En 2011 Fernando Escalante realizó un análisis de la evolución histórica de los homicidios en México, su conclusión: la violencia se incrementó fuera de toda lógica y tendencia previa en aquellos estados donde se implementaron los llamados “Operativos conjuntos”.1Sus resultados fueron reveladores y ponían en duda la eficacia de la estrategia federal en seguridad —si es que había alguna—. Desde luego, las críticas no se hicieron esperar y el debate sobre los datos y las explicaciones inició.
Este texto es un intento por ampliar el mismo ejercicio para observar la evolución de los homicidios hasta 2014, tomando siempre como fuente la estadística del INEGI; mi análisis llega hasta 2014 debido a que todavía el INEGI no publica los homicidios de 2015 (que podrían modificar en alguna manera mis conclusiones). Los hallazgos son un tanto distintos, pero en algunos casos apoyan el argumento de Escalante. Explico el argumento. En 2008 los homicidios aumentaron prácticamente en todas las entidades del país, pero la evolución, el comportamiento de la tasa no es similar en todos los estados. En algunas entidades se registró una “violencia episódica”, por llamarlo de alguna forma, en el que hubo un repunte dramático de los homicidios a partir de 2008, pero seguido de una disminución pronunciada. En estos estados el motor detrás de esa evolución parece corresponder con la implementación de los operativos conjuntos. Sin embargo, existe otro grupo de entidades que presentan una trayectoria diferente: un incremento sostenido —moderado y no tan dramático— a partir de 2008, con ligeras disminuciones —en algunos casos— que no modificaron la tendencia al alza. Por lo tanto, considero que las actuales explicaciones de violencia (“narcotráfico”, “guerra entre organizaciones criminales” y “operativos conjuntos”) no son suficientes para entender la evolución de los homicidios para este conjunto.
La evolución de los homicidios en México 1990-2014. En 2008 la tasa de homicidios aumentó dramáticamente, alcanzando un punto máximo en 2011, de 23 homicidios por cada 100 mil habitantes. Se inaugura, pues, un nuevo periodo de violencia en el país. Sin embargo, después de ese incremento abrupto se registró una disminución sostenida de los homicidios entre 2011 y 2014, pero sin llegar a niveles previos a 2008. Este descenso nos dice algo, nos permite dividir la violencia reciente en dos periodos en concreto: uno entre 2008 y 2011 de aumento de la tasa de homicidios y otro en 2012 y 2014 de descenso constante. Analizo con detalle los homicidios en las entidades tomando como referencia estos dos periodos (ver gráfica 1).
Como punto de partida utilizo tres años para comparar la variación de los homicidios: 2007 que es el año previo al aumento de violencia; 2011 como punto más álgido del aumento en los homicidios a nivel nacional; 2014 como referencia para la disminución en el segundo periodo de violencia reciente. En la tabla se observan los resultados obtenidos de la variación en cada año por entidad federativa.
Voy por partes. El primer hallazgo interesante que resulta del análisis es que la tasa de homicidios aumentó en prácticamente todas las entidades del país entre 2007 y 2011, con excepción de Campeche en el que incluso se registra una disminución. Esto es relevante debido a que autoridades, académicos y especialistas tienden a concentrarse en la “violencia atribuible al crimen organizado”. Si se parte de ahí se pasa por alto un hecho estadístico concreto: los homicidios dolosos (no solamente las “ejecuciones”) aumentaron en todo el país, en algunos con mayor magnitud que en otros, pero el incremento es innegable. En entidades que normalmente no se consideran “territorios del narco”, e incluso en donde no ha habido una intervención federal intensa, también los homicidios crecieron. A este tipo de fenómenos de efectos idénticos, pero con causas distintas, son a los que hace referencia Claudio Lomnitz en su invitación a la etnografía.2
Continúo. Si uno analiza la evolución de los homicidios entre periodos se observa que la trayectoria de la violencia en algunas entidades coincide con la tendencia nacional. Estados como Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Colima, Durango, Guerrero, Jalisco, Nayarit, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas y Zacatecas registraron un incremento entre 2007 y 2011, pero seguido de una disminución también pronunciada para el siguiente periodo. En estas entidades se implementaron operativos conjuntos desde 2007 por lo que podría ser una explicación a este movimiento brusco. Además, la magnitud del repunte en esos estados quizá explique el movimiento de la tasa nacional.
Pero hay otros estados que no siguen esta trayectoria. En Chiapas, Guanajuato, Estado de México, Michoacán, Oaxaca, Puebla y Sonora se registra un incremento en los dos periodos. En Campeche los homicidios se incrementaron en el segundo periodo solamente. Y en otros más en un primer momento hubo incremento repentino, pero una ligera disminución pero no lo suficientemente fuerte como para compensar el aumento: Distrito Federal, Hidalgo, Morelos, Querétaro, Tabasco y Tlaxcala. Esto nos dice que las trayectorias de violencia en el país son distintas; aunque parece una obviedad, no lo es si se toma en cuenta que en todo el país la violencia aumentó. Nos habla de que existen distintos factores y que las explicaciones actuales con las que contamos se deben revisar, examinar y contrastar para cada caso en concreto. Las explicaciones generales, como el crimen organizado, no bastan para entender la evolución en cada estado.
Para recapitular hasta el momento, las trayectorias de los homicidios en México se pueden dividir en dos grupos en general. En el primer grupo la evolución de los homicidios se puede describir como una violencia episódica, mientras que en el segundo como un incremento sostenido. Agrego algunas gráficas para ilustrar con mayor claridad el argumento. La diferencia es clara, la conclusión obvia pero es importante anotarla: la evolución de los homicidios no es la misma, los fenómenos de violencia no son idénticos en el país; no existe “la violencia”. Entonces, ¿por qué existe la necesidad de elaborar explicaciones generales? (ver gráficas 2 y 3).
Las tasas promedio esconden diferencias regionales al interior de las entidades, pero incluso dentro de los estados se observan trayectorias distintas en las regiones. Por último, replicaré el ejercicio para el estado de Guerrero y concluiré para no hacer tedioso el análisis. Guerrero se caracteriza por tener niveles de violencia superiores al país, hay una percepción de que el estado se encuentra convulsionado en una situación de extrema violencia, pero la violencia no se manifiesta de forma homogénea en la entidad. Es cierto, algunas regiones presentan un incremento crítico en los homicidios, pero en otras no evoluciona de la misma manera. Si se compara Acapulco —que en sí mismo es una región— y la Tierra Caliente con el centro del estado se observan trayectorias distintas. Mientras que en las primeras siguen un patrón episódico, en el centro se presenta un incremento gradual, quizá moderado, pero consistente desde 2008. Guerrero es considerado un territorio de siembra y trasiego de drogas y también se han implementado distintos operativos federales desde 2007, pero ¿qué genera la evolución distinta del homicidio en estas regiones? Nos faltan explicaciones.
¿A qué conclusión se puede llegar? Primero, que los homicidios aumentaron en todo el país, no solamente “la violencia atribuible al crimen organizado” motiva estos cambios. Si bien el incremento abrupto en 2008 puede ser atribuible a factores coyunturales como los operativos en conjunto y las detenciones de líderes criminales, esta explicación tampoco es suficiente para explicar la evolución distinta en los estados con incrementos sostenidos de homicidios. Es tiempo de los estudios de descripción densa de casos, es tiempo de analizar el orden local. Es tiempo de aceptar la invitación a la etnografía. Estos resultados muestran que quizá debamos concluir la búsqueda, desde la academia, por generar explicaciones generales y concentrarnos en particularidades. También debe advertirnos que las estrategias de seguridad no deben ser homogéneas para todo el país; si no aprendimos la lección de esto en 2008, podemos tener de nuevo resultados catastróficos.
Miguel Ángel Berber
Licenciado en política y administración pública. Se ha desempeñado como asesor en temas de seguridad y violencia para Lantia Consultores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: