Las declaraciones de Byron Law II y David Javier Salazar-Quintero, los dos infantes de la Marina detenidos a principios de julio por contrabando de migrantes, facilitó dar con otros compañeros también “coyotes”. 16 de ellos fueron detenidos esta semana en Camp Pendleton (California) y otros ocho continúan bajo investigación.
Los primeros militares detenidos confesaron ganar entre $500 y $1,000 dólares, según los documentos federales que cita Associated Press. La denuncia judicial habla de hasta $8,000 dólares por inmigrante.
No había que cruzar a México, solo recoger a los inmigrantes en la frontera y trasladarlos unas millas al norte. Según los citados documentos oficiales, los dejaban en un McDonald’s u otro lugar más allá de San Diego.
No es extraño encontrar a migrantes deambulando en los alrededores de Camp Pendleton o flotando en pequeñas embarcaciones cercanas a la costa del lugar. La base militar está en una ubicación estratégica para los traficantes de migrantes ya que por medio pasa la autopista Interestatal 5, que va hasta los Ángeles.
Los funcionarios de la Patrulla Fronteriza saben que los llamados coyotes buscan la colaboración de efectivos militares, policías e incluso agentes fronterizos para que se encarguen del traslado de migrantes. Es importante alejarlos de la frontera con México ya que, a 100 millas de ella, la Patrulla Fronteriza tiene la autoridad de hacer preguntas e inspecciones.
Las redes de contrabando prefieren que los choferes que hagan este trayecto sean estadounidenses y/o militares. La apariencia y las credenciales de los soldados reduce las probabilidades de ser parados en los controles migratorios.
Los “reclutadores” se acercan a bares y casinos cercanos a la base militar para ofrecerle a los soldados ganar dinero como choferes, según recogió AP de Theron Francisco, portavoz de la Patrulla Fronteriza. Francisco asegura que también ponen anuncios en internet.
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