El Pepper sauce, un pequeño velero de 12 metros de eslora, navega con las luces apagadas. Son las 7.48 y en este punto del océano Atlántico, a más de 200 millas de la isla canaria de El Hierro, acaba de empezar a amanecer. Aun así, la oscuridad todavía domina las aguas y cuesta distinguir el pabellón de la nave. Solo una diminuta bandera francesa —“casi invisible”, subrayarían meses después los magistrados que juzgarían a los tres miembros de la tripulación— ondea en la popa. Pero los investigadores están seguros. Han dado por fin con su presa. La tienen delante. Y no hay tiempo que perder.
Los funcionarios de la Policía Nacional y de la Agencia Tributaria activan de inmediato la Operación Gru y abordan la embarcación, de casco blanco y un solo mástil. Una vez dentro, enfocan con sus linternas y hallan, repartidos por todos los recovecos de la nave, hasta 61 fardos que pesarán más de 1.800 kilos en total. Así que sus sospechas están a punto de confirmarse. “[Todos] dan positivo al narco-test por cocaína”, recalca la sentencia de la Audiencia Nacional que acaba de condenar a cinco años de prisión al propietario del velero, un ciudadano de Leeds (Reino Unido) de casi 45 años; y a cuatro años y medio de prisión a los dos compinches con los que viajaba, dos veinteañeros franceses.
“Con una riqueza media del 89,90%, el valor aproximado de la droga en el mercado ilícito [habría superado] los 65 millones de euros”, prosigue el fallo de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal, fechado el pasado 9 de enero. Una resolución dictada después de que los tres acusados, capturados el mismo día de la operación (el 20 de junio de 2018), cerrasen un pacto con la Fiscalía. Además de la pena de prisión, aceptaron una condena de 66 millones de euros de multa. Y, según recoge la sentencia de la Audiencia Nacional, los tripulantes del Pepper sauce admitieron su implicación en los hechos y “cooperaron desde el primer momento con la autoridad judicial, aportando la información de la que disponían”.
De América a Europa
Porque los investigadores enmarcan a estos tres condenados en un entramado mucho más amplio. Los sitúan dentro de una red internacional dedicada al narcotráfico por vía marítima. Según detalló la Agencia Tributaria en el momento de su detención, se trata de una organización criminal que traslada la mercancía de América a Europa, utilizando para ello embarcaciones de recreo que llegan directamente hasta los puertos españoles o que transbordan la cocaína a otras naves en alta mar para que estas se dirijan finalmente a la costa, con el objetivo de tratar así de despistar a las autoridades.
“Van traspasando la droga de un velero a otro para que no se detecte cuál la lleva”, explica un agente al detallar el modus operandi de la organización, que posteriormente almacena la cocaína en “guarderías” hasta su posterior distribución en el mercado negro —parte se queda en España, pero el resto se distribuye por otros países del continente, como Francia—. Al Pepper sauce, por ejemplo, se le estuvo siguiendo durante varios días. Los agentes sospechaban que una primera embarcación, tras cargar la droga frente a Surinam, la había transbordado a un velero que había tomado rumbo hacia Canarias. Todo apuntaba que era a este. Y no fallaron.
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