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jueves, 23 de junio de 2016

MIENTRAS "CHAPOS y BELTRAN estan en GUERRA","DAMASO y los CHAPITOS" SE DAN GUERRA"...la "violencia' el único lenguaje que hablan.

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El peligro de una nueva guerra al interior del Cártel de Sinaloa se ha activado desde hace varios meses, sobre todo acicateado por la aprehensión y luego reaprehensión de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo
Desde su segunda captura, en febrero de 2014, en Mazatlán, se especulaba sobre quién sería el sucesor. Se pensaba que la responsabilidad recaería en Iván Archivaldo Guzmán Salazar, su hijo mayor y activo desde siempre en sus redes criminales. Pero también se hablaba del liderazgo que había logrado construir Dámaso López Núñez, el Licenciado, principal operador de Guzmán Loera, su compadre, además.

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Tal vez ni desde el mismo Chapo hubo una definición clara sobre este tema, pues las dos cabezas entraron en conflicto al grado de que empezaron a pelearse hasta por las migajas del negocio. Hace algunas semanas, en Villa Juárez, Navolato, comandos al servicio de López Núñez empezaron a recoger maquinitas de juego de esas que se instalan en los abarrotes. Fuentes de Ríodoce aseguran que recibieron un reclamo de parte de “Iván” pero al no ponerse de acuerdo, el diferendo terminó en una balacera con saldo de varios muertos.
“Los menores” —así se conoce a los hijos del Chapo, Iván y Alfredo— controlan el narcomenudeo en Culiacán. Lo hacen desde que Francisco Torres, el Cincuenta, estaba a cargo de ajustar cuentas para Guzmán Loera en la capital de Sinaloa. Murió en un enfrentamiento con el ejército la primera semana de agosto de 2013, para proteger la huída de su patrón, que había dormido en una casa blindada de El Vallado y cuya bañera conectaba con el drenaje pluvial.
Y se supone que a Dámaso le fueron otorgadas las plazas de Navolato y La Paz, Baja California Sur. El problema es que ahora lo acusan de haber hecho alianzas con lo que queda de los hermanos Carrillo Fuentes, archienemigos de los Guzmán. Entonces, si había una disputa por el liderazgo, esto la ha convertido ya en casi una guerra.
Joaquín Guzmán está enterado de esta disputa y le ha pedido a su compadre y socio, Ismael Zambada García, que tome posición. Dedicado a los grandes negocios, para Zambada no fue problema que el Chapo se quedara con la venta de droga en las ciudades. Factor de equilibrio, está buscando acercamientos entre los hijos de Guzmán y López Núñez. Hay muchos frentes abiertos, uno de ellos con los gobiernos gringo y mexicano. Y otra guerra interna sería mortal para muchos, no solo desde el punto de vista de los negocios, sino en pérdidas humanas.
No lo es todo. Estos diferendos están en vías de arreglarse, al menos por lo pronto, pero ha surgido otro elemento de conflicto que amenaza con reventar de nuevo la paz narca, esa aparente tranquilidad teñida con la sangre de los ejecutados de todos los días que aparecen al pie de las bardas o quedan tirados a media calle: el conflicto de La Tuna.
Se trata de hechos de la semana pasada, cuando una incursión de comandos en zonas controladas por los Guzmán empezó con la muerte de al menos ocho personas y que se ha convertido en una bomba a punto de explotar, con el riesgo de que impacte en las ciudades, principalmente Culiacán.
No sería gratuito. De acuerdo con la información recogida por Ríodoce, los comandos pertenecen a gente que obedece órdenes de la organización construida por los hermanos Beltrán Leyva y que desde hace años controla Huixiopa, el pueblo donde nació otro legendario narcotraficante: Juan José Esparragoza Moreno, el Azul.
La hipótesis más fuerte sobre este conflicto tiene que ver con el asesinato, en abril del año pasado, de Ernesto Guzmán Hidalgo, medio hermano de Joaquín Guzmán Loera y por quien éste profesara un gran respeto y aprecio. Se dijo que lo había mandado matar Aureliano Guzmán, el Guano, hermano del Chapo. Y que al escapar éste del penal del Altiplano y reunirse con su hermano, le reclamó airadamente el crimen. La consecuencia es que, meses después, ocho hombres muy cercanos al Guano, entre ellos su jefe de escoltas y quien se supone operó el crimen de don Ernesto, fueron asesinados en la misma zona de Badiraguato.
Peras o manzanas, había otro elemento de discordia. Don Ernesto era padre de Patricia Guzmán Núñez, esposa de Alfredo Beltrán Leyva, el Mochomo, ambos padres de Alfredo Beltrán Núñez, el Alfredo.
Fuente.-


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