. Desplazamiento del crimen, no erradicación
Los operativos militares con equipo como el Ocelotl y sus historicas variantes no han sido suficientemente útiles para erradicar o desmantelar estructuras delictivas y solo reproducen ciclos de violencia y perpetuan la necesidad de mayor gasto en seguridad.
4. Beneficio público limitado
Una verdadera inversión pública se traduce en beneficios tangibles para la sociedad, como mayor tranquilidad, reducción de delitos o fortalecimiento institucional. En cambio, el gasto en blindados suele valorizarse únicamente por la cantidad y modernidad del equipo que pronto termina siendo absoleto, sin conexión directa con mejores condiciones de vida de gobernados.
5. “Gasto de desgaste” y obsolescencia
Estos equipos requieren mantenimiento costoso, se deterioran rápidamente ante uso intensivo. La naturaleza reactiva de su adquisición refuerza el círculo vicioso del “gasto de desgaste”: se justifica de manera cíclica sin resultado sostenible visible.
Que sabemos del OCELOT
El Ocelot es un vehículo táctico blindado de nueva generación, diseñado para el Ejército Mexicano y basado en el modelo Cobra 4 de la empresa Streit Group. Está pensado para misiones de transporte de tropas y reconocimiento, y busca reemplazar vehículos militares obsoletos.
Características clave:
- Blindaje resistente a alto calibre y explosivos, torreta giratoria de 360°, y troneras laterales que permiten responder agresiones desde el interior
- Motor turbo diésel de bajo consumo, autonomía superior a 400km, velocidad máxima de 140km/h
- Movilidad todo terreno 4×4: puede subir pendientes de hasta 65 grados, inclinación lateral del 40%, sistema de inflado automático de neumáticos, cabrestante y snorkel para vadeos de agua.
- Diseño adaptado para operar eficientemente tanto en zonas urbanas como rurales
- Costos y producción: cada unidad ronda los 10 millones de pesos, con más de 340 unidades adquiridas en una primera etapa para modernizar la flota de la Secretaría de la Defensa Nacional.
En síntesis, a la luz de los hechos y los resultados históricos, destinar recursos enormes a vehículos blindados puede considerarse más bien un gasto recurrente y reactivo, y no una verdadera inversión en seguridad pública, pues no ataca las raíces del problema ni ofrece una mejora real y sostenible para la ciudadanía, pero es un buen pretexto para “hacer negocios con el dinero del contribuyente”.
Con informacion: INFODEFENSA/

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