“Desde su campaña, López Obrador entendió la necesidad de deshacer esa influencia del poder militar en el poder civil. Ha propuesto desbandar ese Estado Mayor y regresarlos a la Secretaría de Defensa Nacional”, afirmó el doctor Owsaldo Zavala luego de dar una conferencia en el Laredo College.
“En materia de seguridad es muy delicado este momento porque Andrés Manuel desde el principio ha propuesto una clara ruptura con esta lógica de guerra. Primero ha puesto sobre la mesa la necesidad de reducir el tamaño del Ejército y de reducir la influencia del Ejército en el poder de Presidencia. Uno de los mecanismos que está previendo para eso es cerrar el llamado Estado Mayor presidencial, que es un cerco mediático que influye cotidianamente lo que hace, piensa y dice el presidente.
“Otro de los mecanismos que está pensando es cerrar y disolver el Centro de Investigaciones en Seguridad Nacional (CISEN), que es el servicio de inteligencia que fue creado en 1989.
“Lo tiene que hacer porque esa agencia es la con mayor claridad ha articulado la política estadounidense militar, es decir la idea de que el Ejército tiene que entrar en el combate al narcotráfico.
“Está construyendo nuevas alianzas con otras élites del Ejército que no son las tradicionales. Está llamando gente que no tiene un papel muy prominente en la actual administración. Digamos que está construyendo sus nuevas fidelidades dentro del poder militar.
“Finalmente, esta propuesta de amnistía, la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, está articulando desde la campaña un concepto de amnistía para suspender esta lógica de guerra punitiva y más bien pensar en el narcotráfico como un problema de salud pública.
Al hacerlo de ese modo, aparecen ya no criminales delincuentes, sino ciudadanos que por razones económicas, políticas, por falta de acceso a la educación, por falta de infraestructura, han cometido delitos menores. Y esto es muy claro comprenderlo. Se targiversa y se trivializa la idea de la amnistía como el perdón a traficantes como El Chapo, como Caro Quintero, pero de ningún modo es así.
El doctor Zavala fue invitado por el presidente de Laredo College, Dr. Ricardo Solís, y por el periódico El Mañana de Nuevo Laredo. Ninfa Cantú Deándar le dio la bienvenida. Asistió también la presidenta de este matutino Ninfa Deándar, así como Heriberto Cantú, directivo de Editora Argos.
El alcalde de Laredo, Texas, Pete Saenz, también asistió al evento y agradeció la presencia del expositor. Así también, la doctora Irma Cantú, profesora de TAMIU, y el juez Mercurio Martínez, entre otros personajes.
LOS CÁRTELES NO EXISTEN
La historia del narcotráfico en México es, a fin de cuentas, la historia del perverso sistema político que nos gobierna, señala el doctor Zavala en su libro “Los Cárteles no Existen”.
“Las figuras de los traficantes más temidos de esa época, Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo, alias “Don Neto” y Rafael Caro Quintero, fueron magnificadas hasta el grado de adquirir una condición mítica. Félix Gallardo, por ejemplo, había sido agente de la Policía Judicial de Sinaloa y llevaba hasta mediados de los ochenta una vida pública muy visible en compañía de figuras reconocidas de la clase política. Siguiendo la inercia estadounidense, los medios de comunicación pronto se acostumbraron a llamar “cárteles” a las organizaciones que encabezaban estos personajes. Pero la palabra “cártel”, como prácticamente todo el vocabulario asociado al “narco”, tiene un origen oficial.
MEDIOS REPITEN HISTORIAS OFICIALES
“Primero lo dicen los medios de comunicación y después lo repiten las narconovelas, las películas y los corridos: “Los cárteles de la droga han construido imperios de criminalidad que rebasan el poder del Estado”. Todos aseguramos saber de “capos”, “plazas” y “rutas”, y sin embargo lo que conocemos del “narco” no es real. Nuestras ideas sobre el narcotráfico son, casi en su totalidad, el resultado de una tramposa narrativa concebida por los gobiernos de México y Estados Unidos. Todos hemos aprendido ese relato. Es hora de empezar a desaprenderlo y de mirar de frente la realidad.
“Los cárteles, tal y como nos los han querido vender, no existen. Existen las estrategias políticas que inventaron la idea de los cárteles. Existe el tráfico de drogas, pero fuertemente controlado por instituciones oficiales. Existe la violencia, pero en buena medida perpetrada por el mismo Estado que debería protegernos. La historia del “narco” en México es, a final de cuentas, la historia del perverso sistema político que nos gobierna.
ACTUACIONES
“Ante Calderón, los militares montaron una suerte de representación teatral
actuando simultáneamente el papel del héroe y el del violento enemigo del estado y la sociedad civil. Ellos tuvieron que actuarlo porque el héroe y el enemigo, en realidad, no existen en los términos escenificados. ¿De dónde proviene entonces ese arquetipo tan recurrente en la imaginación colectiva sobre el “narco”?
“En 1989, justo al final de la Guerra Fría, la politóloga Waltraud Morales escribió un artículo fundamental para comprender el nuevo orden mundial posterior a la caída del muro de Berlín: “The War on Drugs: A New U.S. National Security Doctrine?”. Durante medio siglo, el anticomunismo ocupó el centro de la política de seguridad nacional de Estados Unidos.
La Ley de Seguridad Nacional (National Security Act), promulgada en 1947, fue el mecanismo por medio del cual el Congreso estadounidense dio sustento legal a la estrategia global que polarizó el planeta después de la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Fría, desde luego, involucró directamente al Estado mexicano. Durante el mismo año de 1947 se crearon dos instituciones claves de la nueva era securitaria: en Estados Unidos, la Central Intelligence Agency (CIA), y en México, la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
“A lo largo de las siguientes tres décadas, ambas agencias entrelazaron esfuerzos para contener la supuesta amenaza comunista en el hemisferio.
“Su colaboración se profundizó con la llamada Operación Cóndor, por medio de la cual el gobierno de Estados Unidos desplegó una agresiva política intervencionista en el continente a mediados de la década de 1970. La versión mexicana de la Operación Cóndor, sin embargo, fue la única que se enfocó en el tráfico de drogas y no en el combate al comunismo. Los miles de soldados y agentes de Policía federal que destruyeron los sembradíos de droga entre 1975 y 1978 produjeron también el desplazamiento en masa de campesinos y de los productores.
traficantes de droga.
“Al cerrar la década, el “narco” mexicano no sólo seguía existiendo, sino que había trasladado su central de operaciones a la ciudad de Guadalajara y ahora dominaba en el terreno internacional cobrando a las organizaciones colombianas hasta un 50% de las ganancias del tráfico de cocaína que pasaba por el territorio nacional”.
¿QUIÉN ES OSWALDO ZAVALA?
Nació en Ciudad Juárez, en 1975.
Es narrador, periodista y profesor en The College of Staten Island y en The Graduate Center, City University of New York.
Es autor de la novela Siembra de nubes (2011) y de los ensayos La modernidad insufrible: Roberto Bolaño en los límites de la literatura latinoamericana contemporánea (2015) y Volver a la modernidad: Genealogías de la literatura mexicana de fin de siglo (2017). Como periodista, colabora regularmente en la revista Proceso.
Fuente.-
“En materia de seguridad es muy delicado este momento porque Andrés Manuel desde el principio ha propuesto una clara ruptura con esta lógica de guerra. Primero ha puesto sobre la mesa la necesidad de reducir el tamaño del Ejército y de reducir la influencia del Ejército en el poder de Presidencia. Uno de los mecanismos que está previendo para eso es cerrar el llamado Estado Mayor presidencial, que es un cerco mediático que influye cotidianamente lo que hace, piensa y dice el presidente.
“Otro de los mecanismos que está pensando es cerrar y disolver el Centro de Investigaciones en Seguridad Nacional (CISEN), que es el servicio de inteligencia que fue creado en 1989.
“Lo tiene que hacer porque esa agencia es la con mayor claridad ha articulado la política estadounidense militar, es decir la idea de que el Ejército tiene que entrar en el combate al narcotráfico.
“Está construyendo nuevas alianzas con otras élites del Ejército que no son las tradicionales. Está llamando gente que no tiene un papel muy prominente en la actual administración. Digamos que está construyendo sus nuevas fidelidades dentro del poder militar.
“Finalmente, esta propuesta de amnistía, la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, está articulando desde la campaña un concepto de amnistía para suspender esta lógica de guerra punitiva y más bien pensar en el narcotráfico como un problema de salud pública.
Al hacerlo de ese modo, aparecen ya no criminales delincuentes, sino ciudadanos que por razones económicas, políticas, por falta de acceso a la educación, por falta de infraestructura, han cometido delitos menores. Y esto es muy claro comprenderlo. Se targiversa y se trivializa la idea de la amnistía como el perdón a traficantes como El Chapo, como Caro Quintero, pero de ningún modo es así.
El doctor Zavala fue invitado por el presidente de Laredo College, Dr. Ricardo Solís, y por el periódico El Mañana de Nuevo Laredo. Ninfa Cantú Deándar le dio la bienvenida. Asistió también la presidenta de este matutino Ninfa Deándar, así como Heriberto Cantú, directivo de Editora Argos.
El alcalde de Laredo, Texas, Pete Saenz, también asistió al evento y agradeció la presencia del expositor. Así también, la doctora Irma Cantú, profesora de TAMIU, y el juez Mercurio Martínez, entre otros personajes.
LOS CÁRTELES NO EXISTEN
La historia del narcotráfico en México es, a fin de cuentas, la historia del perverso sistema político que nos gobierna, señala el doctor Zavala en su libro “Los Cárteles no Existen”.
“Las figuras de los traficantes más temidos de esa época, Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo, alias “Don Neto” y Rafael Caro Quintero, fueron magnificadas hasta el grado de adquirir una condición mítica. Félix Gallardo, por ejemplo, había sido agente de la Policía Judicial de Sinaloa y llevaba hasta mediados de los ochenta una vida pública muy visible en compañía de figuras reconocidas de la clase política. Siguiendo la inercia estadounidense, los medios de comunicación pronto se acostumbraron a llamar “cárteles” a las organizaciones que encabezaban estos personajes. Pero la palabra “cártel”, como prácticamente todo el vocabulario asociado al “narco”, tiene un origen oficial.
MEDIOS REPITEN HISTORIAS OFICIALES
“Primero lo dicen los medios de comunicación y después lo repiten las narconovelas, las películas y los corridos: “Los cárteles de la droga han construido imperios de criminalidad que rebasan el poder del Estado”. Todos aseguramos saber de “capos”, “plazas” y “rutas”, y sin embargo lo que conocemos del “narco” no es real. Nuestras ideas sobre el narcotráfico son, casi en su totalidad, el resultado de una tramposa narrativa concebida por los gobiernos de México y Estados Unidos. Todos hemos aprendido ese relato. Es hora de empezar a desaprenderlo y de mirar de frente la realidad.
“Los cárteles, tal y como nos los han querido vender, no existen. Existen las estrategias políticas que inventaron la idea de los cárteles. Existe el tráfico de drogas, pero fuertemente controlado por instituciones oficiales. Existe la violencia, pero en buena medida perpetrada por el mismo Estado que debería protegernos. La historia del “narco” en México es, a final de cuentas, la historia del perverso sistema político que nos gobierna.
ACTUACIONES
“Ante Calderón, los militares montaron una suerte de representación teatral
actuando simultáneamente el papel del héroe y el del violento enemigo del estado y la sociedad civil. Ellos tuvieron que actuarlo porque el héroe y el enemigo, en realidad, no existen en los términos escenificados. ¿De dónde proviene entonces ese arquetipo tan recurrente en la imaginación colectiva sobre el “narco”?
“En 1989, justo al final de la Guerra Fría, la politóloga Waltraud Morales escribió un artículo fundamental para comprender el nuevo orden mundial posterior a la caída del muro de Berlín: “The War on Drugs: A New U.S. National Security Doctrine?”. Durante medio siglo, el anticomunismo ocupó el centro de la política de seguridad nacional de Estados Unidos.
La Ley de Seguridad Nacional (National Security Act), promulgada en 1947, fue el mecanismo por medio del cual el Congreso estadounidense dio sustento legal a la estrategia global que polarizó el planeta después de la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Fría, desde luego, involucró directamente al Estado mexicano. Durante el mismo año de 1947 se crearon dos instituciones claves de la nueva era securitaria: en Estados Unidos, la Central Intelligence Agency (CIA), y en México, la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
“A lo largo de las siguientes tres décadas, ambas agencias entrelazaron esfuerzos para contener la supuesta amenaza comunista en el hemisferio.
“Su colaboración se profundizó con la llamada Operación Cóndor, por medio de la cual el gobierno de Estados Unidos desplegó una agresiva política intervencionista en el continente a mediados de la década de 1970. La versión mexicana de la Operación Cóndor, sin embargo, fue la única que se enfocó en el tráfico de drogas y no en el combate al comunismo. Los miles de soldados y agentes de Policía federal que destruyeron los sembradíos de droga entre 1975 y 1978 produjeron también el desplazamiento en masa de campesinos y de los productores.
traficantes de droga.
“Al cerrar la década, el “narco” mexicano no sólo seguía existiendo, sino que había trasladado su central de operaciones a la ciudad de Guadalajara y ahora dominaba en el terreno internacional cobrando a las organizaciones colombianas hasta un 50% de las ganancias del tráfico de cocaína que pasaba por el territorio nacional”.
¿QUIÉN ES OSWALDO ZAVALA?
Nació en Ciudad Juárez, en 1975.
Es narrador, periodista y profesor en The College of Staten Island y en The Graduate Center, City University of New York.
Es autor de la novela Siembra de nubes (2011) y de los ensayos La modernidad insufrible: Roberto Bolaño en los límites de la literatura latinoamericana contemporánea (2015) y Volver a la modernidad: Genealogías de la literatura mexicana de fin de siglo (2017). Como periodista, colabora regularmente en la revista Proceso.
Fuente.-
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